En medio de la severa crisis de escasez de gasolina el Gobierno de Maduro recurrió a Irán para abastecerse. Cinco tanqueros han zarpado desde el territorio persa. El imperialismo yanqui sostiene que hará valer sus miserables sanciones, la oposición de Guaidó hasta pide ayuda para obstaculizar la llegada de los buques. Venezuela tiene todo el derecho de comercializar o recibir gasolina de quién lo considere necesario y no lo que determine una potencia imperial extranjera. Las sanciones en medio de la pandemia recaen con más brutalidad contra el pueblo.
Miércoles 20 de mayo de 2020 15:31
Se habla de cuatro o cinco petroleros (Fortune, Forest, Petunia, Faxon y Clavel) que implicarían por lo menos 1,4 millones de barriles de gasolina. Partieron a finales de abril y la semana pasada cruzaron el Canal de Suez para alcanzar el mar Mediterráneo. El primero de ellos podría alcanzar puertos venezolanos durante esta semana.Pero las sanciones imperialistas y las amenazas ya vertidas por Washington ponen en peligro la llegada de los buques iraníes.
Venezuela se encuentra en una brutal escasez de gasolina, que afecta incluso el suministro para el funcionamiento de labores de producción agrícola y para el transporte de alimentos del campo a los mercados. Desde hace unos dos meses la distribución está severamente restringida solo a vehículos pertenecientes a sectores considerados prioritarios (alimentación, salud, producción, bomberos, fuerzas de seguridad, etc.), trayendo consigo tanto un nuevo episodio de mafias y negocios ilegales de los militares, que son los que controlan la distribución –cobrando en dólares para permitirle a las personas el acceso a surtir gasolina-, como episodios dramáticos de muertes de personas enfermas que no pudieron ser trasladadas a donde debían ser atendidas, por falta de algún vehículo con combustible.
En el país se necesita desesperadamente importar tanto gasoil (diesel) y gasolina, como los productos con los cuales completar al proceso de producción local de esos combustibles, para mantener un funcionamiento más o menos “normal”, en medio de un colapso económico bajo Maduro, profundizando por las sanciones de EE.UU. La imposición de las sanciones de Trump impide la importación de eso que el país necesita. Venezuela, como es obvio, produce petróleo crudo y derivados, pero su infraestructura ha quedado paralizada durante la crisis económica.
Los problemas por el combustible comenzaron mucho antes de las sanciones debido a la caída de la refinación en Venezuela, que tiene una capacidad total de 1.3 millones de barriles por día (bpd) de procesamiento de crudo. Las principales refinerías del país se encuentran en crisis, justamente por la falta de inversión oportuna y adecuada. Una situación llevada por las políticas de Maduro, que optó por priorizar el pago de deuda externa a los acreedores internacionales cuando esos fondos eran necesarios para apuntalar una industria que ya vaticinaba la caída de sus ingresos, luego de los bajos precios de petróleo a comienzos del 2104. Esto hizo aflorar también drásticamente los problemas que venía acumulando PDVSA con un sobreendeudamiento del período previo sin ninguna necesidad, pues ya con Chávez, se comenzó a operar una descomunal fuga del potencial “ahorro nacional” (mediante la transferencia de la renta petrolera pública, que se calcula hoy en 500 mil millones en cuentas en el exterior de empresarios y banqueros venezolanos), recursos que debieron usarse, entre otras cosas, en evitar la industria petrolera pública empezara a acumular problemas de deuda, obsolescencia de equipos, deterioro de instalaciones, etc.
El impacto de la política de Estados Unidos, que para lograr su objetivo de forzar la salida de Maduro, con sus sanciones se han hecho sentir, agravan al extremo las dificultades. Y ahora Donald Trump ha decidido arreciar para golpear más duramente en plena pandemia, aumentando así el cerco para estrangular más aún la ya colapsada economía del país.
