Recomendamos aquí la lectura de la “Plataforma de lucha de la Juventud Trabajadora”, texto publicado en septiembre de 1938 en el marco de las conferencias fundacionales de la IV Internacional.
Jueves 24 de junio de 2021 23:01
Marcos Kazuo.
En su Diario del exilio, de 1935, León Trotsky reconocía que pese a haber liderado el soviet de Petrogrado en 1905, dirigido la insurrección de octubre en 1917 y organizado el Ejército Rojo en los años de Guerra Civil, la formación de la IV Internacional era la tarea “más importante de su vida”. La crisis capitalista, el ascenso del fascismo y del nazismo, junto con el proceso de burocratización del primer estado obrero en la historia a manos de Stalin, dieron paso a las condiciones para una nueva catástrofe: la Segunda Guerra Mundial. Ésta planteaba la tarea urgente de formar una organización política que propusiera una salida socialista y revolucionaria para la clase obrera, evitando que fuera arrastrada a una nueva carnicería al servicio del imperialismo.
La Internacional Comunista, maniatada por el estalinismo, había utilizado el prestigio de la revolución rusa para condenar al fracaso los intentos de la clase trabajadora por frenar el avance del fascismo e instaurar un gobierno propio, como había quedado demostrado, entre otras experiencias, en Alemania, Francia y España. En 1935 esta política se consolidó con el llamado a la construcción de Frentes Populares, una orientación que proponía una alianza entre organizaciones de trabajadores (partidos obreros, sindicatos) y la burguesía, es decir, una política de conciliación entre las clases. Era necesario, por lo tanto, una organización que articulara una salida independiente, que se propusiera derribar al capitalismo, defendiendo la pelea por el socialismo a nivel internacional y evitando que las potencias capitalistas se encaminasen a la Segunda Guerra Mundial con consecuencias que serían catastróficas para las masas.
Esa organización era para Trotsky la IV Internacional, cuyo programa fundacional se condensó en el Programa de Transición. Allí se planteaba que la juventud trabajadora cumpliría un papel fundamental en la nueva organización: “Las puertas de la organización están completamente abiertas para los obreros revolucionarios, que son quienes deben sentirse dueños de la misma. Claro está que aún entre los obreros que en un tiempo ocuparon las primeras filas, actualmente hay no pocos fatigados y decepcionados. Por lo menos en su próximo periodo se mantendrán apartados. Con el desgaste del programa y de la organización manteniendo sobre sus hombros. El movimiento se renueva con la juventud, libre de toda responsabilidad del pasado.La IV Internacional presta una atención y un interés particularísimo a la joven generación del proletariado. Toda su política se esfuerza por inspirar a la juventud confianza en sus propias fuerzas y en su porvenir. Sólo el entusiasmo fresco y el espíritu beligerante de la juventud pueden asegurar los primeros triunfos de la lucha y sólo éstos devolverán al camino revolucionario a los mejores elementos de la vieja generación. Siempre fue así y siempre será así”.
Varias de las experiencias de la juventud que abrazó la Oposición de Izquierda y luego la IV Internacional -en la que el joven hijo de Trotsky, Lyova, asesinado por la burocracia stalinista, jugó un rol muy importante- quedó plasmada en el texto que presentamos aquí, como un llamado enérgico a las jóvenes generaciones a que no se resignen a aceptar por “comunismo” aquello en lo que iba degenerando la URSS. Como se podrá leer, el texto no se limita a aquellas demandas “económicas” de los jóvenes trabajadores, sino que plantea una visión integral de su vida, de sus necesidades y aspiraciones.
Más de 80 años después de publicado este texto, la realidad de la juventud trabajadora ha cambiado en muchos aspectos, pero creemos que no en lo esencial: salvando las distancias sigue siendo uno de los sectores más explotados de la clase trabajadora, con los empleos más precarios, ninguneados por las burocracias sindicales y perseguidos por el poder estatal. El capitalismo no solo no ofrece un futuro a las nuevas generaciones, sino que incluso nos condena a vivir peor que nuestros padres y en un planeta cada vez más contaminado. Pero sobre todo este texto cobra actualidad porque la juventud trabajadora vuelve a emerger como una fuerza enorme, que está dando dinamismo a las luchas obreras en todo el mundo, despertando a las viejas generaciones (en muchos casos cansadas después de tantos años de neoliberalismo y democracia burguesa), aportando su creatividad y su energía, como hemos visto en Francia, en Chile, en Estados Unidos y cada lugar del mundo en donde los explotados y oprimidos se levantan contra este sistema capitalista cada vez más decadente. Al igual que en 1938 se vuelve indispensable construir una organización política que lleve esas luchas a la victoria.
