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Red Internacional
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MITOS DE LA ECONOMÍA BAJO EL KIRCHNERISMO. La fantasía de la industrialización en tiempos K

El gobierno construyó el mito que industrializa al país. Por el contrario, la estructura productiva tiende a primarizarse y a concentrarse en pocas manos, principalmente de capitales imperialistas.

Viernes 24 de octubre de 2014

La "década ganada" viene cargada de mitos y mentiras. Comida a $6, no existe inflación, ni grifo cambiario. Sin embargo, además de la famosa brecha, conocemos también la que existe entre el relato y la realidad. Y es aquí (y tal vez solo aquí) donde somos más "peronistas" que los peronistas, pues "la única verdad es la realidad". Los sectores oficialistas pretenden mostrar una década K donde la reindustrialización fue el resultado de un nuevo paradigma neodesarrolista. En este artículo intentaremos demostrar las falacias de esta idea.

La génesis del “modelo”

Según el cuentito, luego de la asunción de “El”, la Argentina comenzaría a vivir un cambio de modelo económico. Chau años noventa, repletos de orgias financieras y privatizaciones, de concentración y re-primarización de la economía. Chau extranjerización de las empresas. Ahora asistiríamos al famoso “modelo de matriz productiva diversificada con inclusión social”. ¡Alto nombre! Aunque por ahora es solo eso, el nombre…

Mal que le pese al gobierno, la genética del “modelo” se explica a través del ADN de la devaluación. Aquella de tiempos del “Zabeca de Banfield”. No se puede explicar el crecimiento de esta década sin comenzar diciendo que su nacimiento significó un parto muy doloroso para la clase obrera. De un día para el otro, el salario obrero, medido en dólares, vio esfumarse un 40% de su poder adquisitivo de un plumazo. Esto se hizo mientras comenzaba a utilizarse la capacidad ociosa que había dejado una década nefasta para la historia argentina; con esto la industria podía tener tasas inéditas de crecimiento sin un nivel de inversión acorde. Nos resta ver ahora como aprovechó el Kichnerismo esta “acumulación originaria” de su modelo, para transformar la matriz productiva. Los resultados están lejos de ser los del relato. Más bien se observa un sector enorme de la industria argentina dependiendo permanentemente del respirador artificial del agro, cuyo oxigeno de dólares sojeros permiten mantener con vida a dicho entramado. Esto nos mantiene bastante alejados de cualquier atisbo de neodesarrollismo, a pesar de que la industria fue un sector con mucho crecimiento.

Participación de la industria en el producto bruto

En los ´90, en promedio, la participación de la industria representaba aproximadamente un 19% del Producto Bruto Interno (PBI). Durante el modelo "reindustrializador" de los Kirchner, ese porcentaje se mueve entre 17% y 19%. Podemos concluir una cosa: cuanto afán neodesarrollista habrá tenido la década ganada que con "todas las políticas productivas" de los gobierno K, no alcanzaron para superar a los ´90 menemistas, un gobierno que tenia por política (es decir por norma, no por mala praxis) desindustrializar al país. También se observa claramente que a partir del 2003, la industria comenzó a mermar cierto peso que había ganado gracias a la devaluación; es decir que si bien continuó creciendo, lo hizo a ritmos iguales o menores a los del resto de la economía. No se nos escapa que estos porcentaje de participación están marcados por la tinta indeleble de los récord históricos de producción que consiguió el agro (sobre todo la soja); pero también es una realidad que la inversión en la industria, aun creciendo, estaba lejos de corresponderse con los niveles de rentabilidad que ostentaban varios oligopolios (entre 14% y el 19%), niveles superiores incluso a los años de la convertibilidad.

Participación en el producto bruto por sectores

También en este aspecto, no notamos un cambio de calidad si comparamos con la década menemista. Ahora, al igual que en aquel momento, la estructura productiva nacional tiene un enorme peso de los servicios y la construcción, si miramos la composición del PBI a precios constantes desde 1993. Paralelamente a esto, tanto la industria manufacturera como el sector primario (agricultura, ganadería, pesca y minería) redujeron su peso en el mismo entre 2003 y 2012.

