El viernes 19 de diciembre se realizó el congreso de balance de la UOM La Matanza, luego de la reunión del ejecutivo nacional a cargo de Antonio Caló.
Martes 30 de diciembre de 2014
Según un relevamiento del propio sindicato el sueldo promedio de un operario es de $ 6400 (muy lejos de la canasta básica). En el 2014 solo se han efectivizado a 140 operarios en el gremio más grande de la zona, donde el trabajo en negro es moneda corriente. El anuncio de la Presidenta de eximir del pago del impuesto al salario, solo alcanza al 10% de los trabajadores metalúrgicos. Ni hablar del bono de fin de año, que quedó postergado para la semana entrante, pero con pocas expectativas, a lo sumo una mínima suma que no alcanzara para paliar el aumento de la inflación del último año.
Para finalizar, el número del cuerpo de delegados de la UOM Matanza bajo de 245 a 206, sumado a los conflictos como la importante Rapistant, lo que demuestra un claro retroceso de la confianza de los trabajadores en la dirección sindical peronista. Si bien la comisión directiva reconoce estos hechos, siguen excusándose tras el “aguante al modelo” de la década ganada (para ellos).
Cómo no van a defender el modelo Kirchenrista si son cómplices de él. La burocracia sindical es uno de los principales pilares con los que cuenta el gobierno para mantenerse en el poder sin mayores contratiempos, descansando sobre las espaldas del pueblo trabajador los embates de la economía y evitando que cualquier lucha obrera pase los límites que el modelo indica. De esta manera los dirigentes sindicales “pelean” las paritarias, los bonos de fin de año, los aumentos, siempre cuidando y respetando un modelo que le brinda y les garantiza los privilegios con los que cuenta. No conforme con esto, salen “nuevos” candidatos a dirigentes políticos, gremios enteros que apoyan candidaturas a políticos burgueses de todo tipo y color, dejando en evidencia la complicidad con la que se manejan.
Parece un chiste de muy mal gusto cuando los dirigentes locales “denuncian” la situación de sus afiliados y la precarización laboral. Solo basta ver en qué autos se manejan estos dinosaurios, la cantidad de propiedades que ostentan y el principal privilegio de no trabajar. El sueldo de cualquier directivo supera los $ 20.000, a lo que hay que sumarle el sueldo de la fábrica que representan que serán de otros $10.000, sin contar los arreglos a los que llegan con las empresas en cada conflicto, etc. Por eso es una ironía que lleguen en sus autos último modelo a recategorizar a los operarios o pedir alguna mínima mejora, que ni consiguen. Estos privilegios hacen de la burocracia un factor externo y hasta contrario a la clase obrera, que además se encarga de desactivar mediante su aparato la bronca de los laburantes, poniéndose del lado del patrón y convirtiéndose en la policía del capital.
Aunque pasivamente, los trabajadores metalúrgicos, y también los de otros gremios de la CGT, se sienten lejos de ser representados por estos dirigentes que hace alrededor de 30 años ocupan un lugar de poder más parecido a un empresario que a un obrero.
Confiar en nuestras propias fuerzas
A pesar de su dirección burocrática, los sindicatos siguen siendo decisivos e indispensables, como bastión de la clase obrera. Pero deben estar puestos al servicio de su organización y no del enriquecimiento de unos pocos dirigentes. Ya que son instituciones de la clase obrera, creada por ella misma para defender sus posiciones.
Históricamente ha habido grandes ejemplos de organización independiente que lograron barrer a estos dirigentes burocráticos. En los últimos años el gran ejemplo fue el sindicato ceramista de Neuquén, que desde Zanon recuperó el sindicato, estableció una alianza con la comunidad y modificó el estatuto con puntos como la rotación de los dirigentes que al cumplir su mandato vuelven a su puesto en la fábrica, evitando así la burocratización.
Si bien los sindicatos sólo representan a una fracción de la clase obrera ocupada, es un lugar decisivo para las luchas obreras en alianza con los sectores populares que puede torcerle el brazo a los barones, los gobiernos burgueses y sus instituciones.
Tal vez en el último período la batalla más importante la dieron los trabajadores de Lear, quienes se enfrentaron a uno de los gremios más grandes y traidores del movimiento obrero argentino, el SMATA. Como todos sabrán, han logrado la reinstalación de los despedidos luego de enfrentarse a la alianza patrones-gobierno-burocracia sindical. Puede que la más importante lección que ha dejado es la evidente complicidad del SMATA con la patronal frente a los despedidos, donde antes los ojos de un país entero se evidencio su rol traidor, además de demostrar que con organización y lucha se puede vencer.
Tomando estos ejemplos de organización es indispensable que una nueva generación se organice para recuperar los sindicatos y ponerlos al servicio de la clase obrera y no de un pequeño grupo de dirigentes. A esto apuntamos desde el PTS junto con miles de compañeros independientes que venimos compartiendo experiencias el último año.