La arquitectura siempre estuvo ligada a procesos de intervención del Estado en los que de alguna forma u otra se toma una problemática central dentro la sociedad moderna, que es el problema de la vivienda.
Jueves 9 de octubre de 2014
La política intervencionista de Estados Unidos en el período de crisis aguda que se abrió en 1930 con la caída de la bolsa de Nueva York y la política del New Deal roosvealteano, fue tomar medidas en torno a la problemática de la vivienda y el crecimiento de la ciudad. Se pusieron en marcha una serie de reformas para promover la financiación de hipotecas creando un mercado hipotecario secundario con la fundación de la Asociación Hipotecaria Federal Nacional (Fannie Mae). Gracias a este fondo y al incentivo que tuvo esta política, se desarrolló en la etapa de posguerra el crecimiento de las ciudades estadounidenses hacia las periferias, dando lugar a la formación de los famosos “suburbios”. Hay que tener en cuenta el contexto socio-económico en Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial, en el cual ganó la hegemonía del comercio a nivel mundial. Además de colocar parte del excedente en las ciudades, también se desarrollaron el hierro y el acero como materiales para la construcción obtenidos del sobrante de la industria armamentística que habían impulsado para la guerra, como es el caso de California y la tipología de las “case studies” ligadas a casas de clase media/alta. Estas intervenciones arquitectónicas estuvieron destinadas a la vivienda individual promoviendo una búsqueda espacial fluida y a su vez impulsaron un modo distinto de habitar, más ligado al individualismo y al consumo, promovido por los cambios de paradigma abiertos con la Guerra Fría y el fin de la era maquinista (cuando se toma la máquina como un paradigma, posteriormente a la Revolución Industrial).
La política del Estado, introduciendo medidas keynesianas de política intervencionista, no puede tapar la principal contradicción del Estado capitalista: que no ataca las raíces que generan el problema, que es justamente la propiedad privada y la especulación del mercado inmobiliario. Durante la etapa posterior a la Segunda Guerra Mundial se creó una idea de la vivienda propia como un derecho inalienable en Estados Unidos, pero no se estaba teniendo en cuenta el crecimiento de la ciudad y las contradicciones que trae aparejadas que se estimule un sector de la producción con la finalidad de obtener nuevas viviendas, pero no se toque la vivienda ociosa (vacía) ni la especulación. Las periferias crecieron exponencialmente durante las décadas del ‘50 y ‘60, por lo que los centros urbanos de algunas ciudades estaban en decaimiento. Ya hacia fines de los ‘60 se ven grandes revueltas protagonizadas por los afroamericanos que se habían convertido en mano de obra barata en los centros de las grandes ciudades como Detroit o Watts.
Engels en su ensayo Contribución al problema de la vivienda plantea que “querer resolver la cuestión de la vivienda manteniendo las grandes ciudades modernas, es un contrasentido. Estas grandes ciudades modernas podrán ser suprimidas sólo por la abolición del modo de producción capitalista, y cuando esta abolición esté en marcha, ya no se tratará de procurar a cada obrero una casita que le pertenezca en propiedad, sino de cosas bien diferentes”.
Esto quiere decir que la problemática no sólo tiene que ver con la construcción no planificada de viviendas, sino con fomentar otro tipo de crecimiento urbano. El Estado capitalista sólo puede concebir esta problemática parcialmente debido a que está en la contradicción misma del sistema la necesidad de generar la degradación urbana.
Tanto en Estados Unidos como en la política de reconstrucción de ciudades en Europa o también en el caso de países semicoloniales como Argentina y distintos países de Latinoamérica, durante gobiernos populistas como el de Perón o Getulio Vargas en Brasil, tomaron la cuestión de la vivienda pero como una medida para poner un freno a la situación de ebullición del movimiento obrero abierta a partir de los años ‘30.
Tanto las potencias imperialistas durante el período de entreguerras o los Estados de política intervencionista de posguerra, no han podido subsanar esta problemática sino todo lo contrario.
Hoy en día estamos ante una crisis del sistema a escala mundial y se acrecienta la necesidad de discutir esta problemática debido al proceso de depredación urbana, como es el caso de las grandes metrópolis como San Pablo o Hong Kong. Lo que estamos viviendo está directamente vinculado con la inyección de fondos especulativos y el manejo de una burbuja inmobiliaria surgida nada más ni nada menos que en el corazón del imperialismo, los Estados Unidos. De la misma forma que en el mundo de posguerra se hacían intervenciones en torno a la vivienda de manera fragmentada y con una planificación que no atacaba la cuestión del suelo, hoy tenemos la problemática de la gran cantidad de viviendas vacías, que generan una mayor especulación y a su vez la gran cantidad de personas que no tienen acceso a la vivienda.