Mireia Boya, diputada de la CUP criticó la participación de la Casa Real en la cabecera de la manifestación. La izquierda independentista catalana se pliega ante la "unidad nacional" llamada por Rajoy y el Rey.
Martes 22 de agosto de 2017 13:28
No es un secreto para nadie que la Casa Real española mantiene íntimas y fraternales amistades con las monarquías wahabistas de Qatar o Arabia Saudí, uno de los principales epicentros para la financiación del ISIS.
Amistades conocidas por todos y todas, y que ya en su momento le valieron una ruptura de cadera al Monarca emérito, Juan Carlos I, cuando se encontraba de cacería en Botswana junto a uno de los hombres de confianza del anterior monarca saudí. Tampoco es un secreto que son precisamente éstas las que alimentan ideológicamente y financian económicamente grupos extremistas, como el ISIS, en todo el globo.
Durante el día de ayer, en una entrevista concedida en Catalunya Ràdio la diputada de la CUP (Candidatura de Unidad Popular), Mireia Boya, aseguraba que la formación independentista estaba planteándose si acudir o no a la manifestación que tendrá lugar en Barcelona el próximo sábado 26 de Agosto en repudio a los atentados ocurridos en Catalunya en los últimos días.
Según explicó la portavoz, desde la CUP lamentan que sean las autoridades políticas quienes convoquen y encabecen la manifestación y no la sociedad civil. Y han pedido que la marcha sea encabezado por los taxistas, el personal sanitario... y los Mossos de Esquadra.
La posible presencia del Rey en la movilización ha sido el foco de las duras críticas de la CUP, porque como dijo textualmente, "todo el mundo sabe cuáles son las relaciones de amistad y económicas de la monarquía española, sus relaciones con las monarquías pérsicas, como Catar y Emiratos, que financian al Daesh y que son culpables de lo que sucedió el jueves en Barcelona. Es una hipocresía enorme que el Rey venga a pasearse", pero no solo la monarquía, "sino toda una serie de oligarquías del Estado español, tienen negocios en países que contribuyen de forma muy clara al fanatismo religioso cada vez más presente en la sociedad".
Con estas palabras la CUP se ha convirtió durante el día de ayer en la única formación política que señalaba abiertamente la responsabilidad del Gobierno español, la Casa Real y buena parte de los empresarios de todo el Estado en los atentados, que el pasado viernes, conmocionaron al conjunto de la población en Catalunya y el conjunto del Estado español. Estas valientes declaraciones les han valido las críticas de el periódico El País que no tardaba en dedicar una editorial para arremeter contra la izquierda independentista alentando al President de la Generalitat de Catalunya, Puigdemont, a romper relaciones con "los radicales".
Pero no hace falta más que echar la vista unos pocos meses atrás, para darse cuenta de la fecunda historia de éxitos comerciales que vinculan al Estado español y a las patronales españolas y catalanas con el régimen de Riad.
La última expedición del monarca en 2017 fue todo un éxito. Perseguía un único objetivo cumplido: cerrar los acuerdos para la construcción del tren de alta velocidad entre Medina y La Meca y cinco barcos militares para las fuerzas armadas saudíes, a cargo de la empresa Novantia.
Durante su viaje, Felipe VI estuvo acompañado por las principales multinacionales españolas como Acciona, ACS Cobra, Sacyr, Técnicas Reunidas o Renfe. La patronal catalana tampoco ha perdido el tiempo en buscar sus negocios en Oriente Próximo. La constructora FCC o la metalúrgica CECOT han obtenido millonarios beneficios de los acuerdos con la oligarquía saudí.
Al día de hoy son más de 4.000 empresas españolas las que hacen negocios con Arabia Saudí, y las relaciones bilaterales entre ambos países, en las que la Casa Real se mantiene como puente, son un nicho de beneficios económicos que todos quieren preservar, pese al papel calve que juega hoy el régimen del rey Salamán en la proliferación y extensión de grupos extremistas. Es más, la industria armamentística es una de las más beneficiadas, llegando a alcanzar un récord de 546 millones de euros en 2015. Las cifras son grotescas.
Los atentados en Cataluña y las valientes declaraciones de la izquierda independentista ponen sobre la mesa una realidad que no puede ocultarse: tras la sangre de los atentados, se encuentran los beneficios económicos del capitalismo español.
Finalmente hemos sabido que aunque el Rey participará, la marcha no estará encabezada por la monarquía, sino por el personal sanitario, los taxistas y los Mossos de Esquadra (policía catalana), una decisión que respondía a las exigencias de la CUP.
Sin duda, el clima de “unidad nacional“ e “institucional“ ha tenido su máxima expresión en la posible participación del Rey en la cabecera de manifestación de Barcelona. Este hecho habría sido una muestra de cinismo insoportable, una falta de respeto hacia las víctimas, hacia sus familiares y hacia el conjunto de la población que hoy se enfrenta a las brutales consecuencias del imperialismo.
Hoy sabemos que la monarquía no encabezará la marcha, pero probablemente seguirá participando en ella junto al Partido Popular y resto de las fuerzas políticas del Régimen. Lamentablemente, la izquierda independentista, ha expresado su voluntad de participar en la movilización pese a contar con la presencia, aunque con menos protagonismo, de la Casa Real y el Gobierno del PP, una línea totalmente diferente al discurso rupturista de estos últimos días. Este cambio de posición fue motivado porque aparentemente su exigencia de que los Mossos d` Esquadra encabezaran la manifestación sera cumplida.
Más allá de que la fórmula final sea o no la doble cabecera propuesta por Ada Colau (Alcaldesa de Barcelona), con esta decisión la izquierda independentista acaba plegándose a la defensa de la "unidad nacional". Además, tampoco conviene olvidar que los Mossos de Esquadra acumulan decenas de denuncias públicas por casos de abuso racista e islamofobia.
Todavía no está claro si su presencia será como grupo propio o se mezclarán con los ciudadanos. En un primer momento, el argumento utilizado por los diferentes portavoces de la CUP era que "no querían acompañar quienes financian al Daesh con sus negocios", una crítica que debería hacerse extensiva no solo a la Corona sino también a todas las fuerzas políticas que con su complicidad facilitan estos negocios, es decir, tanto el Gobierno como la Generalitat.
No hay lugar para la falsa tristeza de quienes en beneficio de sus intereses económicos tienden la mano a los culpables políticos de estos crímenes, como las monarquías de Qatar, Arabia Saudita o el gobierno de Turquía. Pero tampoco debería haberlo, para las fuerzas represivas que alimentan el racismo y la islamofobia. La policía de las persecuciones, redadas y detenciones a la población inmigrante en Barcelona y el conjunto del Estado. La policía contra los manteros, la policía de los "vuelos de la vergüenza" y las deportaciones, la de Tarajal, la de Ciutat Morta, la de los desalojos y desaucios ilegales y que reprime a la juventud que lucha.
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