PLATAFORMA DE LUCHA DE LA JUVENTUD TRABAJADORA [1]
1° de septiembre de 1938
1. El capitalismo, ya sea autoritario o liberal, se demuestra incapaz de aportar la menor solución a la miseria y angustia de la juventud trabajadora. Los jóvenes quieren un oficio y cuando pueden acceder a uno (¡muy pocas veces!) solo es para encadenarlos mejor a una máquina que mañana dejará de producir y los dejará morir de hambre al lado de las riquezas que produjeron. Los jóvenes quieren trabajar, producir con sus manos, utilizar sus fuer- zas y el capitalismo les da como perspectiva la desocupación o “la ejecución de trabajos en condiciones diferentes a las condiciones normales de producción”, según la excelente e hipócrita definición dada de los campos de trabajo por la Sociedad de las Naciones, o incluso la producción de armamentos, que engendra la destrucción y no el bienestar. Los jóvenes quieren aprender y se les niega el acceso a la cultura. Los jóvenes quieren vivir y se les ofrece como todo futuro morir de hambre o perecer en una nueva guerra imperialista. Los jóvenes quieren crear un nuevo mundo y solo se les permite mantener o consolidar un mundo descompuesto que se derrumba. Los jóvenes quieren saber cómo será el mañana y la única respuesta que les da el capitalismo es esta: “Hoy hay que apretarse más el cinturón; mañana se verá... Por otro lado, quizás para ustedes no haya mañana”.
Dar un futuro a la juventud: dar un futuro al mundo
2. Es por eso que la juventud se alineará bajo la bandera de los que le aporten un futuro. Solo la IV Internacional, porque representa los intereses históricos de la única clase que puede reorganizar el mundo sobre nuevas bases; solo los bolcheviques-leninistas pueden prometer a la juventud un futuro en el que podrá utilizar plenamente sus capacidades. Solo ellos pueden decirle a la juventud: “Queremos construir contigo un mundo en el que cada uno trabaje y tenga la dignidad de trabajar bien, de tener su oficio hasta en los menores detalles: un mundo en el que cada uno comerá según su apetito, pues la producción estará reglamentada por las necesidades de los trabajadores y no de la ganancia, un mundo en donde habrá que aprender constantemente, con el fin de someter mejor las fuerzas de la naturaleza a la voluntad del hombre; un mundo en el que, ampliando sin cesar el terreno de la aplicación de las ciencias, cada día se extenderá el conocimiento teórico de la humanidad; un nuevo mundo; un nuevo hombre que realice todo lo que hay en él de aspiraciones y potencia”. Bajo el signo de un nuevo mundo y una nueva humanidad, la IV Internacional y sus organizaciones juveniles deben conquistar a la juventud trabajadora; bajo este signo ellas ganarán a la juventud trabajadora.
Lucha por el futuro, lucha por el pan
3. La promesa de un futuro mejor solo sería demagogia si los bolcheviques-leninistas no lucharan desde ahora por mejorar la situación de la juventud trabajadora, si no formularan las reivindicaciones inmediatas de la juventud, si no propagandizaran la necesidad de luchar con los métodos de clase para la satisfacción de estas reivindicaciones. Y si, a través de esta lucha y, sobre la base de la experiencia adquirida en ella, no demostraran a la juventud explotada que, en definitiva, sus reivindicaciones solo podrán ser satisfechas por la instauración de la dictadura del proletariado, que la lucha por estas reivindicaciones debe transformarse en lucha por el poder a través de la lucha por el control y la dirección de la economía.
¡Queremos nuestro derecho al trabajo!
4. Para los jóvenes trabajadores integrados en la producción, los bolcheviques-leninistas anteponen las reivindicaciones que apuntan a: 1. medir el trabajo demandado a los jóvenes no según la voluntad de arrancarles con él el máximo beneficio sino, por el contrario, según su grado de desarrollo físico; 2. brindarles un nivel de vida igual al de los adultos, asegurándoles por ello mismo la independencia económica; 3. elevar lo más posible su capacitación técnica; 4. oponer a la igualdad de los jóvenes y los adultos frente a la explotación capitalista la igualdad de sus derechos.
Para los jóvenes de menos de 20 años, los bolcheviques-leninistas formulan las siguientes reivindicaciones:
¡Todos juntos por la lucha!
5. Para tomar en sus manos la defensa de sus reivindicaciones, los jóvenes trabajadores deben tener el derecho a designar sus propios delegados, cuya tarea es ante todo llamar la atención de los delegados adultos y del conjunto de los obreros sobre las reivindicaciones específicas de los jóvenes, ligar la lucha por estas reivindicaciones particulares a la lucha por las reivindicaciones generales de la clase obrera. De la misma forma, hay que crear comisiones sindicales juveniles, a todos los niveles de las organizaciones sindicales, e imponérselas a la burocracia sindical. Estas comisiones tendrán como tarea estudiar las reivindicaciones de los jóvenes, reclutar y educar a los jóvenes obreros. La tarea de los bolcheviques-leninistas es ponerse a la cabeza en la organización de estas comisiones.
Con el objetivo de abrir ampliamente las puertas de los sindicatos a los jóvenes explotados, los bolcheviques-leninistas reclaman que se fijen cotizaciones sindicales reducidas para los jóvenes obreros.
