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Red Internacional
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ELECCIONES CATALUNYA 14F. La juventud pasará el 14F (políticamente) sola

Criminalización, paro juvenil, universidades cerradas, aumento de la precariedad, gobiernos neoliberales y perspectivas de futuro poco ilusionantes ¿Quién “representa” a la juventud este 14-F?

Viernes 5 de febrero de 2021

Las elecciones catalanas se acercan y la discusión política se extiende en las conversaciones con amistades, familiares o compañeros de trabajo alrededor de la cuestión del voto. Lejos del tópico que dice que a la juventud no le interesa la política, los y las jóvenes no somos ajenos a esta situación, pero sí que cabe entender que gran parte sintamos rabia ante el 14-F.

Sentimos rabia porque después de meses criminalizándonos y responsabilizándonos de los contagios, incluso obligándonos a hacer exámenes presenciales después de todo un semestre online, ahora el gobierno central y los jueces deciden imponer unas elecciones en plena tercera ola de la pandemia porque parece beneficiar electoralmente a Salvador Illa, candidato del PSC. El Régimen del 78, que en tantas ocasiones nos ha reprimido durante los últimos años – incluso con la complicidad de la Generalitat –, vuelve a intervenir en Catalunya para forzar un Govern a su gusto.

También hemos visto cómo el Govern no ha tenido en ningún momento la más mínima voluntad de considerar la educación un sector esencial. Ni se invirtieron los recursos necesarios para aumentar el profesorado, ni se habilitaron espacios de estudio para garantizar la enseñanza presencial segura, ni se dotó al personal docente y no docente del material higiénico-sanitario requerido.

Contrariamente, la Generalitat optó por colegios e institutos abiertos sin medidas de seguridad para que los padres pudieran ir a trabajar y universidades cerradas a la primera de cambio, todo ello imponiendo la docencia online sin dar una respuesta efectiva a la brecha digital y sin hacer ninguna devolución del coste de las matrículas.

Además, observamos como aumentan y aumentan las restricciones mientras miles tienen que seguir yendo a trabajar en lugares con riesgo de contagio y metros absolutamente abarrotados. La vida social de la mayoría se reduce al mínimo y el paro y la precariedad crece, pero los beneficios de una pequeña minoría aumentan. Los ERTEs de empresas millonarias se sufragan con dinero público y las ayudas de la UE acabarán en el IBEX mientras que los costes de esta crisis los acabaremos pagando nosotros y nosotras.

Porque seremos jóvenes, pero si algo nos enseñó la crisis del 2008 es que en este sistema capitalista la clase trabajadora y los sectores populares son siempre quienes pagamos las pérdidas de quienes nos explotan.

Sin embargo, la rabia no es solo por una cuestión de presente, sino por un problema de futuro. Poco a poco son más quienes empiezan a comprender la irracionalidad de este sistema donde la producción de las vacunas es privada y sus patentes están guardadas bajo llave, impidiendo el acceso a la vacunación de millones de personas. Cada vez son más quienes observan que unos pocos acumulan más y más riqueza a costa de hundir a la mayoría en una pobreza y miseria creciente en una de las mayores crisis desde hace años.

Si todo esto es lo que nos genera rabia ¿a quién votar para que le dé respuesta? Y aquí es donde la rabia se convierte en desencanto con las opciones existentes. Nada que decir de las tres derechas que abanderan la españolidad y defienden las políticas neoliberales, pero también poco más que añadir sobre el PSC/PSOE que ha sido ejemplo de reformas laborales, gran agente del Régimen del 78 y la represión contra Catalunya junto al PP-Vox-C’s, líder de gobiernos para el IBEX y responsable de una gestión criminal de la pandemia.

Por su parte, Unidas Podemos ha tardado poco en confirmar su rol de pata izquierda de esta democracia para ricos, siendo parte del gobierno “progresista” que apoya a la monarquía y asegura los beneficios de las empresas.

En cuanto a JxCAT y ERC, ambos han demostrado su incapacidad para hacer efectivo el derecho de autodeterminación de Catalunya y su rol represivo contra sectores del movimiento independentista, especialmente contra la juventud. Siempre enemigos de la clase trabajadora y, consecuentemente, negados a poner en marcha las fuerzas de esta y los sectores populares, incluso si esto va en detrimento para pelear por la independencia.

Además, si durante el procés alguien se había olvidado por un momento de quiénes eran los partidos tradicionales de la burguesía catalana, su gestión de la covid prácticamente calcada en esencia a la de gobierno central ha vuelto a despejar las dudas: más restricciones, cero cuestionamiento a la sanidad privada e incluso externalización de servicios como el de rastreo.

Por último, la CUP que se ubica como la posición más de izquierda contra el gobierno “progresista” y se alejaba de sus socios de JxCAT y ERC, ha vuelto a una política de la mano extendida hacia estos con Dolors Sabater (alcaldesa de los ayuntamientos del cambio sin cambio), llegando a proclamar que están dispuestos a entrar en el gobierno, lo cual supone aceptar gestionar el Estado capitalista.

Por eso, yo también formo parte de esa juventud que este 14-F se abstendrá o votará nulo. Porque ante esta situación de crisis y las perspectivas de futuro que se plantean, la solución no está en seguir apoyando a la izquierda que mantiene este sistema, sino en construir una radicalmente distinta de manera independiente a los intereses de quienes nos explotan.

Ese discurso de “no podemos hacer nada” o “tenemos poca fuerza” por parte de la izquierda adaptada a las instituciones ya cansa. No puede ser que mientras la extrema derecha se fortalece y sale a pelear para defender los intereses de los que más tienen, el discurso hegemónico de la izquierda se quede en un “queremos, pero no podemos”.

Pero nuestro desencanto con las opciones existentes, no es resignación. Ante esta situación, necesitamos construir una izquierda anticapitalista, revolucionaria y con independencia de clase que diga: “queremos hacer pagar esta crisis a los capitalistas, gravar con impuestos progresivos a las grandes fortunas para financiar los sectores como la educación, la sanidad, nacionalizar la banca y toda empresa que cierre o despida bajo control de sus plantillas, industria; expropiar las farmacéuticas para garantizar una producción para todo el planeta, nacionalizar las empresas estratégicas, como las eléctricas para que nadie se quede sin luz y llevar a cabo una reconversión energética, repartir las horas de trabajo sin reducir el salario para acabar con el paro. Porque queremos llegar a conquistar una sociedad sin explotados ni opresión”.

Y no solo lo decimos, sino que nos preparamos para conseguirlo junto a los y las trabajadores que hoy sufren el aumento de la precariedad, las mujeres que sienten en sus carnes la combinación de la explotación laboral y la opresión patriarcal, las personas migrantes que huyen de sus países saqueados por los estados imperialistas y, por supuesto, la juventud combativa que peleamos por una salida colectiva no individualista.