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Red Internacional
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IGLESIA CATÓLICA. La derecha anti-derechos: arzobispo de León condena el aborto y la pobreza

El domingo 4 de octubre, luego de la lectura del Santo Evangelio, el arzobispo de León, Monseñor Alfonso Contreras condenó el aborto y la pobreza por la que atraviesa el país, durante la misa celebrada por la mañana en la Catedral Metropolitana de la ciudad.

Miércoles 7 de octubre de 2020

Contreras enfatizó que en la actualidad no hay criterios de la verdad, lo cual ocasiona que desaparezcan gradualmente los parámetros que dividen los conceptos de lo que es bueno y bello. El pontífice reflexionó con los feligreses sobre el “ser buen cristiano”, ya que considera que en los últimos años se ha experimentado en la sociedad una pérdida de criterios para hacer el bien.

“Hoy no hay criterios de la verdad, criterios del bien, criterios de lo que es bueno o bello” aseguró. El clérigo exhortó a los feligreses a realizar acciones que dejen “buenos frutos para la posteridad”.

La Iglesia contra la pobreza

Según él, la pérdida de criterios en la sociedad, se refleja en la pobreza, ya que pone en desigualdad de condiciones a los habitantes.

“Hoy más que nunca debemos hacer el bien en esta crisis que nos brinda, estamos produciendo frutos amargos, ¿y cuáles son esos frutos amargos?, tener 50 millones de mexicanos pobres, tener una inmensa cantidad de mexicanos que no saben leer, ni escribir, y la pobreza no es solamente material, ahora estamos teniendo una pobreza ética y moral”.

Hay que ser duros al señalar que las problemáticas a las que Contreras hace referencia tienen su explicación en el sistema económico y político al que estamos sujetos y más allá de la condena que hace a la crisis económica que atraviesa el país -y que resienten los trabajadores y sectores vulnerados y precarizados como las mujeres, la diversidad sexual y de género, los migrantes y los estudiantes-, el arzobispo evita decir que la crisis es producto de una serie de condiciones generadas por el sistema en el que vivimos.

Si hoy tenemos alrededor de 50 millones de pobres es gracias a que el peso de la crisis lo hemos venido cargando los trabajadores. Si existe un alto nivel de desempleo, de trabajadores que se ocupan en la informalidad sin ningún tipo de prestación laboral, es resultado de la ola de despidos masivos efectuados en lo que va del año. Es gracias a las rebajas de salario, a la flexibilización, a los contratos cada vez más precarios que nos ofrecen para emplearnos, con el pretexto de la pandemia, pero incluso desde mucho antes. Todo esto efectuado por el sector empresarial ante la mirada pasiva de la 4T.

Si hoy más del 5% de la población -sobre todo mujeres, comunidades indígenas, pobres y campesinas, barrios marginales- se encuentra en analfabetismo es resultado de la privatización y elitización gradual del sistema educativo, que se cae a pedazos y cuya crisis vivimos día con día quienes tomamos clases en línea y, evidentemente, los trabajadores de la educación.

El Arzobispo aseguró que la salida es “hacer el bien, ser buen cristiano” y que “la salvación es un regalo de Dios”. Pero como hemos señalado en repetidas ocasiones en este medio, la salida a la crisis no vendrá de la mano de quienes la provocaron y quieren hacérnosla pagar (el gobierno y el empresariado), y tampoco de la pasividad de la esperanza, sino del pueblo organizado.

El “pecado abominable” de ejercer libertad sobre nuestros cuerpos

Más adelante, Contreras relacionó la pérdida de criterios de lo “bueno, bello y verdadero”, con el aborto y añadió que:

“Tener una pobreza de familia, matar a las criaturas en el seno de las madres, por ese pecado abominable del aborto, querer destruir la familia como Dios la ha fundado; ahí hay que hacer un examen de conciencia, hoy debemos tener criterios”.

Es necesario decir que los valores de “la moral y la ética” a los que se refiere el arzobispo para justificar su rechazo al aborto, son abstracciones y nociones religiosas, más no las realidades tangibles a las que se ven sometidas las personas que abortan. Por lo tanto nuestro derecho a decidir no puede ser determinado por la Iglesia ni por su moral, que históricamente ha orillado a la muerte, el encarcelamiento y a la maternidad forzada a millones de mujeres.

Es escandaloso que siendo el aborto en condiciones clandestinas una de las primeras causas de muerte materna en México, personajes del clero se atrevan a condenar a las mujeres bajo la lógica de que importa más preservar una institución rancia y patriarcal como lo es la familia, antes que el ejercicio de la libertad de decidir y más aún, que la propia vida de quien esté gestando.

Las declaraciones del Arzobispo reflejan el rostro de la Iglesia, en contra de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y la comunidad LGBT. Y resulta más indignante escucharlo en León, ciudad en la que el Congreso rechazó en mayo la despenalización del aborto.

Ciudad en la que el 22 de agosto mujeres se manifestaron en contra del abuso sexual, justamente a razón de que un elemento de la policía agrediera sexualmente a una menor. Dicha movilización terminó con represión, tortura y violencia sexual, esta vez por la policía municipal bajo la orden del gobierno panista de la ciudad.

Todo lo anterior habla de la legitimidad y poder que la derecha conserva a través de sus instituciones patriarcales y opresivas como la Iglesia y la Familia.

Hay que abortar este sistema patriarcal

Ya vimos que el gobierno de la 4T no tiene prisa por hacerle frente a los discursos de la derecha clerical que criminalizan a las mujeres y tampoco por extender el derecho al aborto libre, legal, seguro y gratuito a todo el país para que toda mujer y persona gestante acceda a él sin restriccion alguna. Todo lo contrario, pues el 28 de septiembre, en el marco del día internacional por la despenalización del aborto en América Latina y el Caribe, miles nos movilizamos en diferentes ciudades del país y nos acompañó la vigilancia, el hostigamiento y la represión policial, ordenada, evidentemente, por el Estado.

Es tiempo de retomar las lecciones del movimiento de mujeres y notar que la única forma de conseguir el derecho al aborto y que cese la criminalización y persecución a quienes abortamos, es organizadxs y en las calles, con una perspectiva delimitada absolutamente del Estado.