Viernes 31 de octubre de 2014
El domingo 26 de octubre se produjo la mayor manifestación de corte fascista en el oeste de Alemania en los últimos años. Una singular alianza entre neonazis, barras bravas y mafiosos se dio cita en las inmediaciones de la estación central de Colonia bajo el lema “Hooligans contra Salafistas”. Unos 4.500 fascistas respondieron al llamado del partido de derecha populista Pro NRW, que había convocado la manifestación.
“¡Hasta la vista, salafista!” y “¡Alemania para los alemanes, fuera extranjeros!” fueron algunos de los gritos de los nazis que marcharon enardecidos, persiguiendo y golpeando a personas de aspecto extranjero en la turística ciudad de Colonia,
Todo esto ocurrió bajo la mirada más bien indulgente de los agentes policiales cuya mayor preocupación pareció ser evitar que los nazis se dirigieran al centro de la ciudad. Cuando no pudieron sobrepasar la cadena policial, los manifestantes de derecha intentaron volver a la estación de trenes para atacar la contramanifestación antifascista que se desarrollaba delante de la estación y que agrupó a alrededor de 1000 personas en torno al lema “Hombro con hombro contra el racismo y el fundamentalismo religioso”.
La situación escaló rápidamente y se produjeron choques entre los nazis y la policía, que se saldaron con 17 detenidos y 45 policías lesionados, uno de ellos en forma grave según agencias de prensa.
Una vez finalizada la manifestación grupos de nazis venidos desde otras ciudades de Alemania fueron escoltados hasta los andenes de la estación para que emprendieran el viaje de regreso. Sin embargo, la policía no subió a los trenes, dejando a su suerte a pasajeros y personal. En el tren entre Colonia y Munster, los nazis fueron de vagón en vagón, insultando y amenazando a los pasajeros con cara de extranjeros hasta que el maquinista detuvo el tren para que subiera la policía.
En medio de este ambiente de “pogromo fascista dominical” resulta llamativa la cobertura mediática de la manifestación, que en general fue etiquetada como una manifestación de hooligangs borrachos.
También fueron notorias las palabras del Ministro del Interior de la región de Renania del Norte Westafalia, Ralf Jäger (SPD), que junto a condenar la marcha nazi por violar el Estado de derecho afirmó que “No fue una manifestación política, lo que se hizo ahí fue crear una plataforma para la violencia. Tenemos que convencer a los Tribunales Administrativos para que en el futuro prohíban este tipo de actos“.
Este discurso reduce la violencia política de la derecha fascista a simples actos de violencia sin contenido político por parte de “pandillas”. Esta no es la opinión excepcional de un político sino el discurso más general del gobierno y los medios. La contracara discursiva de la tesis que demoniza y estigmatiza a los extranjeros en general y a los musulmanes en particular. Un discurso que relativiza la violencia nazi pero que exige mano dura hacia “los extranjeros criminales”, y los “vándalos de izquierda”.