Escribimos esta nota en diálogo con la entrevista “Las luchas anti-patriarcales y clasistas en Lima-Perú” hecha por Eleonora Roldán Mendívil a Hana Villagómez, militante de “Las Zonas”, una asamblea barrial autónoma e igualmente integrante de la “Coordinadora popular 8 de marzo” en Lima, la cual fue publicada en nuestro espacio de Tribuna Abierta de La Izquierda Diario.
Sábado 10 de agosto de 2019
Escribimos esta nota en diálogo con la entrevista “Las luchas anti-patriarcales y clasistas en Lima-Perú” hecha por Eleonora Roldán Mendívil a Hana Villagómez, militante de “Las Zonas”, una asamblea barrial autónoma e igualmente integrante de la “Coordinadora popular 8 de marzo” en Lima, la cual fue publicada en nuestro espacio de Tribuna Abierta de La Izquierda Diario.
Aquí puedes leer la entrevista de Eleonora Roldán a Hana Villagómez de la Coordinadora popular 8 de marzo: "Las luchas anti-patriarcales y clasistas en Lima-Perú"
Aquí puedes leer la entrevista de Eleonora Roldán a Hana Villagómez de la Coordinadora popular 8 de marzo: "Las luchas anti-patriarcales y clasistas en Lima-Perú"
El movimiento de mujeres hace cinco años viene copando las calles exigiendo en el mundo entero parar la violencia que enfrentamos millones, por eso el grito de Ni Una Menos se ha convertido en uno de sus símbolos más importantes. En Argentina la lucha por el Aborto Legal genero la enorme Marea Verde y en EE.UU. las movilizaciones de las Mujeres contra el misógino y racista de Trump han cobrado gran relevancia. En el Perú, la última acción que movilizó a miles de mujeres en todo el territorio fue la que se dio el 8 de marzo de este año en el marco del llamado “Paro Internacional de Mujeres”.
En Lima se dieron dos concentraciones: una en la plaza San Martín que agrupó a mujeres trabajadoras, colectivos de izquierda y la Coordinadora Popular 8 de marzo y otra en el campo de Marte, donde se concentraron las ONGs y las organizaciones reformistas, muchas de las cuales apoyan al gobierno empresarial de Martín Vizcarra.
Como señala Hana, en nuestro país las acciones realizadas el 8 de marzo no dieron vida a un paro propiamente dicho. Pero a nosotras, desde Pan y Rosas, nos parece que hay una responsabilidad directa de la burocracia sindical que dirige las centrales sindicales, ya que efectivizarlo hubiera pasado porque el conjunto de la clase trabajadora parara y eso no sucedió, debido a que las organizaciones políticas -la mayoría provenientes del estalinismo, el maoísmo o del neo reformismo-, que dirigen la mayoría de los sindicatos, las centrales sindicales más importantes o que influyen sobre el movimiento de mujeres a través de diversas ONGs, tienden a separar la lucha contra la violencia de género de la lucha contra la explotación capitalista que sufrimos millones de mujeres. No ven o no quieren ver el vínculo insoslayable entre opresión y explotación.
Y, precisamente por ello, aquí se abre una discusión: ¿solo lucha de mujeres o lucha del conjunto de la clase trabajadora? Para los sectores liberales y separatistas que dirigen los espacios del Ni Una Menos o el Paro Internacional de Mujeres en Perú, es correcto que solo se dé la lucha de las mujeres, ya que aseguran que las mujeres tienen su propia problemática que va más allá de las clases sociales y de la producción, por tanto, la reducen a la violencia patriarcal y a la exclusión de género, en ese marco la sororidad interclasista se convierte en un factor estratégico para estos sectores.
Para nosotras, que nos reivindicamos feministas socialistas, cuando se da una medida de esta naturaleza, consideramos que tiene que parar el conjunto de la clase trabajadora, es decir también los hombres, ya que la violencia machista y patriarcal no es asunto exclusivo de las mujeres, sino del conjunto de la sociedad que tiene que enfrentar al patriarcado, que es el aliado perfecto del sistema capitalista, porque justifica estereotipos de género, que señalan que las tareas reproductivas son “por amor” o "por designio natural por ser mujeres”, negando así que gracias a esas tareas domésticas se hace posible la producción en las fábricas y otros centros de trabajo y por tanto la reproducción de las relaciones capitalistas que benefician a los empresarios y empobrecen a los trabajadores y trabajadoras.
