Este viernes comenzó la reunión del G7 que reúne por primera vez al grupo de potencias imperialistas desde abril del año pasado y en la que se discutió sobre planes para “donar vacunas a países en vías de desarrollo”. Los motivos que mueven tal empresa, sin embargo, buscan la dominación de otros países y no una solidaridad con el mundo, y de hecho podrían significar nuevas fricciones a nivel de potencias.
Sábado 20 de febrero de 2021
Este viernes se realizó la primera cumbre del G7 desde abril del año 2020, reunión signada por el marco global de la pandemia del Coronavirus, la producción masiva de vacunas bajo la lógica capitalista y por ser la primera reunión en la que participa Biden junto a las otras potencias imperialistas que componen la cumbre.
La participación de Biden marca un cambio importante en relación a la última cumbre del G7, en la que la presencia de Trump por sí solo acotaba las posibilidades de accionar multilateral entre las distintas potencias imperialistas. Angela Merkel, por ejemplo, enfatizó en el punto para llamar a una acción conjunta en medio de una crisis global. Los cabecillas del imperialismo declararon incluso antes del inicio de la cumbre sus intenciones de buscar apuntar a un clima de mayor cooperación, sabiendo que EEUU también se integró nuevamente a la OMS.
El terreno de la cooperación: ¿solidaridad o conflictos de influencia?
Cuando decimos que la producción de vacunas masivas se está haciendo bajo la lógica capitalista queremos expresar, entre otras tantas cosas, que los motivos que mueven tal operación están basados en la apropiación privada y la competencia en el mercado.
Los países de la UE, ya sin Reino Unido, venían prohibiendo la salida de vacunas hacia otros países hasta que se completase la capacidad de vacunas para su propio territorio. Cuesta creer realmente que es una cuestión de solidaridad lo que les mueve ahora a buscar la cooperación, y que sea la solidaridad el por qué de que en grandes medios burgueses se exalte tanto que Biden produce un cambio hacia el multilateralismo.
Pero en el caso de que quede la duda de que no es la solidaridad su motivo, bastaría con mencionar que de liberar las patentes y permitir que las vacunas pudiesen ser fabricadas en cientos de laboratorios a lo largo del mundo, o redestinar ciertos laboratorios para tales fines, la cantidad de vacunas no sería un problema y los países imperialistas quizás ni siquiera tendrían que “donar vacunas” a los países históricamente saqueados por ellos mismos. Ese solo hecho de liberar las patentes representaría un hecho de solidaridad inmensamente más grande que toda la parafernalia del G7.
Lo que persigue la cumbre no es precisamente solidaridad con la humanidad, sino con los cabecillas de su propia clase. El no liberar las patentes en sí es un hecho que implica, por contrapartida, que los países que denominan “periféricos”, los países semi-coloniales o derechamente más coloniales, queden en una aún mayor dependencia a las potencias. Se trata de una cooperación para la influencia y dominación de otras regiones del mundo.
La cooperación en una “guerra por las vacunas” supone un bando contrario
La “guerra por las vacunas” es un hecho, y el lucro implicado en ello en medio de una crisis donde los más ricos se han vuelto aún más ricos es motivo suficiente para pensar que si el cambio de dinámica en el G7 busca una cooperación pero la crisis sigue deben buscar enfrentar a otro bando en la repartición de las zonas de influencia con vacunas a escala global.
Si bien el gobierno de Reino Unido se apresuró en asegurar que la reunión no tendría un tono “antichino”, la cooperación entre estos 7 estados significaría una mayor posibilidad para expandir su influencia, por lo que serían a su vez, en los hechos, un peligro para la expansión de influencia de Rusia y China, quienes también lo saben. El espacio para expandir influencias por medio de las vacunas es finito y las potencias saben que se juegan la repartición de ese terreno a nivel geopolítico.
En suma, aunque EEUU, el Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Japón y Canadá se preparen para instalar un clima de consenso y paz, también se preparan para futuras fricciones con Rusia y China, en un momento que se abre sin las fricciones que pudiesen haber entre las potencias del G7 con la presencia de Trump. Desde el G7 ya se tomó posición para condenar la detención del opositor ruso Alexéi Navalni, posición política que podría leerse también como una toma de posición contra el actual gobierno Ruso, lo que deja como duda que tan ofensivo o defensivo será el carácter de la cumbre del G7 en este nuevo momento.
Si bien esto último no podemos asumirlo mucho en este momento, lo que sí es seguro, es que ésta reunión del G7 reafirma la lógica imperialista con la que se han batido potencias en cuanto al negocio de las vacunas, y reafirma, a su vez, el “otro bando” para los dos bandos, reafirma disputas que en cualquiera de los casos se basarían en hacer caer la crisis en los hombros de la clase trabajadora mundial, especialmente, en los países “periféricos” y más pobres.