El movimiento LGBT tiene un largo historial de protestas, luchas y enfrentamientos para poder acceder a algunos de los derechos y oportunidades que, si bien aún falta mucho, podemos gozar hoy en día; las trincheras han sido variadas, clandestinas, en las calles, en colegios, en las artes y demás escenarios que han ayudado a nuestra causa.
daniel sputnik @daniel_sputnik
Martes 9 de agosto de 2016
El movimiento LGBT tiene un largo historial de protestas, luchas y enfrentamientos para poder acceder a algunos de los derechos y oportunidades que, si bien aún falta mucho, podemos gozar hoy en día; las trincheras han sido variadas, clandestinas, en las calles, en colegios, en las artes y demás escenarios que han ayudado a nuestra causa.
Pero no todas las luchas son a gran escala ni masivas. Hay un aspecto sexual, romántico e íntimo que debe revalorizarse; en nuestra época dominada por el consumismo y el capitalismo se nos ha normado a todos -no sólo la comunidad sexodiversa- a desarrollarnos dentro de roles heteronormados.
De esta manera, lo que debe ser un acto de placer y disfrute en el momento de mantener relaciones sexuales, se ha convertido en algunos casos en una disputa por el poder, por ver quién domina a quién, quién es el dominante y quien el sumiso, quien pone las reglas y quien las acata, quien penetra y quien es penetrado; no está mal si se trata de un juego premeditado entre quienes mantienen el acto sexual.
Pero cuando se convierte en un modo de vida, la misma comunidad sexodiversa ha creado estatus, -al igual que la sociedad en general- que dicen que según nuestras preferencias a la hora del sexo es nuestro valor. “Ni obvias ni vestidas” es común leer en aplicaciones y páginas de ligue, “me van masculinos” también es una frase regular; muestra clara fragmentación por clases y roles que se han infiltrado en nuestro movimiento.
Muchas parejas diversas van con la corriente de seguir los roles clásicos de la heteronormatividad, donde sumergidos en su zona de confort sólo se preocupan por su cómodo estilo de vida, olvidando la lucha y fuerza de nuestro colectivo y peor aún, olvidándose de los que todavía no han podido encontrar la aceptación dentro de sus grupos familiares o de amigos.
Travestis, transgénero y transexuales, los más golpeados
El individualismo domina en estos momentos, una cada vez más neutra y pasiva comunidad LGBT está cayendo en las manos de la indiferencia, quedan muchas cosas que cambiar para que podamos ser una sociedad incluyente, grupos TTT (Travesti, Transgénero y Transexual) siguen siendo de las víctimas más golpeadas por el miedo y la ignorancia colectiva, personas no heteroxuales que viven en pequeñas comunidades al interior de la república o en barrios populares, pasan por la misma situación, ellos no gozan de la “tolerancia” de la zona rosa o de la ciudad que Mancera vende como “gay friendly” que debería incluir en letras pequeñas “sólo para algunos pocos privilegiados económica y socialmente, además obviamente para turistas”.
Nos hace falta un poco de memoria, las luchas LGBT+ siempre han nacido de la mano de movimientos socio-políticos, donde la meta va más allá de la "inclusión" y la "tolerancia" a la diversidad en todas y cada una de sus expresiones; más no el alcanzar un estilo de vida cómodo y sin conciencia; hace falta una sacudida dentro del colectivo y revivir una vez más esta ardua pero gratificante lucha social, de la mano de grupos que al igual que nosotros, siguen siendo oprimidos.