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Red Internacional
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Directorio Sindicato Starbucks. La mentira de las 40 horas: la letra chica de la discusión legislativa

Hoy se discute en el pleno del Senado el proyecto de reducción de la jornada laboral de 45 a 40 horas. Después de varios años de tramitación y la negociación entre la Ministra Jara y la oposición, lo que permitiría destrabar su debate y que se aprobará finalmente en las comisiones del Senado.

Martes 21 de marzo de 2023

Hoy se discute en el pleno del Senado el proyecto de reducción de la jornada laboral de 45 a 40 horas. Después de varios años de tramitación y la negociación entre la Ministra Jara y la oposición, lo que permitiría destrabar su debate y que se aprobará finalmente en las comisiones del Senado.

Pero dicho proyecto, que es presentado por el Gobierno como uno de sus proyectos “estrellas”, contradictoriamente representa hoy un gran retroceso para las y los trabajadores, más allá de que si se rebajará la jornada en 5 horas.

Veamos algunos de estos retrocesos y por qué esto no es un problema de “letra chica” sino de fondo del proyecto.

1.- Una de las situaciones más aberrantes que permite el proyecto, es trabajar más de 45 horas semanales.
Gracias a las negociaciones entre Gobierno y oposición, se puede cambiar el régimen máximo de horas semanales a realizar. Hoy las 45 horas son máximas, y sobre ellas se pagan las horas extras con el consecuente recargo de valor de la hora.

Con el cambio a la legislación dicha jornada se podrá flexibilizar a tal punto que los trabajadores deberán hacer jornadas de hasta 52 horas sin pago de horas extras, es decir, podrán realizar 12 horas extras sin que estas sean pagadas para luego “compensar” con menos horas las siguientes semanas, o bien, serán pagadas como horas ordinarias, sin el recargo del 50%. El proyecto indica que todo esto debe ser por “acuerdo” entre la empresa y los trabajadores, pero sabemos que en la realidad esto es una vil mentira.

En un mundo de relaciones desiguales entre trabajadores y empresas, este tipo de “flexibilidad” solo beneficiará a las empresas que, encontrándose en una posición preferente al momento de ejercer la negociación, podrán obligar a adaptar estos regímenes de trabajo intensivo a sus propias necesidades productivas y no a las del “descanso” o intenciones del trabajador. No vale justificar este tipo de atribuciones en que este tipo de jornada “especial” deberá ser negociada con los sindicatos, ya que la realidad es que en Chile los sindicatos son estructuralmente débiles, con tasas generales de sindicalización que bordean el 19% y rubros completos donde los sindicatos o son fantasmas o no existen. En la mayoría de los casos, ya sabemos lo que pasará: O aceptas o te despiden.

La premisa de trabajar menos no se cumple en ningún caso, pues las empresas no están obligadas a contratar más personal para suplir la rebaja de horas, por lo cual el resto de trabajadores deberá asumir esta carga.

Es más, la intención de la reducción de la jornada laboral, que tiene por objetivo trabajar menos para vivir mejor, no se cumple en este caso gracias a que en el fondo, las empresas llevan años pidiendo más flexibilidad para poder explotar con mayor eficacia a las y los trabajadores. Este gobierno, por sacar el titular adelante, está entregando una enorme concesión a los empresarios, concesión que llevan años intentando sacar y que pareciera que el Gobierno de Boric fue más eficiente en esta tarea que Bachelet y Piñera juntos.

2.- Otra de las concesiones que existen al empresariado es la posibilidad de dividir la jornada laboral diaria en dos segmentos, separados por hasta 4 horas sin que esto deba ser remunerado o compensado de alguna forma. Esta posibilidad fue introducida al debate en el marco del “estatuto laboral juvenil” que impulsó Piñera y que fue ampliamente rechazada por ejercer un nivel de esclavización inaudito para los segmentos más precarizados y donde casi no existen sindicatos.

Es más, a empresas como Starbucks, McDonalds u otros gigantes de la comida rápida, que hicieron lobby para que se impulsan este tipo de modificaciones, esta ley le viene como anillo al dedo ya que le permite disponer libremente de trabajador para que lleguen a los locales a abrir, atender el “rush” de la mañana, luego sacarlos del lugar de trabajo y 4 horas después, traerlos nuevamente para el “rush” de la tarde. El sueño húmedo de los administradores para terminar con los “horarios muertos” sin tener que hacerse cargo de nada.

Hace años se ha dicho que más flexibilidad es más precariedad y este clase de facultades es una clara demostración de ello, además parece impresentable que una norma que fue ampliamente rechazada durante el gobierno de Piñera, ahora se acepte por parte de las bancadas oficialistas como “daños colaterales” para la aprobación de las 40 horas.
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3.- Otro punto que será excesivamente perjudicial es la no reducción proporcional de horas para las jornadas parciales, en Chile casi el 55% de las jornadas parciales (inferiores a 30 horas) representan subempleo, es decir, son personas que aun queriendo trabajar más, no lo hacen porque no pueden.

Esto representa un daño estructural para la economía de miles de familias que en la necesidad de buscar alguna clase de remuneración, aceptan este tipo de trabajos a la espera de algo mejor, mientras tanto, las empresas utilizan a estos trabajadores como mano de obra precaria, de la que pueden disponer según sus propias necesidades sin escrúpulos ni interés en cómo esto afecta a los trabajadores.

La negativa a reducir proporcionalmente la jornada parcial, que debería situarse en las 26,6 horas, perjudica a todos los trabajadores que se encuentran en situación de subempleo, quienes deberán pagar los costos de la flexibilidad sin adquirir ningún beneficio práctico. No por nada, gigantes como Starbucks han dejado de contratar personal base (baristas) por jornada completa apostando a sub-emplear a casi el 80% de su planilla de trabajadores. ni de cerca se ve el “win-win”.

Con todo esto, pareciera ser que el actual proyecto de 40 horas es más una gran concesión al empresariado que una reforma para mejorar la calidad de vida de las familias trabajadoras del país.

El giro a la derecha del gobierno ya no solo se expresa en que tomó la agenda de seguridad de la derecha, sino en que está dando luz verde a proyectos de ley, o acepta sus modificaciones en este caso, a favor de la derecha y los empresarios, justificando su posición en que no tiene mayorías parlamentarias.

Las y los trabajadores no podemos confiar en que será este gobierno ni el parlamento el que legislará a favor nuestro, no podemos seguir siendo actores pasivos frente a proyectos como este que traerá grandes perjuicios para millones de trabajadores, debemos articular una fuerza suficiente para decir basta a este tipo de abusos e iniciativas, y luchar por una verdadera reducción de la jornada laboral, sin flexibilidad.