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Red Internacional
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Guerra en Ucrania. La guerra, el petróleo venezolano y la doble moral del imperialismo estadounidense

Trascendió este fin de semana la noticia del encuentro entre representantes de alto nivel de la Administración de Biden con el Gobierno de Maduro en Caracas. El objetivo inmediato sería un acuerdo energético con Venezuela tras las sanciones de EE.UU. a Rusia y un probable embargo total petrolero. Todo bajo un fuerte hermetismo.

Lunes 7 de marzo de 2022 22:28

Altos funcionarios del Gobierno de Estados Unidos se reunieron con miembros del Gobierno de Maduro, en Caracas, para discutir sobre los suministros mundiales de petróleo según dio a conocer el diario The New York Times. Es la primera reunión a alto nivel en mucho tiempo, con representantes de la Casa Blanca y del Departamento de Estado, y estaría encabezada por el director principal del Consejo Nacional de Seguridad para el Hemisferio Occidental de EE.UU., Juan González, y el embajador de EE.UU. en Venezuela con sede en Colombia, James Story, según diversos medios.

Aunque sobre el contenido del encuentro no deja de haber una fuerte dosis de especulación por lo secreto de lo discutido, ya que oficialmente no ha trascendido nada públicamente de las partes involucradas al no ser la confirmación por la Casa Blanca y el Gobierno de Maduro, y lo que se conoce es lo que se ha infiltrado por los medios.

La Casa Blanca confirmó este lunes el viaje de una delegación estadounidense de alto nivel a Caracas este fin de semana, para sostener encuentro con el Gobierno de Maduro sobre “seguridad energética”, en medio de la escalada de precios del petróleo por la invasión rusa a Ucrania. Así lo indicó este lunes en rueda de prensa Jen Psaki, la portavoz de la administración de Biden, al ser preguntada por estas conversaciones directas entre Washington y Caracas.

“El propósito del viaje (a Venezuela) era discutir diferentes temas, entre ellos desde luego la seguridad energética”, señaló la portavoz presidencial. Psaki remarcó que las discusiones con miembros del Gobierno venezolano «se produjeron en los últimos días" y apuntó que “continúan”. Incluso afirmó que trataron la situación de los seis exdirectivos de Citgo (filial en Estados Unidos de PDVSA), cinco de los cuales son ciudadanos estadounidenses y uno residente permanente, actualmente en prisión en Caracas. Fuera de eso no dio ningún detalle sobre las conversaciones. El hermetismo sigue.

También el mismo lunes por la noche lo hacía el propio Maduro. "Tuvimos una reunión, yo podría calificar de respetuosa, cordial, muy diplomática (…) Ahí estaban las banderas de Estados Unidos y de Venezuela, y se veían muy bonitas, unidas como deben estar" declaraba muy a gusto desde el Palacio de Miraflores, señalando que en los próximos días una rueda de prensa sobre los acuerdos alcanzados en esa reunión.

Si bien no anticipó nada de lo conversado, sí indicó que "que se logró establecer una agenda con temas de interés bilateral" e insinuó que Venezuela está lista para atender la demanda energética mundial sosteniendo que "Venezuela siempre va a estar al frente de las iniciativas para estabilizar el mercado petrolero", afirmaciones que huelen a negociaciones con Washington. Al mismo tiempo informó que se reanudaba el proceso de negociación instalado en México con la oposición, algo que suena también a desdoblamiento de lo conversado con los representantes estadounidenses.

Que la reunión se daba por hecho y que las conversaciones están en curso lo había dado a conocer el diario El País, del Estado Español, destacando que fuentes con acceso a la embajada de Estados Unidos (de Venezuela pero localizada en Bogotá) habían confirmado la visita oficial, aunque solo había indicado que el objetivo de la delegación sería discutir la posible liberación de presos estadounidenses en Venezuela.

Justo la semana pasada, Maduro declaró que puede suministrar gas y petróleo a Estados Unidos y que Venezuela tiene la capacidad de aumentar la producción del millón de barriles diarios a 3 millones en “poco tiempo”. Dijo también estar abierto a inversionistas de todo el mundo para producirlo y comprarlo, “vengan de donde vengan”. Fue así que pocos días después de la alocución de Maduro, el New York Times publicaba sobre la presencia de la delegación estadounidense en Caracas para discutir con el gobierno venezolano una nueva relación comercial tras años de tensas relaciones.

La visita del fin de semana coincide con un esfuerzo de la Administración Biden para reunir otras fuentes de energía después de que la ola de sanciones financieras impuestas a Rusia limitara los suministros. Los precios del crudo se dispararon, extendiendo un fuerte repunte de una semana, después de que el secretario de Estado, Antony Blinken, dijera el domingo que EE.UU. y sus aliados europeos están discutiendo la posibilidad de un embargo total sobre el petróleo ruso como “castigo” por su invasión a Ucrania. De ser así, Biden estaría evaluando flexibilizar las sanciones petroleras impuestas a Venezuela en un intento por hacer que más petróleo venezolano vuelva a los mercados globales, informó también el diario The Wall Street Journal, de EE.UU.

