Con la excusa de la crisis y la baja de ventas, el Grupo Construya (FV, Loma Negra, Aluar, Klaukol y otras) acordó con la UOM un recorte de la producción. La suspensión es por tres meses y se pagará el 80 % de los salarios. Exportan a 25 países, pero cortan el hilo por lo más fino. A tono con los intentos de reforma laboral de Milei y sus secuaces.
Viernes 17 de mayo de 2024 15:18
Foto archivo Revista Para Ti
Este viernes se conoció la noticia de que la empresa FV , la mayor fabricante de grifería del país, suspendió por tres meses a 800 obreros de su planta de Villa Rosa, partido de Pilar, en la Zona Norte del Gran Buenos Aires. La firma integra el Grupo Construya , un holding que reúne a otras corporaciones como Loma Negra, Aluar, Ferrum, Klaukol, Plavicon, Cerámica San Lorenzo y Cerámica Quilmes, entre otras.
Según trascendió, FV acordó las suspensiones con la conducción de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) . En declaraciones al sitio Pilar a Diario, el titular de la UOM San Miguel y secretario de organización del sindicato a nivel nacional Diego Espeche, reconoció que “varias empresas de Pilar están proyectando planes de suspensión parecidos”, que en ese marco “hay pocas expectativas a futuro” y se preguntó: “Si esto no mejora, ¿cuántos meses puede aguantar una fábrica suspendiendo?”
Pero a la vez Esteche confirmó que el esquema de suspensiones fue acordado con la patronal, a través de un esquema de reducción de la jornada por diez días en mayo, nueve en junio y diez más en julio, pagando el 80 % del salario neto de cada obrero (que supuestamente buscaría compensarse con “una orden de compra con tarjeta por $ 50 mil”). La conducción sindical viene haciendo lo propio con otras empresas. Como con la patronal de Whirlpool (también en Pilar), acordando el despido de sesenta trabajadores contratados.
En FV de Villa Rosa trabajan unos 1.400 personas para producir 3.500 artículos de grifería, gran parte de los cuales se exportan a 25 países. La suspensión de 800 operarios equivale al retiro de nada menos que el 60 % de esas manos y cabezas de las líneas de producción.
La excusa oficial para tomar la medida es la baja de las ventas en los últimos meses. Según fuentes del Grupo Construya , los despachos de las empresas que lo componen cayeron en promedio un 33 % interanual. “En abril se registró una leve mejora, pero aun los índices son bajos respecto del 2023”, dicen. De allí que justifican haber acordado “con el gremio suspensiones de parte del personal jornalizado durante algunos días de mayo, junio y julio, para no seguir incrementando el stock”. De la reducción salarial en medio de la licuación de ingresos a causa de la inflación y los aumentos limitados, ni una palabra.
La Izquierda Diario viene denunciando la enorme cantidad de despidos en el sector privado y también en el Estado. En el caso de las trabajadoras y los trabajadores metalúrgicos, el secretario general de la UOM, Abel Furlán, manifestó que “desde diciembre ya se perdieron 10 mil puestos de trabajo y el ajuste pone en riesgo a más de 50 mil en los próximos 60 días”.
Además de los despidos en Whirlpool de Pilar ya mencionados, en Tierra del Fuego el Grupo Mirgor (de la familia Caputo) también se viene desprendiendo de muchos laburantes contratados y ahora impulsa “retiros voluntarios”. En Santa Fe las fábricas de heladeras El Dorado y Briket también atacan a sus obreros. La primera suspendió a cien trabajadores “por tiempo indefinido” y la segunda ya despidió a unas 300 personas. Son apenas ejemplos de algo que se extiende en todo el país.
La política de las conducciones sindicales no es luchar para que nadie se quede en la calle. Por el contrario, prefieren “comprender” la supuesta baja de las ganancias empresarias, justificando así el arreglo entre “partes” para que los ataques sean supuestamente más leves que otras posibles medidas más duras.
Pero todas esas empresas nunca dejan de ganar. No se puede permitir que, bajo la excusa de la baja de ventas, descarguen su “crisis” sobre las espaldas de la clase trabajadora. Los salarios reales de las y los metalúrgicos se licúan cada vez más por la inflación. Alcanza con escuchar a los mismos obreros, conocedores de las ganancias de las patronales y de los objetivos empresarios de “reformas” laborales cada vez más regresivas.
Hace falta una verdadera política de y para la propia clase trabajadora. Sólo así se podrá lograr prohibir los despidos y las suspensiones, conquistar aumentos de emergencia de los salarios, las jubilaciones y los planes sociales e incluso repartir las horas de trabajo, sin tocar el salario, para que nadie esté desocupado. Todo eso implica, lógicamente, tocar los abultadísimos bolsillos de los “capitanes” de la industria. Hay que organizarse y luchar por ello.
Redacción
Redacción central La Izquierda Diario