¡Queremos un oficio!
6. En la lucha contra la desocupación las consignas: “prolongación de la escolaridad” y “organización del aprendizaje”, sólo pueden tener sentido en la medida en que se le hace soportar el peso no a la clase obrera, sino a los grandes capitalistas. Los bolcheviques-leninistas deben entonces formular así las reivindicaciones de la juventud obrera en este terreno:
¡Queremos nuestro derecho a la vida!
7. La tarea de salvar a los jóvenes desocupados de la miseria, la desesperanza y la demagogia fascista, de reintegrarlos a la producción y, por ello mismo, de ligarlos estrechamente a la clase obrera es una tarea vital para el futuro del proletariado. Los revolucionarios deben luchar por imponer al capitalismo: 1. preparar el reintegro definitivo de los jóvenes trabajadores a la producción a través de la organización de la educación y de la orientación profesional; 2. integrar inmediatamente a los jóvenes desocupados en una actividad productiva; 3. organizar estos trabajos no según métodos paramilitares, sino sobre la base de los asalariados libres: “Abajo los campos de trabajo voluntarios u obligatorios”; 4. brindar a la juventud, que se precipita en la miseria, los medios de vida. Los bolcheviques-leninistas levantan entonces las siguientes reivindicaciones:
¡Por nuestros hermanos del campo!
8. La angustia de la juventud campesina no es menor que la de la juventud obrera. Para los jóvenes campesinos, los bolcheviques-leninistas formulan las siguientes reivindicaciones generales:
Aplicación estricta de todas las leyes y medidas sociales enumeradas aquí abajo tanto en la ciudad como en el campo:
¡Por nuestras compañeras!
9. Las jóvenes obreras y campesinas son el sector más explotado de la ju- ventud trabajadora. Las organizaciones juveniles de la IV Internacional de- ben aportar una atención particular a la defensa de sus reivindicaciones:
¡Abran las escuelas y las universidades!
10. El acceso de las amplias capas de la juventud trabajadora a la cultura y la ciencia es una de las condiciones necesarias para el progreso de la humanidad. Los bolcheviques-leninistas levantan las siguientes consignas:
¡Pan, libros y derechos para los coolies!
11. En las colonias y las semicolonias, la juventud trabajadora es víctima de una doble explotación, capitalista y patriarcal. En estos países y en los países imperialistas la defensa de las reivindicaciones de los jóvenes obreros y campesinos coloniales es el primer deber de la lucha antiimperialista. Esta lucha se lleva alrededor de la consigna general: “los mismos derechos para los jóvenes de las colonias que para los jóvenes de las metrópolis”.
12. La burguesía reconoce a la juventud obrera el derecho a ser explota- da: le niega el derecho a pronunciarse sobre esta explotación, la priva de to- dos los derechos políticos; en algunos casos incluso prohíbe toda actividad política a los jóvenes menores de 18 años. La clase obrera responde a estas medidas diciendo: “Quien tiene derecho a ser explotado, tiene derecho a luchar contra el régimen que lo explota. Todos los derechos políticos a los jóvenes obreros y campesinos”.
¡Queremos nuestro derecho a divertirnos!
13. La burguesía utiliza la necesidad de distracción de la juventud trabaja- dora, ya sea para embrutecerla como para someterla a una disciplina reforzada. El deber de la clase obrera es contribuir para hacer una juventud fuerte, capaz de desplegar todas sus fuerzas físicas e intelectuales en la lucha contra el capitalismo; ayudarla a utilizar los momentos libres que le da el capitalismo para aprender a conocer mejor el mundo con el objetivo de poder transformarlo mejor. Por eso los bolcheviques-leninistas reclaman:
Programa de la revolución
14. La lucha por estas reivindicaciones no puede separarse de la lucha por el conjunto de las reivindicaciones de los trabajadores ocupados y sin trabajo. La desaparición definitiva de la desocupación de los jóvenes está ligada a la desaparición de la desocupación en general. La lucha por la prolongación de la escolaridad, por la reeducación profesional obligatoria está ligada a la lucha por la escala móvil de salarios y por la escala móvil de horas de trabajo. La lucha por arrancarle al capitalismo las reformas que apuntan a desarrollar la conciencia de clase de la juventud trabajadora está ligada a la lucha por el control obrero y por los comités de empresa. La lucha por las grandes obras está ligada a la lucha por la expropiación de los monopolios, de hecho por la nacionalización del crédito, de los bancos y de las industrias claves. La lucha por abrir una brecha frente a los intentos de militarización de la juventud está ligada a la lucha contra el desarrollo de las tendencias estatales autoritarias y contra el fascismo, en la organización de las milicias obreras. En el marco del Programa de Transición de la IV Internacional es necesario desarrollar y aplicar el presente programa. Bajo el signo de la lucha del proletariado por el poder, la IV Internacional hará triunfar las reivindicaciones de los jóvenes explotados.
Gabi Phyro
Historiador. Miembro del Comité Editorial de Armas de la Crítica