La coalición de gobierno aplica nuevas medidas que aceleran las deportaciones. Pero para los sectores más derechistas, esto no basta: quieren ir por más.
Sábado 14 de noviembre de 2015
Foto: Vista exterior del centro para solicitantes de asilo y de deportación en Bamberg, Alemania, 6 de noviembre 2015. EFE/NICOLAS ARMER
El nuevo paquete de leyes es definido un “consenso de asilo“, en referencia a la histórica derogación del derecho al asilo en 1992 por los democristianos y la socialdemocracia. Esta vez se llegó a un “consenso” después que la socialdemocracia intentara mostrarse como oposición “humana” en el debate sobre las “zonas de tránsito” propuestas por la CSU y sostenidas por la CDU de Ángela Merkel.
Pero su propuesta de “centros de entrada” también tenía como objetivo acelerar las deportaciones. Por eso no sorprende que los dirigentes de los tres partidos de gobierno – Ángela Merkel (CDU), Horst Seehofer (CSU) y Sigmar Gabriel (SPD) – acordaran un nuevo golpe a los derechos básicos de los refugiados.
Medidas de fuerza y deportaciones aceleradas
Entre las primeras medidas estaría la introducción de un “pasaporte de refugiados”. Solo con éste los refugiados podrán acceder a los servicios del Estado, por lo que todos tendrán que registrarse, lo que representa una medida coercitiva brutal.
Los refugiados con mejores perspectivas para obtener asilo en Alemania tendrán acceso a cursos de integración. Pero el Estado alemán solo pagará una parte, lo que significa que los refugiados tendrán que pagar los cursos y si no lo hacen serán marginalizados por “rehusar la integración”. Otra medida coercitiva, que además recorta de manera indirecta un servicio para los refugiados.
El resto de las medidas está destinado a “mejorar” y acelerar las deportaciones. Muchos refugiados, con el temor de tener que volver a su país donde les espera el hambre, la guerra o la persecución, se excusan en enfermedades o la falta de documentos para no ser deportados. Con las nuevas medidas habrá un grupo especializado en contactar a los países de origen para conseguir los papeles necesarios, y también habrá exámenes médicos ante cada deportación.
Pero la medida principal es la introducción de los llamados “centros de recibimiento” que tienen como objetivo reducir los trámites de deportación a un máximo de tres semanas. Si bien no estarán ubicados en la frontera ni habrá condiciones de encarcelamiento como propuso la derecha del gobierno, la “obligación de residencia” actúa como “valla invisible” que limita el movimiento de los refugiados a la comuna o ciudad de dichos centros.
La primera salida será castigada con el cese del trámite de asilo y la pérdida de servicios. Después de la segunda salida, las autoridades tendrán derecho a deportar al refugiado. Intimidación a través de la privación de derechos, esto es lo que sucede.
Presionando desde la derecha
Después de la reunión entre los jefes de los partidos del gobierno, todos estaban felices. La hipócrita oposición de la SPD a las “zonas de tránsito” quedó como mera crítica retórica. La prensa imperialista intentó mostrar a Merkel como la ganadora del “nuevo consenso de asilo”. Pero fue la derecha del gobierno la que impuso sus demandas, ya que logró transformar en ley puntos programáticos centrales.
El Ministro del Interior de Bavaria Hermann lo expresó así: “Hace pocas semanas, el SPD criticó duramente los centros de recibimiento y expulsión de Manching y Bamberg; ahora son ejemplos a seguir para el resto del país“.
De hecho, estos centros fueron creados cerca de la frontera para expulsar rápidamente a los refugiados de los Balcanes. Aunque no pudo imponer toda su política, la CSU exporta “su modelo” al resto de la república federal, lo que muestra que están a la ofensiva.
Por eso, Hermann constata alegremente que los “impedimentos para las deportaciones fueron reducidos y los demandantes de asilo rechazados podrán ser deportados más rápido”. Pero, “todavía no es suficiente“. Seehofer, jefe de la CSU dijo que era un “éxito inmenso haber transformado la cultura de bienvenida pura en una política de refugiados realista en solo pocas semanas“. En las redes sociales, la CSU lanzó una campaña diciendo que era resultado de su política consecuente que Alemania tenga ahora el “derecho al asilo más restringido de todos los tiempos”.