Fuente: CIPPEC sobre la base de INDEC (2012) - (en pesos de 1993)

El stock de Maquinaria y Equipo, en promedio, durante los noventa, fue del 18,3% del total del stock de capital del país. Entre 2003 y 2006 ese mismo promedio fue de 16,7%. Nuevamente, en el período 1993/1999 la inversión en maquinaria y equipo significó en promedio el 27,3% de la Inversión Bruta Fija; y durante la “década ganada” el promedio fue de 26,9%. Este dato es inexorable, la genética del capital no se transformó.

¿Modelo de sustitución de importaciones o modelo importador dependiente?

En los últimos años vemos un leve proceso de sustitución de importaciones. Algunos productos comenzaron a producirse nuevamente en Argentina luego del desfalco de la convertibilidad. Pero dicho proceso de recuperación industrial fue muy limitado, dado que no se observan nuevos sectores que se hayan desarrollado. El crecimiento se ha venido sosteniendo en el aprovechamiento de las condiciones extraordinarias de salarios bajos, subsidios altos, enorme capacidad ociosa heredada de los noventa y la protección del tipo de cambio devaluado (al menos en los inicios). Para variar, el combustible que mueve a los “empresarios criollos” (y los de afuera igual) es el de la ganancia fácil, aprovechando las oportunidades que se den. Durante el presente año, las importaciones de bienes por habitante se ubican en torno a los u$s 1.630. En 2011 alcanzó un pico de u$s 1.865 per cápita. En 1998 el valor era de u$s 1.100 por habitante (datos del economista Miguel Bein, actual asesor del gobernador Scioli). Claramente se evidencia una mayor dependencia de las importaciones, medidas en dólares. Recordemos el peso que tienen actualmente las importaciones de combustibles (cercanas a u$s 12.000 millones). Podríamos citar también otros dos sectores industriales "estrellas" de la "década ganada": la electrónica de consumo y el sector automotriz. En ambos casos, se mantiene (al igual que en los noventa) su genética maquiladora, ensamblando una abrumadora mayoría de autopartes y componentes provenientes del exterior. Cerca del 95% de los productos electrónicos armados en Tierra del Fuego y del 70% de cada automóvil que sale de las terminales locales, se trata de piezas importadas. Los déficit comerciales para cada caso son de u$s 6.700 millones y u$s 9.000 millones, respectivamente.
Participación de la industria en las exportaciones argentinas

A nivel general, actualmente las exportaciones duplican el valor de 1998 en dólares y tienen mayor peso en el PBI; esto se explica fundamentalmente por los mayores precios de los commodities y en menor medida por aumento de la cantidad. Sin embargo, la participación de las manufacturas en el total de exportaciones de la Argentina se ubica actualmente en valores comparables a los de 1998 (34,9% contra 32,4%, respectivamente), una vez excluidos productos primarios como metales no ferrosos. Esto más allá de que la ponderación de los bienes manufacturados en la canasta exportadora de la Argentina es sensiblemente más alta que el promedio de América Latina, a partir de 2010. La canasta de exportaciones argentinas demuestra que los principales rubros generadores de dólares continúan estando vinculados al agro. Por ejemplo, entre enero y septiembre de 2014, las exportaciones primarias y agropecuarias explican el 62% del total exportado.