Las sanciones imperialistas, sobre todo las centradas en el sector petrolero y PDVSA, han agravado y hecho más acuciante esta situación. La más severa de las sanciones fue ejecutada por Estados Unidos en enero del año pasado, que se ha tratado en los hechos de un embargo petrolero, inédito para Venezuela. Además, las sanciones prohíben la exportación a Venezuela de diluyentes que usa PDVSA en el procesamiento del crudo pesado y extrapesado, y limitan el comercio de bonos de PDVSA. Asimismo no se puede exportar ni importar derivados petroleros desde EE.UU. como, por ejemplo, gasolina ligera. Así mismo sanciona a toda empresa o país que comercialice con Venezuela. En plena pandemia, el Gobierno de Trump busca impedir que el país pueda tener acceso al preciado combustible.
Venezuela por las sanciones está imposibilitada de comprar gasolina en el exterior. Si no encuentra quién le compre su petróleo, Venezuela tendrá muy difícil encontrar quién le venda gasolina. De allí los acuerdos llegados con Irán, otro país sancionado por Estados Unidos. Previamente Venezuela había logrado evadir un poco el impacto de esas sanciones intercambiando con India, pero también esa vía la obstaculizó la presión imperialista.
En medio de la pandemia por el coronavirus Venezuela es considerada por la Organización Panamericana de Salud uno de los más potencialmente vulnerables de la región, y los trabajadores de centros médicos y hospitales denuncian que sin gasolina, y las restricciones al transporte público, tanto por la cuarentena como por la propia crisis de combustible, les resulta casi imposible llegar a trabajar.
Pero otro de los grandes dramas son los alimentos. Según el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas, un tercio de la población venezolana se hallaba en situación de inseguridad alimentaria ya antes de la pandemia. Con la dificultad de la falta de gasolina el transporte de alimentos se ve altamente perjudicado. Pero no solo eso, todo lo que mueve la producción agrícola, riegos, fumigación, entre muchas otras cosas, es activado con gasolina o gasoil.
El Complejo Refinador Paraguaná está prácticamente paralizado, siendo que es el más grande e importante del país y del continente –llegando a ser décadas atrás el más grande el mundo-, pues tiene la capacidad de procesar hasta 645.000 barriles de crudo por día. De los cuales solo la refinería de Punta Cardón podría estar produciendo hasta 310.000 barriles. El mes pasado la compañía recibió de Irán piezas para asistir la reactivación de las instalaciones de Cardón, y justamente a inicios de mayo hubo un accidente cuando se buscaba ponerlo en actividad en el que cuatro obreros sufrieron quemaduras.
La única forma de resolver momentáneamente es importando el combustible. Los sectores petroleros de Irán y Venezuela, miembros de la OPEP, están bajo sanciones estadounidenses.
Nueva tensión geopolítica por las amenazas imperialistas
De acuerdo a la agencia Reuters, un alto funcionario de la administración de Estados Unidos, habría afirmado que Estados Unidos estaba considerando las medidas que podría tomar en respuesta al envío de combustible de Irán a Venezuela. “Estamos viendo qué medidas se pueden tomar. No solo no es bienvenido por Estados Unidos, sino que no es bienvenido por la región”, dijo a la agencia desde el anonimato.
El funcionario de la administración Trump, siempre de acuerdo a Reuters, se habría negado a especificar las medidas que se pesan, pero dijo que las opciones se presentarían a Trump. Desde la Casa Blanca, se dijo que evaluaban acciones para “castigar a Irán” por ayudar a Venezuela.
Aunque no es claro cuáles serían las medidas concretas que podría tomar el gobierno de Estados Unidos y en qué área de alta mar caso se animara. El jefe del Comando Sur, almirante Craig Faller, aseguró que están observando el apoyo de Irán “al régimen de Maduro” y afirmó que ha visto los reportes “de que los tanques están en camino” hacia Venezuela con hidrocarburos.
Recordemos que a comienzos de abril desplegó destructores navales, barcos de combate, helicópteros, aviones de la fuerza aérea para lo que llamó “labores de vigilancia y patrullas de la Guardia Costera, duplicando nuestras capacidades en la región". Algunos medios evaluaron que el despliegue constituía de una de las mayores operaciones militares de Estados Unidos en la región desde la invasión de Panamá en 19889.
Por su parte Irán advirtió que ante cualquier eventual amenaza contra sus petroleros generaría una “respuesta rápida y decisiva”."Antes de tomar una decisión, Trump debería preguntarle a su amigo (el primer ministro británico) Boris Johnson acerca de los detalles de la experiencia del petrolero británico", dijo el representante iraní Mahdi Mohammadi.
