Nadar, nadar y nadar para acabar ahogado en la orilla, parece ser el futuro que tiene preparado el gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos para las jóvenes generaciones actuales
Lunes 27 de enero de 2020
Resulta evidente que hay que tomar medidas encaminadas a sanear las arcas de la Seguridad Social. La utilización de fondos públicos destinados a asegurar las pensiones de la clase trabajadora, para tapar los efectos de la crisis como el rescate a los bancos, -dinero que no piensan devolver-, nos ha llevado a una situación insostenible. Pero lo que no se puede permitir es que este saneamiento se lleve a cabo a costa del bolsillo de las trabajadoras y los trabajadores tras una vida laboral eterna. Y ahora vean negros nubarrones sobre lo que debería ser un retiro digno.
Si al dinero destinado a salvar a la banca, sumamos el destinado al pago de una deuda que la clase trabajadora no hemos generado, además de un sistema impositivo a las grandes fortunas y multinacionales inversoras que están acabando con todo el tejido laboral, quizás podríamos hablar de unas pensiones garantizadas.
Lamentablemente aumentar la edad de jubilación, según se aceptó en las reformas anteriores de PPSOE, no parece una medida eficaz en un momento en que los trabajadores y trabajadoras de edad avanzada son el objetivo de EREs, con beneplácito de las direcciones burocráticas de CCOO yUGT.
Vincular el cálculo de las pensiones al IRP (Indice Revalorización de las Pensiones) que introdujo Rajoy en 2013, y al Factor de Sostenibilidad que tiene en cuenta los ingresos y gastos del sistema, sustituyendo al IPC, o a la esperanza de vida, tampoco parece ser la panacea.
Estas medidas han generado una fuerte oposición. El movimiento pensionista apoyado por todo tipo de movimientos sociales y sindicatos de izquierda ha resultado ser un importante frente contra los gobiernos de Rajoy y Sánchez. La movilización continua y organizada de los pensionistas logró que Sánchez se comprometiese a volver a vincular las pensiones al IPC.
Pero el tan cacareado aumento de las pensiones del 0,9%, foto incluida de patronal, gobierno y sindicatos esgrimiendo una sonrisa de oreja a oreja, corresponde exactamente al aumento previsto del IPC. Pero no tiene en cuenta nada de la pérdida de poder adquisitivo que lleva sufriendo el sector desde que en 2013 dejaran de actualizarse de forma automática en función de la inflación y quedaran casi congeladas.
La inminente huelga general convocada en Euskadi y Navarra reclamando “trabajo, vida y pensiones dignas” es la única herramienta de la que disponemos la clase trabajadora, a pesar del vergonzoso boicot de CCOO y UGT, realizando de nuevo de muro de contención, llamando a la calma y esperar acontecimientos; igual que Podemos Euskadi que anunció que no iba a secundar la huelga el 30E. Es decir, la izquierda reformista no va dar ningún apoyo para luchar contra un sistema del que ya forma parte.
En Francia el ataque al sistema de pensiones ha sido respondido con una huelga general y movilizaciones en las calles que duran desde el pasado diciembre. Distintos sectores industriales unidos al movimiento estudiantil y sindicatos de izquierda están llevando a cabo un ejemplar pulso al poder capitalista. Una lucha impresionante que debería servirnos de referencia, en la que se unió la energía de la clase trabajadora con la renovada de los chalecos amarillos y de la juventud.
Porque no se trata de una pelea exclusiva de los que ya forman parte del régimen pensionista, los trabajadores y trabajadoras en situación laboral actual. Y sobre todo la juventud: esas futuras incorporaciones al mercado laboral, estudiantes, universitarios, jóvenes precarios... son los que están directamente afectados. La juventud es la que no ve una luz al final de su vida laboral, porque su presente son los contratos temporales y precarios, bajísimos salarios de pobreza, la imposibilidad de independizarse y recortes constantes en sus derechos. Por eso, la crisis de las pensiones, condena a un futuro de pobreza a la juventud.
Es por eso mismo que todos debemos movilizarnos el próximo 30E y dar apoyo a la huelga general, como medida de protección de nuestros derechos. Un verdadero sindicalismo de izquierdas debería estar en la calle un día si y otro también peleando por una jubilación digna y en el momento adecuado y exigiendo la derogación de las reformas laborales, la incorporación al mercado laboral de los jóvenes mediante la reducción de jornada sin perjuicio del salario, impidiendo contrataciones fraudulentas, falso autónomos, en definitiva plantándole cara al sistema y a la patronal que ven como crecen sus beneficios en cada ejercicio.
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