Concentración y extranjerización de la producción en Argentina

De acuerdo a un estudio elaborado por Orlando J. Ferreres, hay 602.989 empresas en la Argentina: 420.279 son micro empresas, 137.709 son chicas, 33.773 son medianas y 11.228 son grandes, según cifras del año 2012. Estas unidades empresarias son las que ocupan productivamente a la población. De aquí surge, por ejemplo, que las 11.228 "grandes empresas" representan un valor de u$s 2.245.600. Esto significa que el 1,86% de las empresas radicadas en el país (las consideradas "grandes"), expresan el 70,88 % del valor total. Y por deducción, el resto de las empresas (Micro, pequeñas y medianas), que suman el 98,14% de las firmas en suelo argentino, solo agrupan el 29,12% del valor de las empresas. Según un informe de enero de este año del Indec ("Grandes empresas en la Argentina"), que estudia el comportamiento de las 500 empresas mas grandes que operan en el país: "...El valor agregado, principal indicador de la representatividad del panel de las 500 grandes empresas en la economía nacional, alcanzó el 24,0% del total país para en el año 2012. Para los mismos sectores relevados por la encuesta, dicha participación ascendió al 33,6%..." De estas empresas, apenas 277 se dedican a las manufacturas en sentido más amplio, reduciéndose las del rubro Maquinarias, equipos y vehículos (rubro por demás importante) a la cifra de 46. Incluso, dentro de estas 500 empresas, las 100 empresas de mayor tamaño explican el 66,3 % del valor agregado del panel. Así mismo, para el 2012, solamente 179 de estas 500 empresas más grandes del país son de origen nacional. ¿Hubo avance contra la concentración entonces? ¿Y contra la extranjerizacion? ¿Y la primarización? Si. Aunque solo en el relato...

La inversión durante la “década ganada” no estuvo a la altura

Evidentemente estaríamos mintiendo si dijéramos que la inversión no fue una variable creciente durante la década K. El problema es que no fue lo suficientemente robusta para acompañar las tasas de crecimiento de la economía. En los noventa, el promedio de la tasa de inversión fue de 19% del PBI, mientras que en los años kirchneristas fue de 21%. El capital acumulado en estos años (descontadas las amortizaciones y el destino de esos recursos) representa 2,1 veces el PBI de un año. Vale decir, aun siendo similar a la de la “década perdida”, el total de la inversión de la década K podría haber servido para realizar cierto cambio en el aparato productivo (diría un "progre" ingenuo), transformación que no ocurrió. Uno podría preguntarse, ¿Qué se hizo con esa acumulación? Lamentablemente lo que encontramos son variables bastante similares a aquellas de los años del “uno a uno”.

Contribución a la tasa neta de creación de empleos "en blanco" por sector

Como correlato al decrecimiento relativo del peso de la industria en el PBI, la contribución del sector manufacturero a la tasa de creación neta de empleo registrado fue restringida. Incluso, desde el año 2003 ya no se observa crecimiento. Durante la década ganada los principales rubros responsables de la generación de empleos (en términos relativos) fueron servicios y construcción, aumentando mucho el empleo estatal principalmente a partir del 2008. Ni hablar del grado de precarización que existe en las fábricas. Como gran parte del capital en Argentina no puede competir internacionalmente, no solamente depende del nivel de subsidios que reciba del estado sino de extraer hasta la ultima gota de trabajo no pago que pueda, precarizando todo lo posible la fuerza de trabajo y haciendo pocas inversiones.

Ningún avance serio en reindustrializar el país luego de la “década ganada”

El país viene experimentando un proceso de reducción del peso de la industria en el PBI; esto viene acompañado de una profundización en la extranjerización de la economía, en la re-primarización de la producción, y en una concentración creciente de la misma. No alcanza con la política de redistribuir parte de la renta del agro (a través de las retenciones) para mantener artificialmente una industria enclenque y caduca que solo crece cuando la capacidad ociosa se lo permite pero que es incapaz de cambiar el sentido de la flecha mediante una inversión productiva acorde. No existen “capitanes de la industria” que quieran generar un proceso neodesarrollista en serio. Tampoco el kirchnerismo (ni la oposición de derecha) se plantean esto. El proceso de una industrialización verdadero en Argentina tendrá que esperar el liderazgo de otra clase social que quiera y pueda. Mientras tanto, los niveles de precarización e informalidad continúan siendo muy agudos, y los verdes los sigue aportando el “yuyito”. Lamentablemente para los argentinos, como diría el tango: "...Déjame que llore y te recuerde (...) De tu país ya no se vuelve, ni con el yuyo verde...".