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Red Internacional
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PANORAMA ELECTORAL EN BAHÍA BLANCA. La izquierda tiene nuevas oportunidades

La crisis de representación peronista, la vuelta de la sociedad civil y el regreso de los muertos vivos.

Jueves 30 de abril de 2015

La gran interna peronista entre sciolistas-kirchneristas y el massismo ocupa un lugar central en la ciudad. La crisis de representación en la Intendencia se remonta a viejos tiempos, con el "despido" del ex-intendente K, Rodolfo López, para ser suplantado con un Breitenstein que, con represiones a pescadores y tomas de viviendas fue desgastando su imagen, hasta que la victoria electoral de 2011 le permitió irse por la puerta de al lado, dejando en Bahía Blanca a Bevilacqua. Éste, por su parte, saltó del sciolismo al massismo, en plena crisis municipal por la trágica muerte de Daiana Herlein. La chica perdió la vida aplastada por un árbol en el parque más concurrido de la ciudad, debido a la negligencia de los funcionarios municipales. Así, finalmente el nuevo "oficialismo" massista está atravesado por esta crisis, que a la vez es la del anterior sciolismo, y en toda esa confusión de quién es quién y en qué ala de esa gran interna juega, el massismo debe recurrir en estas elecciones al principal dirigente peronista, Larraburu, quien irá como candidato a Intendente por +a.

La crisis es la de un municipio que está plagado del aparato de este "pan-PJ", de todas las vertientes. De cara a las elecciones, los sciolistas no encuentran un candidato consistente: está entre el recaudador provincial Budassi y otros de carrera oportunista fácil, y por cierto bien a la derecha junto a Breitenstein, como el joven Mandolesi. Demasiado fríos, poco versátiles, muy burgueses para un pueblo trabajador que lo nota a la legua. El propio kirchnerismo y su arco "progre" podría jugarse con un Feliú, que está con Randazzo, aunque significaría para éste un paso atrás en su carrera dentro del kirchnerismo, volviendo de la provincia a la ciudad. En todo caso, si vuelve, será defensivo, de retroceso en orden.

Lo cierto es que hoy es totalmente visible que el municipio lo dirige el capo Larraburu, sin importar las formas políticas elementales. Es un símbolo de la crisis de la casta política. El señor que siempre estuvo en el poder detrás del poder formal de las papeletas y los cargos; ese mismo que siempre supo acomodarse entre las sombras del Estado, en la "sociedad civil", quien dirige la vida y entretenimiento de miles en las barriadas con su presidencia en la Liga del Sur, manejando los clubes. A este señor y su proyecto massista vino a respaldarlo las fuerzas del orden dentro del movimiento obrero: una gran cantidad de burócratas de todas las ramas sindicales lo apoyan. Aolita de la AEC, el patotero Pera de la UTA y una pléyade de sindicatos menores de la diáspora peronista están con+a. La conclusión que sacaron es que la "representación política" ya no puede ser ocupada directamente por el "personal político" de comité sino por quienes son el verdadero poder detrás de las bambalinas. Y con ello exponen de manera manifiesta que son esas verdaderas corporaciones, junto a un puñado de grupos empresarios, los que dominan sin ningún disfraz ya. Esa imagen de Larraburu es su estigma, y su fuerza.

"Sacar gente" de las "instituciones": los sindicatos, las corporaciones industriales, los generadores de "opinión pública", las asociaciones deportivas y civiles de la ciudad; para ponerlos manos a la obra e ir por el comando del Municipio es intentar poner orden donde no todo es color de rosa. Pero la "treta" no sólo se aviene al massismo oficialista. El PRO, fiel a su falta de partido orgánico, acude al ex-periodista, el provinciano Hector Gay, por siempre vocero de la oligarquía del campo y de las multinacionales de Ing. White. Es un proyecto empresarial, no muy distinto al massista, pero sin la pata peronista en los barrios y los lugares de trabajo. El aparato lo reemplaza con una inmensa cantidad de plata para las campañas, y muchas tapas de los diarios y portales web.

Y en ese juego electoral de caras recontra viejas para la sociedad civil, pero "nuevas" en sus ansias de ocupar cargos ejecutivos, cobra relevancia, y como antítesis de este movimiento, el acuerdo entre los Linares del GEN y Woscoff, ex UCR, quienes aparecen reflotando con ropaje nuevo la Alianza reaccionaria de los 90´s. Linares, el intendente que recibió el repudio de miles que escrachaban su casa en pleno cacerolazos del 2001, sale a reconocer con total desparpajo que él no es periodista, ni está ligado al fútbol ni nada que se le parezca; él siempre vivió de la política, y que no hace marketing. En obvias alusiones al tándem Gay-Larraburu, su discurso intenta represtigiar a la casta política que nunca se fue, siempre vivió del Estado, en diferentes cargos, y cuando se le preste la oportunidad, volverá a ser Ejecutivo, para seguir privatizando empresas...les quedará alguna? Lo cierto es que por arriba el acuerdo Linares-Woscoff podrá ganar votos de derecha, disputando el espacio PRO, y a la vez buscando con Woscoff un espacio más de centro y centro-izquierda impensable para estos viejos dinosaurios privatistas y amigos de la SRA. De todas formas, está por verse cuánto puede recolectar "por izquierda" este vecinalista, dado que luego de coquetear con el Partido Comunista local durante años, éstos terminaron yéndose: resultaban insostenibles los coqueteos de Woscoff con Macri y el acuerdo con los Linares.

Los medios de comunicación buscarán y ayudarán a una disputa en trío Larraburu-Gay-Woscoff muy a la derecha en cuanto a programa, y un sciolismo/kirchnerismo más relegados. El escenario podría cambiar, y habrá que ver si Feliú se anima a ello. Pero lo cierto es que en tal o cual escenario puede nuevamente cobrar relevancia un planteo por izquierda, expresado en los candidatos del Frente de Izquierda, que habiendo hecho una muy buena elección en los anteriores comicios, y mostrando buenas actuaciones en Mendoza, Salta, Neuquen y CABA, podrá nuevamente plantear sus ideas golpeando a diestra y siniestra sobre los adversarios enfrascados en rencillas internas y de intereses ligados a las grandes corporaciones empresariales. La diferencia del FIT es que sus listas están llenas de trabajadores, mujeres y jóvenes que representan las necesidades de los sectores populares, y esto contrasta notablemente con la pose demagógica de los candidatos patronales. Las anteriores elecciones, y especialmente, los debate televisivos, han mostrado la enorme distancia entre los candidatos de los empresarios y la oligarquía, e incluso de la burocracia sindical; y la izquierda, que los denuncia por ser los responsables de la otra Bahía, la de la precarización, la de las necesidades elementales insatisfechas.

Las fuerzas vivas de la izquierda y las organizaciones sociales, gremiales y estudiantiles asociadas de alguna manera a esta tendencia político-electoral son una fuerza para nada despreciable, y que se puede fortalecer con la debilidad de un kirchnerismo en retroceso, frente a una derecha gorila y peronista tradicionalmente fuerte, que se propones "volver por lo suyo" para seguir gobernando para las clases dominantes de la región.