Esta semana fue rechazado el recurso de protección interpuesto por la Universidad Católica al reglamento de la ley de despenalización del aborto en tres causales ¿Qué hay detrás de esta acción legal fallida?

Bárbara Brito Docente y ex vicepresidenta FECH (2017)
Domingo 18 de febrero de 2018

El año 2017 las federaciones de la Universidad de Chile y de la Universidad Católica impulsaron plebiscitos para saber la opinión de las y los estudiantes respecto a la ley de aborto en tres causales.
Ambas instituciones reafirmaron el derecho de las mujeres a decidir y, en el caso de la Universidad Católica, se pronunciaron a favor de la ley de aborto en tres causales con un 70% de aprobación del universo votante.
Hoy continúa la disputa por conquistar la excepcionalidad a la ley incluso contra la opinión de la comunidad universitaria.
Las autoridades de la Universidad Católica se encuentran nuevamente contra las cuerdas al tener un convenio con el Estado de Chile, incumpliendo así uno de los requisitos para poder negarse como institución a la implementación de la Ley de aborto en tres causales.
¿Cuáles son los dos grandes problemas de la política de Ignacio Sánchez, rector de la PUC y las demás autoridades que defienden la idea de la objeción de conciencia?
La Red de Salud de la Universidad Católica recibe financiamiento estatal
Como aparece en El Mostrador, desde el 2003 que la UC tiene un convenio con el Servicio Metropolitano Sur para brindar atención en centros de salud familiar, donde se hacen prestaciones médicas y ginecológicas.
Pero la universidad pontificia no quiere perder ni chicha ni limonada: no quiere renunciar a ser objetora de conciencia para poder seguir eximiéndose de la realización de abortos en las tres causales aprobadas, así como tampoco quiere renunciar al financiamiento estatal que recibe.
Por esto decidió presentar un recurso de protección contra el reglamento de la ley de despenalización del aborto en 3 causales, que fue rechazado por la corte de apelaciones.
El problema no tiene relación tanto con que se estaría violando un reglamento estatal sino con un Estado que le entrega la salud y la educación pública a privados y, sobre todo, en el caso de la universidad católica, al mismísimo vaticano.
La ley de aborto en tres causales se conquistó con la movilización en la calle de las mujeres, con amplio apoyo popular, decenas de activistas se presentaron en el tribunal constitucional en defensa del derecho a las mujeres a decidir. A diferencia de la constitución del 80’ tan defendida por los sectores más conservadores de este país (incluyendo la iglesia y la PUC) que se implementó a punta de fusil, esta ley representa la ganancia de un mínimo derecho democrático que, por lo demás, sólo responde al 3% de los casos de aborto clandestino que se desarrollan en Chile.
Si hoy es posible que la Iglesia y la universidad católica continúen decidiendo sobre la vida de las mujeres, además de influir sobre leyes de Estado, es porque el gobierno de la Nueva Mayoría así lo ha permitido, manteniendo y profundizando la privatización de nuestros derechos más básicos como el derecho a la salud y a la educación y entregándole parte de su administración a la iglesia.
Separación efectiva de la Iglesia y el Estado
Un segundo problema yace en el autoritarismo al cual acostumbra el rector Sánchez y en general las autoridades universitarias que se negaron no sólo a reconocer el plebiscito realizado por la federación estudiantil y el grito en la calle por los derechos de la mujer, sino también las leyes que emanaron sobre esta base y es evidente: la universidad católica, como decíamos antes, responde primero a los intereses del vaticano y a los suyos propios como universidad-empresa. Todavía la lucha por la separación efectiva de la iglesia y el Estado continúa vigente.
La iglesia católica y la imposición de su moral en esta sociedad capitalista se niega a aceptar cualquier posibilidad de que las mujeres podamos decidir sobre nuestro cuerpo y vida, imponiéndonos un destino que no queremos seguir, exigiéndonos ser buenas madres, esposas, dueñas de casa; dedicarnos exclusivamente a los cuidados del hogar, de los niños, de los enfermos y de los ancianos. Detrás de su obstinación, se esconde una idea donde las mujeres tenemos obligaciones, pero sin derechos, porque seguimos siendo personas de segunda categoría y, por tanto, incapaces de decidir y vivir plenamente nuestro cuerpo y sexualidad. La única herramienta posible para ellos que se pueda enfrentar a nuestra voz es la imposición.
Un nuevo infierno para la Iglesia católica
La Iglesia Católica y sus bajos niveles de aprobación se enfrentan hoy a un nuevo infierno: el movimiento de mujeres organizado dispuesto a defender derechos históricamente arrebatados. Si bien el aborto en tres causales fue una conquista, nos queda mucho camino por recorrer.
La salud no puede seguir quedando en manos de la Iglesia católica ni de sus universidades y el Estado debe asegurar el acceso pleno, gratuito y de calidad al aborto no sólo en las tres causales ya legisladas sino en todos los casos.
Hacia el próximo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, necesitamos toda la unidad en las calles de las mujeres trabajadoras, diversidad sexual, pueblos originarios, migrantes, organizaciones estudiantiles, sindicales, militancia política de la izquierda con independencia de los partidos empresariales como la Nueva Mayoría y la derecha que sólo se enriquecen a costa de nuestros agravios y que son responsables de que hoy la Universidad Católica y el propio vaticano puedan negarse a la realización del aborto en las tres causales legisladas.
Necesitamos la máxima unidad de las mujeres y trabajadores para conquistar el derecho al aborto libre, legal, seguro y gratuito, y métodos anticonceptivos de calidad y garantizados para todas las mujeres, una educación no sexista y sin la moral de la Iglesia para evitar que más mujeres tengan que optar por el aborto; para poner fin a las brechas salariales por discriminación de sexo y género y exigir igual salario a igual trabajo, y para fortalecer la organización de las trabajadoras en sus lugares de trabajo, mediante comisiones de mujeres, con el fin de acabar con la explotación capitalista. ¡Te invitamos a sumarte a esta lucha junto a Pan y Rosas!