En la provincia de Neuquén en agosto del 2017 se sancionó la resolución nº 1256 que adhiere a la resolución nº311/16 del Consejo Federal de Educación de la Nación. En ellas se fundamentan los marcos normativo, teórico y metodológico referidos a la “Inclusión en la educación”.
Viernes 8 de mayo de 2020 14:53
Dicha resolución se sanciona y se informa de un día para el otro a los y las trabajadoras de la educación de todos los niveles. Y ante las manifestaciones de disconformidad con la verticalidad de las políticas y la distancia de las letras con la realidad educativa, el gobierno usa este discurso para acusar de discriminadores y discriminadoras o que falta voluntad a quienes lo cuestionen, queriendo generar también un enfrentamiento entre docentes y familias de personas con discapacidad.
Estas resoluciones por un lado seducen con un discurso progresista y políticamente correcto utilizando la lucha de los familiares y de las personas con discapacidad para imponer el “modelo social” y las convenciones de derechos, dirigiéndose a un sector hasta ahora bastante postergado en cuestiones sociales en general. Y por el otro deja entrever la clara intención del desmantelamiento de la Educación Especial en términos de infraestructura y flexibilización y precarización laboral, tanto para quienes trabajan en Escuelas Especiales como para docentes de Nivel Inicial, Primario y Medio.
Condiciones laborales docentes
Las repercusiones en las condiciones laborales ya comenzaron a hacerse realidad. Por ejemplo para quienes trabajan en escuelas especiales en las asambleas se publican los cargos con una denominación que se vincula con la función: preceptoría, maestra de sala/integradora y el turno escolar, pero se empezó a cambiar la denominación de los cargos, lo cual permite que la dirección de la escuela en la que se toma un cargo, pueda disponer de forma arbitraria de sus servicios en el horario que le convenga, así mismo con el rol que puede llegar a ocupar. Por ejemplo hay escuelas en las que los cargos figuran todos como “maestro o maestra integradora” y es la dirección quien resuelve a dónde desarrollará su función la docente, es decir si en sede y en qué sala o fuera de la misma.
Otra situación que comenzó a darse es la sobrecarga de “estudiantes incluidos” para acompañar en su trayectoria, tanto para la docente MAI (Maestra de Apoyo a la Inclusión) quien debe organizar sus horarios teniendo en cuenta una gran cantidad de variables, establecimientos y áreas que mejor se adecuen a cada niño y niña. Como para la o el docente a cargo del grupo en nivel inicial y primario o de profesores en nivel medio, estos últimos por las características del sistema, tienen una gran cantidad de estudiantes de diferentes cursos y edades.
En resumidas cuentas se desdibuja el rol de la MAI, ya que la función de ésta y tal como se lleva adelante en la verdadera inclusión, no es trabajando en forma particular con los estudiantes con discapacidad, exponiéndolos y segregándolos en el mismo aula. Por el contrario, el trabajo debe ser dupla pedagógica proponiendo estrategias pedagógico-didácticas para todo el grupo, atendiendo la singularidad de cada uno y una. Pero es imposible materializar la inclusión de ésta manera cuando se tiene tantos estudiantes por aula (26 según normativa), lo que pone de manifiesto la falta de creación de nuevas escuelas.
En todos los niveles educativos nos encontramos con niños y niñas y jóvenes vulnerados y vulneradas, cuyas condiciones de vivienda, salud y protección familiar distan de ser las ideales para acompañar el crecimiento individual y la trayectoria escolar. Esto hace que la labor docente trascienda el ámbito puramente académico, y la transforme también en un agente de coordinación de redes y quehaceres burocráticos para salvaguardar la salud integral de los y las niñas, lo que no siempre se logra. Esto hace que el o la docente se vea frente a una “encerrona trágica” recurriendo a un Estado que no destina el presupuesto acorde a los organismos que se ocupan de asistir a las personas en situación de vulnerabilidad, por ejemplo Salud y Desarrollo Social. Sumado a estas tareas, se debe cumplir con las planificaciones y tiempos escolares, creación de recursos, lo cual excede los 200 pesos que se otorgan con ese fin, que salen de su bolsillo. Y sin olvidar que para el sustento personal y el de su familia debe sobrecargar su jornada laboral con doble turno, lo cual repercute negativamente en la propia salud.
