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Vacunas. La “fórmula del éxito” de Sigman y Figueiras: embolsar millones por adelantado y en secreto

El dueño del Grupo Insud y el presidente de Richmond son los empresarios argentinos del momento. Mantienen vínculos con las distintas alas del Frente de Todos y coinciden en algo. Entre ambos ya recibieron del Estado casi $ 5.000 millones por vacunas que no terminaron de entregar y ni producir.

Celeste Vazquez

Celeste Vazquez @celvazquez1

Miércoles 9 de junio de 2021 14:32

Hugo Sigman, dueño del Grupo Insud, y Marcelo Figuieras, presidente del laboratorio Richomond, son dos de los empresarios más importantes del momento en Argentina. Ambos mantienen buen vínculo con el Gobierno nacional y distintos dirigentes del Frente de Todos, lo que los beneficia y mucho.

Mientras Sigman está ligado a dos exministros de Salud peronistas, Juan Manzur y el renunciado Ginés Gonzalez García; Figuieras tiene una relación más estrecha con el kirchnerismo y con Sergio Massa, quien lo trató más que bien el pasado martes en la audiencia en la que, junto al representación de Pfizer, respondió las preguntas de los legisladores sobre las negociaciones y contratos para la provisión de vacunas, algo que permanece bajo siete llaves y en absoluto secreto.

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Dos estilos diferentes, pero muchas coincidencias

Sigman, tuvo su momento de gloria el año pasado cuando junto a otro millonario, Carlos Slim, anunció la fabricación para América Latina de la vacuna AstraZeneca. Alberto Fernández festejó la “patriada” de Sigman, que hasta ahora le reportó más beneficios a él que al país: cobró más de $4.654 entre noviembre del año pasado y febrero de este año y entregó, hasta el momento, solo el 13% de las vacunas que prometió y recién mayo. Más que atraso, un estafa.

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Figuieras tiene su pico de gloria ahora. Comenzará en breve con la producción de la vacuna Spuntik V, ahora que ya están en el país los primeros reactivos que llegaron desde Rusia y permitirán poner en marcha el proceso productivo.

A pesar de que en la audiencia lo negó, Figueiras, igual que Sigman, recibió dinero del Estado y por adelantado. En su exposición, y ante una pregunta de Nicolás del Caño, aseguró que su empresa no había recibido ningún tipo de "financiación estatal", pero mintió. Richmond recibió un crédito por más de $ 29 millones por parte de parte del Fondo Nacional de Desarrollo Productivo (FONDEP) y luego un Aporte No Reembolsable (ANR) por $ 13 millones más para la adquisición de equipamientos.

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Debido al escádalo, Sigman bajó un poco perfil, pero no renunció a sus negociados: se prepara para producir la vacuna Sinopharm, de origen chino. El convenio aún no está sellado, porque faltan ultimar detalles tecnológicos, pero tanto desde la embajada de China en Argentina como desde el Ministerio de salud se informó sobre el avance en las negociaciones. Un acuerdo firmado entre la Fundación Huesped, Elea-Phoenix (del grupo empresarial de Hugo Sigman) y los centros Vacunar es el que posibilitó que en nuestro país haya ensayos en fase III de esta vacuna y sea Sigman el encargado de producirla.

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Figuieras seguramente aumentará su perfil. Y si antes de que se conociera la noticia de que se convertiría en el fabricante de la vacuna rusa, había tenido la suerte de recibir la visita del presidente en una de sus plantas, seguramente corra igual suerte en breve.

Además de embolsar millones, y por adelantado como ya te mostramos, otra cosa los une. La clandestinidad y el secretismo con el que se mueven, como viene denunciando el Frente de Izquierda. Ahora, luego del escándalo que se originó por la campaña demagógica que lleva adelante el macrismo (¿cómo creerles a quienes degradaron a Secretaría el Ministerio de salud?) solo dos laboratorios se sentaron a dar explicaciones y encima mienten, como Figuieras. Y otro, el de Sigman ni siquiera fue.

¿Que pasaría si todo el dinero que el Estado argentino destinó, y seguirá destinando, en beneficio de los capitalistas que lucran con las vacunas fuera invertido en la salud pública? Ya sea para fortalecer los laboratorios e investigación de las universidades públicas o para montar de cero laboratorios con capacidad para producir o envasar vacunas.

Es necesario terminar con la oscuridad en la que se firman los contratos, que es la garantía para que los negociados sigan y la liberalización de patentes y la transferencia de tecnología para poder producir vacunas de manera masiva.