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La homosexualidad en el país de los sóviets

Rodrigo López

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La homosexualidad en el país de los sóviets

Rodrigo López

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Si, como plantea Healey en su introducción, la historia de Rusia aún contiene muchos “espacios en blanco” por rellenar, y la historia de los abordajes hacia el amor homoerótico se encuentra entre uno de ellos, para el público hispanohablante esa vacancia es aún mayor. Publicado originalmente en el 2001 bajo el título Homosexual Desire in Revolutionary Russia, la editorial Final Abierto, gracias al trabajo de traducción de Mario Iribarren, nos acerca la edición de este estudio pionero sobre la rica (e ignorada) historia de la homosexualidad en el país de los soviets con el título de Homosexualidad y revolución.

Durante buena parte del siglo XX fueron los años stalinistas, su mito de una heterosexualidad “natural, elemental e inmutable” propia de la gran nación rusa e implementada a costa de recortar los avances más decididos de la revolución en materia de libertades, los que terminaron de impregnar los imaginarios acerca de la relación entre revolución y homosexualidad. La dimensión sexual de la Revolución rusa quedaba sepultada bajo un silencio o, en el mejor de los casos, pasaba a ser considerada como un asunto menor en comparación con los hechos más trascendentes que sacudieron al gigante ruso en el siglo pasado.

El valor de la obra de Healey consiste justamente en eso, en rescatar del olvido que “las actitudes revolucionarias hacia el amor homoerótico no fueron ni tan monolíticas ni tan homofóbicas” como buena parte de la historiografía liberal occidental ha querido suponer. El historiador inglés es claro: fueron los bolcheviques quienes de forma deliberada legalizaron las relaciones consensuales entre hombres eliminando la sodomía (un aberrante término religioso) del Código Penal de 1922. Las leyes que penalizaban la homosexualidad o aspectos de ellas en el resto de Europa fueron abolidas recién en 1968 en Alemania Oriental, en 1971 en Holanda, en 1978 en España, en 1982 en Francia.

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En este marco, Homosexualidad y revolución analiza los cambios y continuidades en el abordaje hacia el amor homoerótico durante los años ’20 y luego su retroceso durante los años stalinistas en la larga duración de la historia rusa. Se vale de un gran arsenal de fuentes y archivos que le permiten reconstruir los avatares del deseo y las prácticas homosexuales masculinas desde el último tercio del siglo XIX hasta los años de “desestalinización” en la década del ‘50 y ‘60 bajo el régimen de Nikita Kruschev, un deshielo que poca novedades trajo para la vida cotidiana de gays y lesbianas, que más bien vieron incrementadas sus persecuciones y encarcelamientos.

La obra de Healey puede ser leída en clave de una historia de los varones homosexuales rusos, en particular de las ciudades de Moscú y Petrogrado. Hay un capítulo dedicado a la historia del lesbianismo donde rastrea sus redes de sociabilidad, pero abierto a su investigación y profundización. El investigador señala que hubo poca o ninguna vigilancia sobre las relaciones sexuales entre mujeres, de allí que los datos para reconstruir sus historias sean más fragmentados. Además, Healey sostiene que a diferencia de sus homólogos hombres, las lesbianas rusas tuvieron menos acceso a la esfera pública y por lo tanto no tuvieron las mismas posibilidades para construir una subcultura propia más coherente (lo que no quiere decir que no existieran tales espacios).

Pero hay otro sentido, y es el más interesante, donde Homosexualidad y revolución puede ser leído como una historia de la sexualidad y el género entendidos en su conjunto. Healey se propone apreciar las relaciones homoeróticas como parte integral del género, como una forma de poder, y en este marco al interés del Estado en definir o reprimir el amor entre hombres como una práctica tendiente a moldear identidades masculinas hegemónicas y una femineidad subordinada.

En esa construcción social del género y de la disidencia sexual intervinieron un conjunto de actores que son analizados en cada capítulo del libro. La medicina y sus subdisciplinas, la religión, la policía y el Estado se fueron disputando a lo largo de la historia el control sobre la regulación del deseo sexual. Pero la homosexualidad no solo fue definida desde “afuera”. Healey, contra todo mito de una nación heterosexual, demuestra cómo los gays rusos desde fines del siglo XIX pudieron construir sus propios espacios de sociabilidad, sus propios códigos y una propia subcultura que transcurría tras los contornos de los baños, los salones de baile y saunas.

El trabajo contextualiza la manera en que estos debates se dieron en el marco de una Rusia conmovida por grandes acontecimientos históricos: la Guerra Mundial, la revolución, la guerra civil, las grandes transformaciones sociales, económicas y políticas que de aquí derivaron. Fue en este marco en el que los bolcheviques promulgaron un Código Penal que desterró la “sodomía” de los delitos penados por la ley.

El libro recoge cómo los bolcheviques, los juristas, doctores e intelectuales marxistas expresaron tolerancia hacia algunas formas de homosexualidad. Recorre cómo en tiempos en donde aún no habían despuntado movimientos de emancipación sexual masivos, los revolucionarios rusos interpretaron “la retórica de la revolución sexual en tono de emancipación”. Apoyándose en una larga tradición revolucionaria de emancipación y liberación, basada en una crítica feroz a la Iglesia y a la moral de las clases dominantes, un sector de los bolcheviques intentó ligarse a lo más avanzado de la lucha contra la homofobia y los prejuicios reaccionarios (centralmente con la Liga Mundial por la Reforma Sexual y los movimientos de emancipación homosexual de Alemania). Inscribe estos esfuerzos en el marco de un proyecto mayor por liberar las relaciones entre las personas y los géneros de toda forma de opresión, poder y subordinación.

Lejos de una visión idealizada, Healey da cuenta de que no hay una relación mecánica entre los cambios operados en la ley y sus efectos en la vida cotidiana. Por el contrario, trabaja con un conjunto de tensiones derivadas de la persistencia soterrada de discursos médicos y psiquiátricos, que recostados en una concepción reproductivista y racionalista de la sexualidad, seguían patologizando aspectos de la relaciones entre hombres del mismo sexo.

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Es un análisis en clave histórica, señala rupturas en la línea del tiempo y desecha de esta manera la idea de un continuum en la construcción de una heterosexualidad conservadora y centrada en la familia entre los años ‘20 y ‘30, argumentando que el profundo viraje que implicó el stalinismo se realizó sobre la base de extirpar los ideales revolucionarios y antipatriarcales. Y en este marco, discute nuevamente contra la historiografía liberal que en vano durante años dedicó sus esfuerzos en trazar una línea sin rupturas entre el bolchevismo y el stalinismo, pasando por alto la diversidad de las tradiciones radicales en los primeros años de la revolución.

Aparte de ser un excelente trabajo de historia social, esta investigación es una excusa para rescatar una experiencia pionera en la historia del siglo XX, a repensar los vínculos entre revolución sexual y revolución social. Si, como plantea Iribarren en la introducción, no puede existir una auténtica emancipación sin terminar con todas las formas de opresión y de explotación, los acontecimientos aquí narrados son una visita obligada para todos aquellos y todas aquellas que se propongan transitar este camino.


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Rodrigo López

Nació en Rosario en 1989. Es licenciado en Historia de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario.