Una oleada de huelgas políticas despertaba en Rusia. ¿Se preparaba una nueva revolución? ¿Sería más poderosa que la de 1905? Ésta y otras cuestiones eran las que se preguntaban los bolcheviques.
Daniel Lencina @dani.lenci
Viernes 12 de junio de 2020 09:10
Ilustración: Sabrina Rodríguez
Los años de la reacción y depresión económica, luego de la derrota de la Revolución Rusa de 1905 pronto quedaron atrás. La reactivación industrial, que se inició en 1910 puso otra vez en movimiento a los obreros. La reactivación imprimió un nuevo impulso a sus energías. Pero el número de obreros en la industria no sólo era mayor que en 1905, sino que también lo fue su experiencia en la lucha de clases. La revolución de 1905, había dejado una profunda e imborrable huella.
En febrero de 1912, los obreros de la zona minera del río Lena entraron en huelga. Fiel a su tradición, las tropas zaristas asesinaron a 272 obreros. Esto desató la ira de los trabajadores y una oleada de huelgas políticas, que confrontaban directamente con el gobierno sacudió a Rusia.
El 1° de mayo otra huelga recorrió a casi todos los grandes centros industriales. Y desde la represión, en febrero de 1912, hasta mediados de julio de 1914, cuando se inició la Primera Guerra Mundial, Rusia fue convulsionada por un ascenso del movimiento obrero industrial.
El proletariado industrial había pasado de un millón a tres millones de obreros en pocos años, y el conjunto de los asalariados se convirtieron en una gran fuerza social de 10 millones, en un país con 150 millones de habitantes.
Las huelgas eran políticas porque apuntaban contra la autocracia zarista. Por ejemplo, cuando reprimieron a los mineros en huelga, en febrero de 1912, los trabajadores publicaron volantes planteando no solamente sus reivindicaciones económicas sino también “Abajo la autocracia”.
Este proceso creció tumultuosamente hasta tres semanas antes del inicio de la Primera Guerra Mundial. Los obreros de Moscú y San Petersburgo levantaron barricadas y se enfrentaron a la policía, en una lucha verdaderamente de masas.
[Video]: La Primera Guerra Mundial: un episodio que marcó a la humanidad
Veamos algunos datos estadísticos que cita León Trotsky en su Historia de la Revolución Rusa. Mientras que en 1909 hubo 8.000 huelguistas, en 1912 cuando se inicia el movimiento que describimos se elevó hasta 550.000. Y en la primera mitad de 1914, el número de huelguistas había alcanzado el punto mas alto con 1.059.000 trabajadores en huelga.
Ahora bien, desde 1903 la socialdemocracia rusa se había dividido en dos fracciones: mencheviques y bolcheviques. La división se dio en torno al debate sobre el estatuto del partido. Pero ¿cuál fue la fisonomía política de ambas corrientes por aquellos años del ascenso revolucionario? A esta cuestión la respuesta de Trotsky es categórica:
“Para comprender las dos tendencias principales en que se escinde la clase obrera rusa, conviene no olvidar que el menchevismo cobra su forma definida durante los años de reacción y reflujo (1907-12, NdE), apoyado principalmente en el reducido sector de obreros que habían roto con la revolución, mientras que el bolchevismo, violentamente perseguido durante el período de la reacción, resurge enseguida sobre la espuma de la nueva oleada revolucionaria en los años que preceden inmediatamente a la guerra. ‘Los elementos, las organizaciones y los hombres que rodean a Lenin son los más enérgicos, los más audaces y los más capacitados para la lucha sin desmayo, la resistencia y la organización permanentes’; así juzgaba el Departamento de policía la labor de los bolcheviques durante los años que preceden a la guerra.
En julio de 1914, cuando los diplomáticos clavaban los últimos clavos en la cruz destinada a la crucifixión de Europa, Petrogrado hervía como una caldera revolucionaria.”
