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Red Internacional
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Bolivia

FÚTBOL Y POLÍTICA EN BOLIVIA. La crisis del deporte y la responsabilidad política de la Federación Boliviana de Fútbol

Opinión de columnista de Bolivia sobre la realidad del fútbol en el país hermano y su relación con la crisis de corrupción en la CONMEBOL.

Jueves 30 de julio de 2015

Imagen: www.late.com.bo

Es innegable el hecho de que cuando llegó el fútbol a Sudamérica, nos enamoramos de él, convirtiéndolo en poco tiempo en el deporte más popular y apasionante. Bolivia no exenta a este proceso, comenzó con la organización y la creación de clubes desde finales de 1800 a principios de 1900, empezando por Oruro Royal FootBall Club, luego Stormers Petrolero, seguido del Bolivian Rangers y el National Football Club y terminando con el Thunders y el The Strongest.

Así, a medida que el fútbol iba a ganando terreno como deporte, comenzó a generar un necesidad de organización imparcial, que permitiera realizar y celebrar diversos torneos, que llevó al establecimiento de entes reguladores y organizativos que en el caso boliviano empezó con las Asociaciones de Fútbol, mas propiamente el de La Paz y posteriormente con la Federación Boliviana de Fútbol fundada el 12 de septiembre de 1925 en la ciudad de Cochabamba; instancia que permitió el establecimiento de vínculos con otras asociaciones de otros países y la participación del fútbol boliviano en torneos internacionales.

Estas competencias internacionales dinamizarían el intercambio futbolero entre países, mediante la exportación de jugadores, pero también generarían sentimientos nacionales de competencia -que en todo el siglo XX se fortalecerán-, lo que implicó también que el fútbol se vaya profesionalizando dejando lo amateur en un segundo plano y comenzando con el cobro de dinero para el pago de salarios de los jugadores profesionales y para solventar los viajes a los torneos internacionales. Lo interesante de este proceso es que lo que comenzó con una relación estrecha entre el amor al deporte y los campeonatos, fue adquiriendo tintes económicos capitalistas que lo racionalizaron y volcaron hacia el lucro. De esta forma, se fue formando una capa de mediadores y/o dirigentes que administran los recursos provenientes del fútbol y una hinchada atrapada en el juego de mercadotecnia que permite establecer un poder paralelo al Estado y los gobiernos locales, con plena autonomía, apelando al ejercicio libre del deporte como excusa para vulnerar las normas y leyes estatales. Se pretendía que esta relación entre los Estados y las Federaciones sea autónoma, hasta que siete altos ejecutivos de la FIFA fueron detenidos por la justicia suiza por cargos de fraude y blanqueo de capitales. Entre los detenidos están Jeffrey Webb, Eduardo Li, Costas Takkas y Julio Rocha de la CONCACAF (Confederación de Asociaciones de Fútbol del Norte, Centro América y el Caribe), así como Eugenio Figueredo, José María Marín y Rafael Esquivel de la CONMEBOL (Confederación Sudamericana de Fútbol), investigados por la Justicia Norteamérica destapando la corrupción de los entes que administran el deporte a nivel mundial.

Las repercusiones en Bolivia de esto no se dejaron esperar: Carlos Chávez, Presidente de la Federación Boliviana de Futbol y tesorero de la CONMEBOL -quien fue reelegido en su cargo de una controversial forma- fue sindicado por el Presidente Morales como parte también de la corrupción descubierta en la FIFA. Esta situación no llevó a que el titular de la federación bajara los humos y, una vez más, se respaldó en el discurso de que una intervención a la Federación podría significar la expulsión de Bolivia de los torneos internacionales y por ende la pérdida de dinero proveniente de la CONMEBOL para la frágil economía de la Liga Boliviana.

Ahora bien, el hecho de que Chávez haya ingresado al ojo de la tormenta en el caso de corrupción de la FIFA no es tanto por su participación activa en la investigación norteamericana, es más bien producto de una demanda histórica del pueblo boliviano, que -a diferencia de países vecinos como Argentina, Uruguay, Brasil- es el que menos laureles futboleros puede presumir, lo que ha llevado a una suerte de ansias de gloria por parte de la población boliviana, que se repite cada inicio de torneo internacional, tanto a nivel de clubes como de la selección, donde se despierta en todo el país un anhelado sueño de fe, que es aplastado por goleadas históricas y penosas desclasificaciones que siempre terminan en una búsqueda de culpables.

Uno de estos culpables, dentro los justificativos históricos nacionales, es el Sr. Carlos Chávez quien pese a la oposición nacional para su reelección, supo continuar en su cargo de tesorero de la CONMEBOL, que sólo es posible si tiene un respaldo o anclaje de una Federación de fútbol como la boliviana, respaldo que sin embargo sólo es posible si él está a la cabeza. Estos móviles que llevaron a que Chávez se arriesgara a ser reelecto aun en contra de una mayoría social y política encabezada por Evo Morales y junto a la intervención de la FIFA, marcarían el inicio del fin del titular Federativo que él no lo supo ver.

De esta forma, el pasado viernes 17 de julio, tras su declaración en Sucre (capital del Estado) sobre el proceso seguido por los supuestos delitos de organización criminal, legitimación de ganancias ilícitas, uso indebido de influencias, beneficios en razón del cargo, delitos tributarios y estafa con la agravante de víctimas múltiples, fue primeramente detenido en celdas policiales para luego ser enviado a la cárcel de Palmasola de la ciudad de Santa Cruz donde permanece con detención preventiva.

Junto a Chávez también está siendo procesado su secretario ejecutivo, Alberto Lozada, quien fue liberado con medidas sustitutivas (tiene arresto domiciliario, arraigo y deberá depositar una fianza personal y económica de 150.000 bolivianos).

En las celdas policiales, Chávez, volvió a recalcar que su detención terminaría alejando a Bolivia de campeonatos internacionales y que “seríamos vetados por la FIFA”, hecho que pese a materializarse con notas no sucedió y hasta la fecha la CONMEBOL y la FIFA no se han pronunciado al respecto. Lo cierto es que mientras el tesorero de la CONMEBOL sigue firmando cheques desde la cárcel, la situación podría entenderse desde una lógica de cálculo político más que una lucha real contra la corrupción, ya que el gobierno no actúa con la misma rapidez para procesar a ex funcionarios públicos del MAS acusados de corrupción como Edgar Patana, ex alcalde de la Ciudad del Alto del Departamento de La Paz.

Más allá de las amenazas de Chávez y de diversos actores de la política y del fútbol, es evidente que para la amplia mayoría de dirigentes y clubes, el fútbol es sólo un negocio más, y lo que queda absolutamente devaluado en esta perversa ecuación es la promoción y el desarrollo del deporte. La actual crisis que se manifiesta en la COMENBOL debería abrir un amplio debate sobre cómo promover el deporte, no como un negocio capitalista más, sino al servicio del desarrollo del mismo, para que Bolivia pueda jugar un papel superior al que hasta ahora hemos estado acostumbrados.