Tras un nuevo Plenario de la CONFECH, queda en evidencia la crisis de dirección en que se encuentra el principal organismo de las y los estudiantes en Chile. Lo que viene a poner sobre la mesa, los límites a los que se enfrenta la histórica movilización de mujeres contra la violencia machista.

Karla Peralta Díaz Médica en Antofagasta, Pan y Rosas
Martes 22 de mayo de 2018
El día de ayer se llevó a cabo una nueva plenaria de la Confederación de Estudiantes de Chile (CONFECH), con sede en la Universidad de Antofagasta. En ella los representantes de los diferentes zonales y federaciones, dieron un recuento de lo que han sido las movilizaciones de mujeres en las diferentes universidades.
El factor común de los diferentes relatos de las y los dirigentes es el balance positivo de la jornada de movilizaciones del pasado 16 de mayo, donde miles de mujeres se posicionaron a la cabeza de salir a las calles contra la violencia machista.
El nudo gordiano del movimiento
A pesar de este balance, la discusión develó un nudo: ¿quién dirige el movimiento?
Si bien a nivel nacional se están levantando tomas y paros, existe una disgregación importante de estas batallas. Mediante la caracterización que cada federación hizo del proceso de movilización particular de sus universidades, se pudo dar cuenta de lo heterogéneo que éste ha sido en las diferentes localidades, lo que acarrea algunos peligros para la histórica movilización.
Luego de que han pasado casi 3 semanas de que iniciaran las primeras movilizaciones en diferentes facultades y universidades, donde las mujeres en la mayoría de los casos se organizaron a través de asambleas de mujeres, levantando paros indefinidos o tomas, la CONFECh se sentó recién hoy a discutir sobre el movimiento, es decir, casi un mes tarde.
Un movimiento que estalla en las narices de la Confech
En este proceso de reflexión tardía, salió a relucir la profunda deslegitimización en que se encuentra el organismo frente a las bases en general, pero particularmente frente al movimiento de mujeres. Que entre ellos mismos adjudican al hecho de “no haber escuchado a las compañeras” de la COFEU cuando fueron a la CONFECh a plantear las discusiones de género durante el año pasado y a no tomar realmente en serio la demanda de una educación no sexista, relegándola a un segundo plano hasta que le explotó en la cara.
Es así, como bajo la dirección del Frente Amplio y las Juventudes Comunistas, estalla un movimiento de mujeres que levanta efectivamente las banderas contra la educación sexista y el acoso o abuso sexual al interior de las universidades, un movimiento con una fuerza histórica, pero que queda sin dirección que le permita posicionarse con fuerza ante un gobierno de Piñera. Que busca apropiarse de nuestras demandas, y desviar la atención, dando concesiones a las exigencias para contener el movimiento y aumentar su aprobación gubernamental que en estas ultimas semanas ha ido en franco descenso.
Podemos ver entonces, como por la debilidad de la direccion, hoy nos encontramos con un levantamiento feminista heterogéneo en cuanto a su forma de organización y disgregado a nivel nacional, donde algunas tomas o paros están encabezadas por la COFEU, otras por secretarías de género (dependientes o no de la federación), otras por asambleas autoconvocadas de mujeres, y algunas combinaciones entre esos actores.
Aislamiento de procesos y conciliación con las autoridades
Es urgente poder revertir este escenario, y avanzar a un pliego nacional de demandas que puedan articular la lucha, y nos permita situar claramente cuáles son nuestros enemigos, para poder batallar bajo una sola voz contra quienes mantienen este modelo educativo de mercado y sexista, que tiene sus raíces en cimientos muy profundos.
Debemos elevar las perspectivas de nuestra movilización más allá de un protocolo, que puede ser cooptado fácilmente por la derecha o las autoridades universitarias, y que no terminará con el machismo y la violencia de género. Que podra generar una cierta confianza hacia las autoridades, llevando a deponer movilizaciones mientras se dejan engañar por los mismos que se han opuesto históricamente a nuestras demandas y que hoy en día se configuran como la mayor traba para llevar delante, de buena manera, los procesos de protocolos contra el acoso.
Con la confianza única en nuestras fuerzas, es que debemos seguir llevando adelante este proceso de movilización que viene a poner en jaque el modelo educativo actual, y a cuestionar más profundamente al conjunto de la sociedad.
Para esto debemos ser capaces de aunar las fuerzas del movimiento de mujeres con el movimiento estudiantil, pero también con las y los trabajadores.