La “Pravda”, la prensa del partido como organizador obrero
En estos años, el bolchevismo dio grandes pasos en la influencia y organización directa de la clase obrera a través de la publicación de distintos periódicos, que van cambiando de nombres, debido a la censura del zarismo. La característica de estos periódicos era que fueron escritos mayoritariamente por los propios obreros. Allí los intelectuales del Partido Bolchevique eran minoría, hacían propaganda política sobre el socialismo, fusionándose con los trabajadores en una prensa que a la vez era un organizador colectivo de la lucha.
Sobre esto, Pierre Broué comenta que: “el periódico se lanza después de una campaña de agitación en las fábricas destinada a conseguir una suscripción pública. La Pravda asume entonces la función que desempeñó originariamente Iskra para unos cuantos centenares de lectores, al difundir informaciones y consignas, que, esta vez, se dirigen a decenas de miles de obreros de vanguardia. Los corresponsales obreros de la Pravda son, a la vez, los enlaces del partido y las antenas de que éste dispone para conocer el estado de ánimo del proletariado: gracias a sus informaciones se produce una homogeneización de la experiencia obrera que sienta las bases indispensables de una conciencia colectiva. En un solo año, publica 11.114 ‘informes de corresponsales’, es decir, una media de 41 por número. La Pravda, es, por definición, un diario obrero y, al estar en gran medida redactado por los propios trabajadores, ellos sienten que les pertenece: ellos son los que aportan la mayor parte de las contribuciones que constituyen ‘el fondo de hierro’, creado para hacer frente a toda las multas y secuestros con que la represión puede golpear al periódico” (El Partido Bolchevique, Pierre Broué).
Además el autor señala que por su influencia entre los trabajadores el periódico es objeto de la represión zarista. El gobierno llevó adelante 26 juicios contra el periódico y sus redactores fueron condenados a un total de 472 meses de cárcel.
En los hechos, el periódico expresaba la fusión de lo más avanzado de las ideas socialistas y los trabajadores de vanguardia, ese es el motivo central de la represión.
Lenin, siguiendo la máxima de Danton que reza que en momentos de ebullición política hay que tener “¡Audacia, audacia y mas audacia!” concentraba sus esfuerzos para hacer un partido donde el periódico sea el portavoz en que los obreros fueran “tribunos del pueblo”; es decir que desde la propia vida cotidiana, desde sus sufrimientos más sentidos, se puedan elevar las reivindicaciones obreras hacia el cuestionamiento del absolutismo, el gobierno y la explotación del hombre por el hombre.
[Video] El primer encuentro entre Lenin y Trotsky
Si bien estos años de auge revolucionario, hacían pensar a los bolcheviques que se aproximaba una nueva revolución, tal vez más potente que la de 1905, solo se puede hablar de tal posibilidad en términos hipotéticos: la guerra vino a cortar esa experiencia. Los centros industriales renovaron su plantel en un 40%, ya que sus obreros más calificados fueron enviados a marina, por sus conocimientos con la ingeniería mecánica y sus niveles de calificación.
Trotsky reflexiona al respecto: “La continuidad revolucionaria se vio bruscamente interrumpida. Todo lo anterior a la guerra, incluyendo la fracción bolchevique de la Duma, pasó de golpe a segundo término y cayó casi en el olvido. Pero, bajo esta capa aparente y precaria de tranquilidad, patriotismo y hasta en parte de monarquismo, en el seno de las masas se incubaba una nueva explosión”.
El auge obrero revolucionario de 1912-1914 sirvió para la preparación política del gran salto adelante que la historia mostraría en un nuevo y apasionante capitulo:la gran Revolución Rusa de 1917.
Daniel Lencina
Nacido en Buenos Aires en 1980, vive en la Zona Norte del GBA. Integrante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 1997, es coeditor de Diez días que estremecieron el mundo de John Reed (Ed. IPS, 2017) y autor de diversos artículos de historia y cultura.