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Red Internacional
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UNION EUROPEA. La elección del irlandés Donohoe en el Eurogrupo muestra las profundas fracturas internas

La derrota de la española Nadia Calviño para la presidencia del Eurogrupo y el triunfo del irlandés Paschal Donohoe, apoyado por una coalición variopinta de países, es una nueva señal de las disputas al interior de la UE sobre la salida a la crisis.

Josefina L. Martínez

Josefina L. Martínez @josefinamar14

Viernes 10 de julio de 2020 08:01

Foto: El irlandés Paschal Donoheo, nuevo presidente del Eurogrupo. EFE/EPA/AIDAN CRAWLEY

La candidatura de Nadia Calviño tenía todas las de ganar, pero aun así fue derrotada. Era la candidata Alemania, Francia, España e Italia y contaba con el apoyo de los países con las economías más grandes de la UE. Pero no consiguió ser elegida.

Paschal Donohoe, ministro de Hacienda irlandés, fue apoyado por una coalición encabezada por los Países Bajos, Austria y varios Estados pequeños del Este de Europa, con mayoría de votos provenientes del Partido Popular Europeo (PPE).
Como trasfondo de esta división se encuentra la negociación, fallida y postergada una y otra vez desde marzo, sobre los fondos de la reconstrucción europea para salir de la crisis del coronavirus. Siendo las economías española e italiana las más golpeadas, estos Estados del sur de Europa presionan por una política de ayudas directas y mayor flexibilidad fiscal, mientras que Holanda y otros países del norte se han transformado en los adalides de fondos basados en préstamos, con duras medidas de ajuste como condición.

El conservador irlandés presidirá el Eurogrupo los próximos dos años y medio. Irlanda pertenece a la llamada nueva Liga Hanseática, que agrupa a países como Finlandia, Suecia, Dinamarca, Estonia, Letonia, Lituania, Países Bajos, Irlanda, República Checa y Eslovaquia. Este se ha transformado en un bloque de presión importante dentro de la UE, que, junto con el grupo de Visegrado que agrupa a los países de Europa del Este, cuestionan el liderazgo antes indiscutido del eje franco-alemán.

Holanda y otros Estados del norte mantienen un discurso apegado al ajuste fiscal y las medidas austeritarias, con una fuerte condena de tinte moral hacia los países acreedores del sur que serían los “derrochadores” de la película. Sin embargo, el cinismo se hace evidente si tomamos en cuenta que tanto Holanda como Irlanda se encuentran entre los principales paraísos fiscales del mundo: “Suponiendo que la evasión de impuestos corporativos a nivel mundial es de unos 150.000 millones de dólares, unos 22.000 millones se desvían a través de los Países Bajos”, explicaba Arjan Lejour, de la Oficina de Análisis de Política Económica (CPB) del Ministerio holandés de Economía a El Confindencial.

La economía del tigre celta, como se conoció al “milagro irlandés” en los años 90, fue muy golpeada por la crisis del 2008, pero en los últimos años logró un nuevo dinamismo. Su base está en haberse convertido en sede fiscal de grandes compañías norteamericanas y otras que actúan en la UE, que aprovechan las grandes ventajas fiscales en ese país. Es el caso de empresas como Google, Apple, Twitter, Grífols, Ryanair y Pfizer.

Pero Irlanda también es conocida por su extrema flexibilidad laboral, otro ingrediente clave del “milagro” de su crecimiento económico, permitiendo la reducción salarial o el despido barato a medida de los empresarios. De hecho, el coste por despido en Irlanda es de los más bajos de la UE.

La derrota de Nadia Calviño en la votación deja en peor posición a España e Italia en la negociación por los fondos de reconstrucción post-Covid y preanuncian que la disputa geopolítica entre diferentes potencias imperialistas dentro de la UE sigue abierta y se profundiza.

Sin embargo, Calviño representaba también a un sector ultra neoliberal, partidaria de la “mochila austríaca” y otras medidas de flexibilidad laboral contra los trabajadores, gran representante de los intereses de la banca y las multinacionales. Por eso resultaba increíble el “apoyo” brindado por Unidas Podemos y por el ministro de IU Alberto Garzón a su candidatura, como si la llegada de Calviño a la jefatura de la UE pudiera considerarse en algún aspecto una buena noticia para la clase trabajadora.

Los próximos meses, la clase trabajadora, las mujeres, las migrantes y la juventud precaria en todo el continente enfrentaremos una crisis económica y social sin precedentes, que los capitalistas intentarán hacernos pagar. La unidad de los trabajadores y trabajadoras, nativas y extranjeras, contra las políticas de los gobiernos nacionales y la UE del Capital es la única salida a esta catástrofe.

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Josefina L. Martínez

Nació en Buenos Aires, vive en Madrid. Es historiadora (UNR). Autora de No somos esclavas (2021). Coautora de Patriarcado y capitalismo (Akal, 2019), autora de Revolucionarias (Lengua de Trapo, 2018), coautora de Cien años de historia obrera en Argentina (Ediciones IPS). Escribe en Izquierda Diario.es, CTXT y otros medios.

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