Esteban Martine es precandidato a diputado nacional por Neuquén, en la lista que encabezan Myriam Bregman y Nicolás del Caño. Hablamos con él a propósito de Vaca Muerta. ¿Por qué la ilusión de un capitalismo “derramando” su crecimiento entre el pueblo trabajador se mostró falsa después de 10 años y los "accidentes" ambientales son cosas de todos los días? ¿Qué propone la Izquierda?
Miércoles 26 de julio de 2023 13:55
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Esteban Martine fue concejal reelecto por el PTS en el FITU en la ciudad de Neuquén. Estudia Geografía y es referente del movimiento en defensa del ambiente, empleado judicial y delegado de base del Sindicato de Empleados Judiciales de Neuquén (Sejun). En estas PASO, es precandidato a diputado nacional por su provincia, en la lista que lleva a Myriam Bregman y Nicolás del Caño en su fórmula presidencial. Martine viene denunciando las consecuencias ambientales desastrosas de la extracción de gas y petróleo no convencional en Vaca Muerta. Junto al diputado provincial Andrés Blanco, y en colaboración con el Observatorio Petrolero Sur, publicó informes sobre los basurales petroleros que acumulan residuos tóxicos del fracking en Neuquén y el récord de derrames e incidentes ambientales en la industria hidrocarburífera. A su vez, ha escrito sobre la accidentabilidad y las muertes laborales en el sector petrolero, el ocultamiento de información por parte de las petroleras y el gobierno, en relación a la sismicidad inducida por fracking; sobre las políticas de estímulo que desde los distintos gobiernos nacionales habilitan el saqueo de divisas. En su paso por el Concejo Deliberante denunció la contaminación con líquidos cloacales en la meseta neuquina y el avance de los negocios inmobiliarios sobre las áreas ribereñas y chacras aptas para la producción agrícola asociadas al Río Limay. Como parte del dossier que publicamos en la sección Ecología y Ambiente de La izquierda Diario, a propósito de las elecciones y el programa y la campaña de la izquierda conversamos con él.
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En agosto se cumplirán 10 años desde que el gobierno del entonces Frente para la Victoria, con Cristina Fernández a la cabeza, impulsara el pacto entre YPF y la multinacional yanqui Chevron para explotar Vaca Muerta. La ilusión de un capitalismo “derramando” su crecimiento en el pueblo trabajador, se mostró otra vez más, falsa.
LID: ¿Cuáles fueron, hasta ahora, las consecuencias del fracking en Vaca Muerta?
Sintéticamente, se podría decir que desde el pacto YPF - Chevron no se cumplió ninguna de las promesas, pero sí se confirmaron todas las advertencias. El famoso “desarrollo” nunca llegó: hoy en Neuquén, aún con récord de producción de hidrocarburos, hay niveles más altos de pobreza que en 2013 (rozando el 40 %). El Estado provincial está endeudado en dólares y con las regalías petroleras como garantía del pago de esa deuda, las petroleras se llevan más dólares de lo que ingresan, y cada año exigen mayores beneficios para invertir. Mientras tanto, con el crecimiento acelerado de la población se agudizaron problemas estructurales como la falta de vivienda y acceso a los servicios básicos, y no hubo construcción ni ampliación significativa de escuelas, hospitales o centros de salud, que están en una situación ruinosa.
LID: ¿Qué pasa con el impacto ambiental?
El impacto ambiental es difícil de dimensionar. El fracking es una técnica mucho más agresiva que la extracción convencional de hidrocarburos. Consume y contamina hasta 130 millones de litros de agua por pozo, que después se reinyectan en pozos sumideros sin ningún tipo de tratamiento. Acumula millones de metros cúbicos de residuos tóxicos en los basureros como el emblemático Comarsa. A su vez, las petroleras ya provocaron más de 400 sismos que no dejan vivir en paz a la población de un pequeño paraje rural como es Sauzal Bonito. Y todo eso es la “norma”. Pero también hay registros de la enorme cantidad de incidentes ambientales, como derrames de todo tipo. Eso lo demostramos junto al Observatorio Petrolero Sur, a partir de información que consiguió mi compañero diputado provincial Andrés Blanco. Desde 2015 fueron como mínimo 10.000, y en 2021 se registraron 5,6 por día.
A la par con esto, al acelerarse los ritmos de producción y flexibilizar las condiciones de trabajo, ya son 15 petroleros que dejaron la vida en la industria petrolera neuquina desde 2017, y la accidentabilidad laboral viene en aumento, también batiendo récords.
