A una semana del ataque informático a Página12, se extiende el repudio, pero continúa el misterio. ¿Qué intereses y poderes están detrás del ataque? La hipótesis Stiuso.
Leonardo Vázquez @Leo_Vazquez2000
Jueves 17 de diciembre de 2015
Este ataque fue sin duda el más importante a un diario electrónico en la Argentina, que dejó sin funcionamiento al sitio web de Página12 por varios días. Por su duración y la cantidad de lectores afectados, constituye un importante ataque a la libertad de expresión y una forma de censura, sin precedentes en los medios digitales de nuestro país.
El repudio se sigue extendiendo. Por iniciativa del diputado de la Ciudad de Buenos Aires Patricio del Corro (PTS en el Frente de Izquierda) y con la firma de legisladores del Frente para la Victoria, Bien Común, Coalición Cívica, Autodeterminación y Libertad y Socialismo Auténtico, se presentó en la Legislatura porteña una declaración donde se expresa la preocupación de este organismo ante el ataque virtual sufrido la semana pasada por el diario Página/12.
Si bien los ataques habían comenzado varios días antes, desde el lunes 7 de diciembre por la noche se profundizan, haciendo prácticamente imposible el acceso al diario durante varios días. Sin mucha información sobre los mismos, aparecen los primeros comunicados del diario informando del ataque.
Durante los ataques y para enfrentar la censura, los lectores y los trabajadores recurrieron a diferentes formas de sobrellevar la censura impuesta, como compartir imágenes de la edición impresa por las redes sociales o usar “plugins” para navegadores. Finalmente, con la colaboración del grupo de desarrolladores (Tadevel) se logró levantar un sitio espejo que permitió acceder a una réplica del sitio web.
En una entrevista a Radio Nacional, Luis Bruschtein, subdirector de Página12 confirmaba una de las hipótesis que anticipamos sobre el tipo de ataque informático. Se trataría de un “ataque de denegación de servicios” DDoS” a los servidores de la empresa contratada por el diario. Para una mayor información sobre la características de este ataque seguramente será de utilidad una revisión profunda de los registros de actividad de los servidores involucrados (llamados logs). Con la información que tenemos sólo podemos decir que existen ataques de este tipo relativamente sencillos de realizar por “hackers amateurs”, pero de poca duración y fáciles de neutralizar. Por otro lado, también existen ataques de este tipo mucho más sofisticados. Claro que los grandes medios tienen mejores herramientas para neutralizarlos al tener una infraestructura superior.
La hipótesis Stiuso
Como denuncia Bruschstein, la duración y complejidad del ataque hacen pensar en un ataque muy sofisticado, donde se plantea la siguiente hipótesis: que detrás del mismo se encuentren sectores afines a Antonio “Jaime” Stiuso, el hombre fuerte de la ex SIDE (hoy AFI). Es más que acertado plantear esta hipótesis, ya que los distintos servicios de inteligencia de Estado concentran gran cantidad de “armas informáticas” que permiten realizar todo tipo de operaciones, espionaje y ataques informáticos desde las sombras.
La reciente designación de Gustavo Arribas, como nuevo titular de la AFI, abre las puertas al sector alineado con Stiuso (que nunca se fué). Esta disputa de poderes en los organismos de espionaje del Estado, se da mientras el presidente Macri continúa procesado por escuchas ilegales esperando un inminente sobreseimiento. Mientras, el macrismo quiere tomar el control de la Procuración General de la Nación vía la separación de Gils Carbó, que ahora controla la escuchas judiciales mediante la Oficina de Observaciones Judiciales (conocida como Ojota de la ex-SIDE).
La hipótesis Stiuso, pone la lupa sobre el aparato de espionaje del Estado, el mismo que siguió en funcionamiento durante los gobiernos kirchneristas. Como venimos planteando desde la izquierda junto a organismos de derechos humanos, trabajadores y luchadores, es necesario denunciar y enfrentar al espionaje del Estado que ha quedado en funcionamiento para ser utilizado ahora por el macrismo.