Nuevos ataques
Después de los últimos meses, marcados por la ofensiva de la derecha y los ataques a la ley de asilo, solo un 2 por ciento de los refugiados viene de “estados de origen seguros”, como han pasado a denominarse cínicamente los países de los Balcanes, entre otros. Eso significa que Alemania ya no es refugio para personas de estos países, que sufren la persecución étnica como el pueblo rom o que todavía viven en las condiciones desastrosas en que dejó la región la intervención de la OTAN.
Después de este “logro”, la derecha ahora tiene en el blanco a los refugiados de guerra. Hasta ahora era el único grupo de refugiados que no había sido atacado tan directamente. La nueva ley implica que los refugiados que reciben una residencia temporal porque les espera tortura o muerte en su país (“protección subsidiaria” es el termino oficial), no tengan derecho al reencuentro familiar.
El Ministro del Interior Thomas de Maiziere (CDU) busca transformar esta reglamentación para impedir el reencuentro familiar para todos los refugiados sirios, la absoluta mayoría. Por eso quiere volver a imponer exámenes individuales para los sirios, para verificar el estado de asilo correspondiente. En el caso de que el resultado sea una “protección subsidiaria”, el tiempo de residencia estaría limitado y decenas de miles de mujeres, niños, u otros familiares tendrán que quedarse en las zonas de guerra.
El Ministro sabe bien que muchas familias mandan primero a los hombres solos, pero también a niños y niñas, porque el viaje es muy difícil y peligroso además de muy caro. La esperanza es estar a salvo en un país central para poder pedir el reencuentro familiar. Es absurdo creer que un refugiado sirio que llega a Alemania después de sobrevivir el peligroso y agotador viaje no tenga razón para esconderse. El estado sirio se está disolviendo, varios grupos de interés apoyados por las potencias regionales y tradicionales más importantes se reparten el país entre sí. Y no hay fin a la vista en una guerra que ya causó la muerte de más de 250.000 personas.
Por este motivo, las medidas para impedir el reencuentro familiar de los refugiados significan nada menos que condenarlos a la muerte.
Una discusión similar empezó unos días antes, en el marco de la ampliación de la intervención militar en Afganistán, para que los refugiados ya no tengan acceso directo al asilo como sucedió en los últimos meses. Según la lógica de la clase dominante, la intervención imperialista creará las condiciones para que los afganos tengan más posibilidades para quedarse en su país. Un discurso complemente cínico. En tal caso, la destrucción de un hospital de Médicos Sin Fronteras por parte de las fuerzas aéreas estadounidenses muestra todo lo contrario.
Un gobierno en crisis
Aunque el gobierno llamó a de Maiziere a acatar lo acordado en las reuniones conjuntas entre las diferentes fuerzas del gobierno, varios partidarios de los democristianos y la CSU, incluso el reconocido Ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble, apoyaron al ministro y exigieron nuevas discusiones con la SPD. Otra muestra más de que el gobierno está perdiendo el control de la situación. No importa que estén avanzando en medidas que restringen el derecho al asilola derecha los sigue cuestionando y cada iniciativa tiene corto aliento.
En este marco, el giro político hacia la derecha, tal como muestran las encuestas que dan un 10 por ciento a la racista Alternativa por Alemania (AfD), frente a una caída del 6 por ciento de la CDU/CSU que baja al 34 por ciento, es un elemento de inestabilidad.
Pero el cuestionamiento al gobierno no es solo superestructural. Viene habiendo marchas semanales de varios miles en diferentes ciudades del país que critican a Merkel y su política de asilo, por derecha. La AfD es el mayor beneficiario electoral de esa oposición derechista. El reflejo de la misma en las calles son los ataques diarios a refugiados y sus centros de acogida.
Pero también hay resistencia desde la izquierda. En Offenbach hubo una manifestación importante de unos 300 refugiados que protestaron espontáneamente contra la calidad de la comida, pidiendo más ropa, artículos de aseo, mantas, camas, atención médica y mejores condiciones en los baños.
Los intentos de bloqueo por parte de activistas de izquierda contra las marchas derechistas, como en Berlín el fin de semana pasado, o el día lunes en Múnich, aumentan y ganan fuerza.
Son sobre todo los jóvenes los que expresan un odio genuino contra los movimientos xenófobos y la policía que los protege.
El próximo 19 de noviembre se está organizando una huelga estudiantil contra el racismo de Pegida y del Estado, a favor de plenos derechos democráticos y sociales para los refugiados y para terminar con los centros de acogida y las deportaciones. Con estas reivindicaciones está planteado impulsar un gran movimiento antiracista contra el nuevo “consenso del asilo” y los nuevos ataques que llegarán desde el gobierno y los movimientos racistas.