Sí unimos la fuerza del movimiento de mujeres al conjunto de la clase trabajadora, podemos hacer que las estructuras de opresión y explotación tiemblen y eso es lo que precisamente quieren evitar los empresarios y los gobiernos, por ello fragmentan a la clase trabajadora entre estables y contratados, nativos y extranjeros y también entre mujeres y hombres.
Por eso las ONG que en Perú promueven un feminismo liberal, con expresiones separatistas, cumplen un rol importante en fragmentar al conjunto de las y los explotados, ya que mediante diversas políticas canalizan la bronca de las mujeres hacia la vía institucional y parlamentaria, creando confianza en el Gobierno de Vizcarra y en los diversos poderes del Estado. Por ello cierran filas sin ninguna discrepancia con el enfoque de género en la educación promovido por el ejecutivo, o con la ley de paridad y alternancia aprobada hace poco en el legislativo, ya que los consideran lo máximo a lo que podemos aspirar las mujeres, dejando de lado las condiciones materiales precarizadas en que viven millones de mujeres trabajadoras.
El enfoque de género en la educación ha sido un caballito de batalla que el Gobierno ha utilizado para mostrarse como “feminista” y para cooptar la lucha de las mujeres, sin romper con los límites de un modelo educativo conservador y machista. Por eso nosotras desde Pan y Rosas exigimos separación de las iglesias del Estado para que de esa manera tengamos una educación sexual y laica en los colegios, así mismo, exigimos una educación pública, de calidad, científica y con perspectiva de género y eso implica tomar las demandas de mejores salarios y condiciones laborales de las y los docentes en nuestras manos. Entonces, sin separación de las iglesias del Estado y sin un incremento presupuestal sustantivo a la educación, lo cual implicaría romper con la deuda externa y con los beneficios tributarios del gran capital, es utópico pensar que se puede tener una educación con perspectiva de género. Por eso, nos reafirmamos en decir que la política de enfoque de género del ejecutivo es demagógica.
La otra medida propuesta por el Gobierno y con la que han coincidido congresistas de diferentes bancadas, como las fujimoristas Luz Salgado y Alejandra Aramayo, las de la Bancada del Nuevo Perú, Marisa Glave e Indira Huilca, la vice presidenta Mercedes Araoz del partido de Gobierno o la aprista Luciana León del APRA; es la ley de paridad y alternancia en la conformación de las listas de candidatos y candidatas a cargos públicos de elección popular. Estas congresistas - muy sororas ellas – para conmemorar la aprobación de esta medida en un parlamento plagado de fujimoristas misóginos, se olvidaron de sus “diferencias” políticas y se fundieron en abrazos muy efusivos para las fotos de rigor.
Este hecho, que podría pasar por anecdótico, refleja en realidad la visión que estos sectores tienen de la lucha de las mujeres, ya que para ellos basta con que se aprueben leyes y se dejen al margen las condiciones materiales en las que viven millones de mujeres trabajadoras, las cuales jamás podrán participar en organizaciones políticas ni ser candidatas a nada ya que viven trabajando más de 10 horas diarias fuera de casa, y cuando vuelven a su hogar deben asumir las tareas domésticas como esposas y madres de familia. De eso no nos hablan las feministas liberales en todas sus variantes, porque para ellas las mujeres somos una abstracción carente de vida real, nada más falso, ya que una cosa es la igualdad ante la ley y otra cosa muy distinta es la igualdad ante la vida, y esta última solo la conseguiremos luchando contra el capitalismo que nos oprime y explota.
Por eso desde Pan y Rosas sostenemos que el género nos une, sin embargo, la clase nos divide. No todas las mujeres somos iguales, hay quienes gerencian la explotación capitalista, otras justifican las miles de esterilizaciones forzadas o la desaparición y tortura de detenidos y detenidas – como ocurrió durante la dictadura fujimorista -. Sin embargo y a pesar de las dificultades, otras, desde la otra vereda, nos organizamos para luchar contra todas las formas de violencia, opresión y explotación.
Hoy es políticamente correcto reivindicarse feminista, sin embargo, no todos los feminismos apuestan por una real emancipación de las mujeres. Por eso consideramos que es muy importante que desde el feminismo anticapitalista y socialista empecemos a diferenciar claramente quiénes son nuestros aliados y aliadas y quiénes nuestros enemigos y enemigas.