Irán se apoderó de un petrolero de bandera británica en el Golfo el año pasado después de que las fuerzas británicas detuvieron a un petrolero iraní fuera del territorio de Gibraltar. Ambos buques fueron liberados después de un enfrentamiento diplomático de meses.
No está de más recordar que a esta nueva situación de tensión entre Estados Unidos e Irán, le precede la vivida a principios de años con la agresión sin precedentes por parte del imperialismo estadounidense, de asesinar en territorio iraquí al más alto funcionario militar iraní, el general Soleimani.
Guaidó y la oposición de derecha, serviles a EE.UU., en contra del pueblo venezolano
La política de la oposición de derecha, tal cual monigotes de Washington es criminal. Continúan apoyando todas las sanciones que ha impuesto sobre el país, y más aún en estos tiempos de la pandemia por coronavirus, siendo cómplice y parte de esta política criminal. Lo que pone al desnudo su demagogia de pedidos de “ayuda humanitaria”.
Gustavo Marcano, quien funge como “Ministro Consejero de la Embajada de Venezuela” ante los EEUU designado por Guaidó, declaró que el ingreso de los buques es ilegal y que debe ser aprobado por la Asamblea Nacional, la cual, por supuesto, no los aprueba. Y solicita este funcionario de Guaidó, ayuda para que se impida la entrada de estos tanqueros al país. Una muestra más que pone al desnudo el rostro perverso de esta derecha que no le importa un comino la situación del pueblo y la alimentación.
Por el respeto al derecho soberano de Venezuela y por una industria bajo control de sus trabajadores
Como ha manifestado Ángel Arias, dirigente de la LTS con respecto a las sanciones, “El gobierno de Trump, mostrando la podredumbre del imperialismo, no solo mantiene sino que profundiza sus agresiones y sanciones, agudizando, entre otras cosas, la severa crisis de combustible, que afecta la producción y distribución de alimentos. ¡Y junto a la oposición de derecha, lacaya, vienen después a hablarnos de "ayuda humanitaria"!”. Todo “con el objetivo de imponer en Caracas un gobierno títere de Washington (…) Una política criminal, que con el más miserable descaro imperialista, reconoce que su objetivo es terminar de estrangular la economía venezolana y profundizar las penurias del pueblo, para forzar las condiciones para un cambio de régimen a la medida de Estados Unidos”.
Venezuela tiene el derecho a comercializar y abastecerse de gasolina con quién lo considere conveniente, y por eso exigimos la libre circulación y la llegada de los tanqueros a Venezuela. Eso no significa en modo alguno avalar el Gobierno de Maduro que con sus políticas antiobreras no hecho más que recaer esta brutal crisis sobre nuestras espaldas.
Es un elemental derecho de soberanía y que no venga ninguna potencia imperialista a decidir con quién o no se tiene relaciones comerciales, y haciéndolo con la osadía y prepotencia de su Armada y la Cuarta Flota en el Caribe.
Por eso decimos que una de las primeras medidas de urgencia ante la falta de gasolina es la exigencia inmediata del levantamiento de las sanciones al país. Si antes de esta emergencia eran repudiables estas acciones imperialistas, hoy lo son en grado extremo, pues, en medio del actual brote y de la crisis humanitaria de magnitud que está generando se vuelve urgente pelear por el fin de las mismas. Sanciones que castigan al pueblo venezolano, que si ya viene sufriendo una de las mayores calamidades producto de la catástrofe económica, ahora se ve al borde que el sufrimiento llegue a extremos si la producción agrícola y de alimentos así como el transporte de mercancías se paraliza, amenazando con una verdadera hambruna.
A la par de esta medida los trabajadores y las trabajadoras debemos exigir la centralización completa como propiedad pública de toda la industria petrolera y de combustibles, pero que pase a estar bajo el control de trabajadores, no de esta burocracia cívico-militar corrupta, incapaz, antiobrera y autoritaria, que es la principal responsable del desastre actual de la industria, privilegiando sus propios intereses privados por encima de los del pueblo. Una industria petrolera pública bajo control de los trabajadores, con participación de las comunidades, para reorganizar toda la producción y la refinación en función de las grandes necesidades de la mayoría de la población.