Para las comunidades del pueblo nación mapuche, que habitan las zonas de mayor intensidad de la actividad, todo este avance significó despojo, trastornando sus actividades tradicionales como la ganadería de subsistencia, y judicializando a pu peñi y pu lamgen.
LID: ¿Hay divergencias entre las grandes coaliciones en relación a Vaca Muerta?
Desde ya que hay matices. El peronismo por ejemplo le dio más protagonismo a YPF, la sociedad anónima con mayoría estatal, pero un 49 % es de privados, entre ellos hasta fondos buitres. El macrismo dirigió el grueso de los subsidios a una sola empresa que fue y es Tecpetrol. Pero a la hora de hacer un balance, YPF se manejó siempre como una multinacional más, que cotiza en bolsa, que se asocia con multinacionales como Chevron, que radica empresas fantasma en paraísos fiscales para ayudar a esas multinacionales a sacar los dólares del país, que presiona a los sindicatos para firmar convenios de flexibilización laboral, o que entra sin permiso a los territorios de las comunidades.
Lo que se puede decir es que no hubo ni hay ningún tipo de grieta. Que en lo fundamental existe un gran consenso entre las principales coaliciones. Y esto es así, porque tanto Unión por la Patria, como Juntos por el Cambio, y ni hablar de Milei, son garantes del saqueo. Y cuando hablamos de saqueo hablamos de empresas que en algunos casos tienen su sede en Argentina, pero en otros son multinacionales de potencias de Europa, Norteamérica o Asia.
LID: ¿Qué ocurre con la “independencia” nacional?
Hay una relación entre la dependencia del país, su subordinación a las grandes potencias y el Fondo Monetario Internacional, y la política estatal hacia Vaca Muerta. Esas potencias tienen un ojo puesto en Vaca Muerta, así como en el litio, porque son bienes comunes (o desde su perspectiva, recursos), estratégicos. Esto no es un invento. Se puede constatar en las declaraciones de la Jefa del Comando Sur de EEUU, que por otra parte tiene su propia base “humanitaria” en Neuquén. Se confirma en cada reporte del FMI, que más que importarle el pago de la deuda, le importa conseguir (o mantener) condiciones entreguistas, semicoloniales, para beneficio del gran capital. La injerencia de capitales chinos no le da más autonomía al país, sino que crea nuevos lazos de dependencia.
Sin cuestionar esa subordinación, aunque algunos te hablen de libre mercado y otros de soberanía, lo que se reproduce es el modelo extractivista, de producción primarizada y de destrucción del ambiente.
¿Y desde el Frente de Izquierda qué propuesta se puede plantear?
Lo que venimos planteando es que hay que terminar con el saqueo, estatizando toda la industria energética, bajo control de sus trabajadores y trabajadoras, las comunidades afectadas, profesionales y organizaciones ambientales. Y me refiero no solo a las petroleras, sino a toda la industria. Por ejemplo, ahora se vencen algunas concesiones de centrales hidroeléctricas de Neuquén y Río Negro. Bueno, hay que prohibir que se vuelvan a concesionar a privados, y que sean controladas por una empresa estatal única. Esa es la única manera, corriendo la ganancia capitalista de la ecuación, de cuestionar un sistema energético tan irracional, con una matriz mayormente fósil, donde la mayor parte de la energía se produce en base a la quema de gas.
Nos metieron que la única forma de sustituir las importaciones de gas es produciendo más gas, y eso no es cierto, se puede sustituir esa quema de gas diversificando la matriz, y avanzando en la eficiencia energética. Esto incluye medidas en los hogares, en el transporte y en la industria, que hemos planteado en otras oportunidades. Y también incluye una combinación entre financiamiento centralizado, dejando de pagar la deuda fraudulenta, dejando de subsidiar a las petroleras, y una planificación que combine diversas escalas. Tenemos un esquema altamente centralizado y eso es de lo más ineficiente que hay, porque se pierde energía por todas partes, y no se piensa la generación en función de las condiciones climáticas de cada región, por ejemplo.
Bueno, volviendo, esta medida,la estatización de la industria con control de los trabajadores y las comunidades no es condición suficiente, pero sí condición necesaria, para iniciar una verdadera transición energética y ecológica “justa”, desde abajo, que no reproduzca la lógica extractivista, como pasa con la supuesta “transición” que promueve el “capitalismo verde”.
Esto solo lo planteamos desde el Frente de Izquierda, y en particular desde la lista “Unir y fortalecer”, que encabezan Myriam Bregman y Nico del Caño. Ninguna otra coalición habla de esto, el resto se la pasa festejando el gasoducto o reclamando por qué no se hicieron más.