Las teorías conspirativas que circularon alrededor del asesinato del chofer Daniel Barrientos, como justificación de una grave crisis social son una manifestación de aguda desorientación política. Editorial de “El Círculo Rojo”, programa de La Izquierda Diario que se emite los jueves de 22 a 24 h por Radio Con Vos, 89.9.
Fernando Rosso @RossoFer
Jueves 6 de abril de 2023 23:34
- Las teorías conspirativas que intentan explicar hechos históricos o acontecimientos políticos tienen una larga trayectoria no solo en la Argentina sino en todo el mundo. Cuando cierto mecanismo social se torna oscuro para los protagonistas de una época o de un acontecimiento, cuando se revela una ausencia de encuadres explicativos para situar lo que está pasando, muchas veces se recurre a teorías conspirativas basadas en cierta paranoia. El escritor y crítico literario Ricardo Piglia dijo alguna vez que las novelas de Roberto Arlt (como Los siete locos) funcionaban porque supieron captar el “núcleo paranoico” que reside en el Estado y, en última instancia, en el poder.
- Si uno lee un libro como El código Stiuso del periodista Gerardo “Tato” Young— que en realidad es una reedición ampliada de uno anterior que se tituló Side: la Argentina secreta—, pareciera que gran parte de los hechos relevantes de la historia de los últimos setenta años en el país se explican por conspiraciones: desde los saqueos del ’89 hasta la renuncia de Carlos “Chacho” Álvarez bajo el gobierno de la Alianza, para tomar dos ejemplos así al voleo.
- De hecho, muchos radicales (empezando por Fernando de la Rúa) creen que el 2001 fue una gran conspiración diseñada por el peronismo para tumbar al Gobierno de la Alianza e incluso algunos opinan que fue una conspiración de la que fue partícipe activo Raúl Alfonsín.
- Y muchos peronistas (empezando por Aníbal Fernández) fueron parte de los que promovieron una hipótesis conspiranoica basada en información de inteligencia que preparó el terreno para la represión que tuvo lugar en 2002 en el Puente Pueyrredón y en la estación Avellaneda en la que cayeron acribillados Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.
- Aníbal Fernández tiene un par de esas en su haber: en mayo de 2011, luego del descarrilamiento de una formación del ferrocarril Sarmiento, hubo disturbios y quema de la estación Haedo y Aníbal Fernández (jefe de Gabinete) acusó a Fernando "Pino" Solanas del hecho que para él estuvo "armado" y coincidía con el lanzamiento de una película de Pino referida a la cuestión, además de su candidatura a jefe de Gobierno porteño. Poco tiempo después tuvimos el crimen de Once.
- Bueno, frente al asesinato de Daniel Barrientos, el chofer de la línea 620 de la Matanza y ante la protesta que protagonizaron sus compañeros de la UTA que terminó con Sergio Berni golpeado, también se pusieron a circular teorías conspirativas. "Esto no fue un simple robo", dijo Berni. Y afirmó que le resultaba muy llamativo porque nadie roba con dos vehículos de apoyo un colectivo, con un armamento que no es el habitual para este tipo de delito, y con una munición que la usan solamente los profesionales porque además sale carísima. Axel Kicillof se sumó a esta lectura y dijo que el hecho tuvo características “extrañas” porque se lo dijeron los que que conocen como funciona ese tipo de delito. Congruentemente con esto, mandaron a detener a compañeros del chofer asesinado con un destacamento usado para operaciones especiales y hoy hubo paros en varias líneas de colectivos en repudio a estas detenciones.
- Al margen de que varios testigos dijeron que los hechos no fueron así (por ejemplo que no había dos autos), lo que presuntamente “probaría” la existencia de algo “extraño” es que tenían armas y municiones de “profesionales” (suponemos que de fuerzas de seguridad). No, claro, porque nadie sabe que el pequeño delito está íntimamente vinculado al gran delito que digita la Policía que es la proveedora en muchas ocasiones de logística, “instrumental” y zonas liberadas.
- Bueno, más allá de la utilización política que pretende hacer la derecha en torno a los hechos, de los intentos de manipulación (la vimos a Patricia Bullrich operar inmediatamente sobre el dolor de las personas), la realidad es que los acontecimientos que tuvieron lugar después de la muerte de Barrientos (incluidas las piñas a Berni) concentraron malestares, padecimientos y un hartazgo social por muchas cosas: inflación, pobreza, precarización, violencia social y urbana y también fue un mensaje para la política tradicional, una señal de la bronca social por las promesas incumplidas (eso era lo que esencialmente le reclamaban a Berni) ¿Un mensaje en el que anidaban contradicciones?, muy probablemente, pero el que pretenda encontrar procesos sociales o políticos “puros” que se dedique a otra cosa. Ojo, esto vale para todos —como afirmó Raúl Godoy dirigente del PTS y obrero ceramista en una entrevista acá en Radio Con Vos con Diego Genoud— vale para todos, incluido Javier Milei que quiere ir a fondo contra los derechos de los trabajadores y trabajadoras.
- Las “teorías conspirativas” son una manera de encontrar seguridad y confirmar los propios prejuicios. Pero, lo que no piensan quienes las cranean o quienes las esgrimen es un principio muy elemental interno a la lógica de las conspiraciones: para que las conspiraciones funcionen tiene que haber un escenario pasible de ser operado.
- La verdad es que quien piensa que el hecho y la protesta tuvieron lugar de ese modo y con esas características por elementos “raros”, está muy desconectado de la realidad o vive en el Disney de la política. La realidad es que si hay algo “extraño” en todo esto es una dirigencia política tradicional (sometida al cogobierno con el FMI) que es cada vez más extraña a las necesidades, sentimientos, angustias y malestares de las grandes mayorías.
Fernando Rosso
Periodista. Editor y columnista político en La Izquierda Diario. Colabora en revistas y publicaciones nacionales con artículos sobre la realidad política y social. Conduce el programa radial “El Círculo Rojo” que se emite todos los jueves de 22 a 24 hs. por Radio Con Vos 89.9.