Las y los trabajadores estamos en constante debate y diseño de estrategias para atender las necesidades, de toda índole, que tienen los y las estudiantes y enseñar con la mejor calidad posible dentro de lo que las condiciones materiales y sociales lo permiten, lo cual lleva muchas veces a la frustración. En definitiva queremos ser parte del debate sobre la escuela que queremos y necesitamos y contar con el real presupuesto para ello.
Inclusión y pandemia
Ante la situación de pandemia, cuarentena y aislamiento social obligatorio la sociedad en su conjunto ha tenido que buscar la forma de adaptarse. Las trabajadoras de la educación no fuimos excepción, buscamos las estrategias y herramientas para poder llegar a nuestros estudiantes con el contenido, pero sobre todo buscando generar y fortalecer el vínculo irremplazable que se construye entre escuela, docentes, niños, niñas y sus familias.
En educación especial establecer un vínculo de confianza y referencia es crucial. Ante la imposibilidad de hacerlo personalmente por la situación actual para trabajar con estudiantes con discapacidad (ya sea neuromotora, o ciega, sorda, intelectual, o con trastornos de la personalidad como la psicosis y autismo) es fundamental el acceso a dispositivos tecnológicos adaptados a las particularidades de cada uno, los cuales son muy costosos y las familias no pueden acceder a ellos. Por otro lado los cuadernillos estandarizados enviados por nación están alejados del paradigma de la inclusión, los contenidos ni siquiera cumplen en términos del respeto por la diversidad cultural, tal como ocurrió con la información del pueblo-nación Mapuche.
Nuevamente nos encontramos con los límites de la educación virtual que no hace más que acentuar las desigualdades, la inclusión en un saco roto otra vez. Y no hablo ya solo de niños/as con discapacidad sino de las desigualdades que genera este sistema (acceso a cubrir necesidades básicas como trabajo, salud, alimento, etc) y esta situación en particular; familias desbordadas por la incertidumbre económica, hacinamiento, niños y niñas conviviendo con personas violentas, escaso acceso a internet y a dispositivos electrónicos, etc.
En la provincia venimos denunciando que quedaron muchos cargos vacantes sin cubrir, es decir docentes desocupados y desocupadas y niños y niñas sin un referente escolar a quien recurrir. Además de las retenciones ilegales del salario por “errores” en la liquidación y las altas cifras de descuentos por cuarta categoría. Los precios siguen subiendo y se habla de un congelamiento del salario, a pesar de todo lo mencionado el gobierno y el CPE han dispuesto la resolución 230/20 que impone la “educación virtual” e intenta que este periodo sea evaluado desconociendo las dificultades y diferencias de acceso.
La ternura como trinchera
Resistir, desafío de época, aunque la crisis no es novedad. En este contexto en el que nos reinventamos y tendemos redes de solidaridad para sostenernos, entendemos que una vez más los sectores más golpeados son los de abajo, que los años de recortes en el sector público se notan, que la salida es colectiva, que las políticas y sobre todos las realidades inclusivas se construyen con presupuesto y mejores condiciones de vida para todos y todas.
Resistir, lo hacemos dentro y fuera de las aulas. Instituir ternura, lo hacemos más allá de las fronteras de las escuelas, instituir ternura como decisión política, como categoría psicológica, como modo de afrontar la vida. Luchar e instituir ternura. Encerrona trágica, otra vez. Escuchar, abrazar, accionar, enseñar que las cosas pueden y deben ser diferentes. La resistencia y la ternura como salvavidas en el mar de las injusticias