Es de enfatizar que las sanciones impuestas por Estados Unidos son un arma miserable que busca estrangular más aún la economía del país para generar por esa vía un forzamiento de cambio de gobierno favorable a Estados Unidos. Y como lo han llegado a reconocer figuras del establishment político estadounidense uno de sus objetivos explícitos es causar mayores penurias en el pueblo para generar mayor presión social del cambio de gobierno que Estados Unidos desea.

Como vemos la guerra trastoca toda la situación política, económica y social, como ya se vio con las sanciones de Estados Unidos y los países de la OTAN a Rusia, llevando a un aumento de los precios internacionales de las materias primas y de los combustibles que afectará sobre todo a los países más pobres del mundo, esencialmente los dependientes de todos estos productos, mientras que otros países proveedores de esos commodities probablemente buscarán sacar una ventaja de ello. Pero las sanciones de conjunto a Rusia imponen para los países imperialistas buscar otras fuentes de suministros.

Estados Unidos prometió que su población no iba a sufrir la inflación de los combustibles, de alimentos, etc., pero el alza de los precios de los combustibles es una realidad. Su encuentro con el gobierno de Maduro lo guía un intento pragmático de resolver algunas cuestiones de sus necesidades económicas, pues cuando necesitan algo para sus propios intereses no tienen problema en renegociar de nuevo, cambiando todos sus supuestos “principios” que tanto alardean cínicamente.

Sentarse con Maduro contradice el discurso de las últimas tres administraciones estadounidenses, sobre todo desde Trump, de desconocer al gobierno de Maduro y reconocer a la fantochada de Guaidó, buscando imponerlo por la vía de la fuerza como presidente de Venezuela en toda una movida golpista durante el 2019. Vienen a Venezuela y hablan con Maduro, no con Guaidó, que capaz hasta se enteró del encuentro por las redes sociales.

El Gobierno de Maduro siempre utilizó el discurso de que las sanciones eran la causa de la brutal crisis económica y social, cuando en realidad ésta comenzó mucho antes cuando decidió a partir de 2014 vaciar todas las arcas del Estado para pagar una fraudulenta deuda externa en momentos en que los precios del petróleo se vinieran a pique, al tiempo que continuaba el otro desangre con la fuga de capitales. A lo que fue sumando con el pasar de los años otra serie de medidas antipopulares. Tanto la catástrofe económica como luego con su agraviamiento con la imposición de las sanciones la terminaron sufriendo los trabajadores y el pueblo. El ataque llevado a cabo contra los trabajadores ha sido brutal con políticas abiertamente neoliberales y hasta encarcelamiento a los activistas obreros que se oponen a sus medidas antiobreras.

La economía ahora muestra señales de niveles que apuntan a cierta recuperación, aunque como hemos afirmado asentada sobre esos brutales ataques a la clase obrera, una mano de obra semiesclava, la destrucción de todas las convenciones colectivas y medidas del peor corte neoliberal, dejando a una gran mayoría de la población en la pobreza extrema. Sobre esta base es que la economía habría crecido por primera vez en siete años, o mejor dicho dejando de reflejar tan bajos indicadores negativos, y la producción de petróleo comenzó a recuperarse en 2021, lueg de haber llegado a a tocar niveles de producción de la década de los años 30 del siglo pasado.

Aunque la actual producción petrolera sigue siendo baja, en alrededor de 800.000 barriles por día, cuando llegó a alcanzar casi 3 millones de barriles que Venezuela produjo diariamente durante años, pero se trata de un país que tiene las mayores reservas probadas que cualquier otra nación del mundo. Estados Unidos necesita de un abastecedor seguro y a pocas millas tiene a Venezuela que le puede suplir del tipo de petróleo que le llegaba de Rusia, sobre todo a la región del Golfo de México.

A decir verdad, no es que con las sanciones impuestas por Estados Unidos a Venezuela se haya cortado de cuajo el suministro de petróleo venezolano hacia ese país, ni tampoco se ha paralizado el intercambio comercial. Como parte de esa doble vara y el descarado cinismo imperialista, cada tanto el Gobierno de EE.UU. renueva las exoneraciones de sanciones a sus empresas petroleras que operan en Venezuela, para que estas puedan seguir haciendo negocios y suministrando petróleo a su país de origen.

Sin embargo, es evidente que las sanciones restringen considerablemente las posibilidades de ampliación de la actividad petrolera, tanto de las propias transnacionales privadas en el país como de la propia PDVSSA (que por lo general está asociada con estas). Toda una serie de sanciones impuestas prohíben o restringen la negociación de préstamos, re-estructuración de deudas, importación y exportación de determinados productos, retienen ingresos del país, amenazan con castigos a las empresas o bancos que comercien con PDVSA o empresas estatales, etc., etc.

Parte de eso es lo que al parecer estaría dispuesto a negociar el imperialismo estadounidense, con tal de aliviar los problemas concretos que le podría traer la nueva situación creada con la invasión de Rusia a Ucrania y las sanciones que los imperialismos de occidente le vienen imponiendo.

Y aun cuando está por conocerse y verse realmente hasta dónde podrían llegar tales tratativas de entendimientos, ya vemos cómo la guerra trastoca todo, volviendo Washington en un giro político pragmático, y justo en momentos en que Maduro ya viene operando en ese sentido con sus brutales políticas contra el pueblo y que ha venido dando señales de entendimientos con el poderoso país del norte.