El allanamiento a una clínica privada de Rosario, con dos médicos imputados por realizar abortos de forma clandestina, y la denuncia del fiscal sobre las malas condiciones de higiene en el lugar, reafirma la necesidad de la legalización de esta práctica.
Viernes 21 de junio de 2019 18:33
Esta mañana, los medios de la ciudad de Rosario comenzaron a reflejar la noticia de una clínica ubicada en el macrocentro de la ciudad que había sido allanada luego de una denuncia anónima. Dos médicos fueron imputados, un hombre de 83 años y una mujer de 59, y el delito que se les imputa es la realización clandestina de abortos. El fiscal Aníbal Vescovo confirmó la detención de ambos y declaró que el lugar tenía muy malas condiciones de higiene y salubridad para la realización de dicha práctica.
Hasta acá la noticia. Lo que pasó. Lo que pasa. Ahora nos preguntamos, ¿solo esto vamos a decir de lo acontecido? Una noticia así podría tomarse desde diferentes enfoques si la dejamos liberada solo al dato objetivo.
Pero la realidad nos exige poder ver y escuchar más allá de lo que se informa y cuestionar el por qué. Más aún hoy cuando el aborto se volvió un debate central gracias a las movilizaciones de las miles y miles de jóvenes que impusieron en la agenda política la necesidad de este derecho. Así como también pusieron nuevamente sobre el tapete la necesidad de la Ley de Educación Sexual Integral sancionada en el 2006. Y se chocaron con una casta de políticos, amigos de la Iglesia, que solo tienen para brindarnos la clandestinidad y una educación conservadora hecha a medida de los manuales medievales.
La clandestinidad del aborto la garantiza el poder político. Que una persona tenga que ir a una clínica con malas condiciones de salubridad poniendo en riesgo su vida, pagando, está garantizado por el Estado.
Quienes hoy se presentan como los gobernantes de los derechos son quienes nos los quitan día a día. Amalia Granata ya es la obviedad, y porque no, la conclusión aberrante de un sistema político que en comunión con la Iglesia eligió darnos clandestinidad, en lugar de una ley que garantice nuestra atención libre, gratuita, en un hospital.
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¿Y Perotti? Es lo mismo porque se abstuvo por oportunismo político e hizo campaña a gobernador con los celestes, su gente. Lo mismo es también que el Frente Progresista de Lifschitz haya mantenido la ESI sin aprobarse, el financiamiento con la plata del Estado a los Obispos, la objeción de conciencia en los hospitales públicos como en el Iturraspe.
“Todos”, “Juntos por el Cambio”, “Consenso Federal”, llevan en sus listas antiderechos o “perchas”- como se les dice popularmente haciendo referencia al aborto realizado por dicho objeto- sin estar la legalización del aborto en sus programas.
Excepto el Frente de Izquierda Unidad, quienes llevamos en nuestro programa la legalización del aborto y quienes hemos votado de manera unánime a favor, mientras también nos movilizamos para conquistarlo, estando donde teníamos que estar, junto a las miles de mujeres, y jóvenes que reclaman este que el aborto sea legal.