El negocio alrededor del entretenimiento, un recorrido de la figura del ex motonauta y ex candidato presidencial. Su historia como deportista y su ligazón con la política nacional.
Alejandro Wall @alejwall
Miércoles 21 de marzo de 2018
La Frigidaire avanzaba sola sobre el agua, sin rivales a la vista, y en los estudios de Canal 9 los periodistas lanzaban dardos de emoción. Enrique Moltoni, el columnista deportivo de Nuevediario, decía que las hazañas de Daniel Scioli ya superaban a las de Carlos Reutemann. Silvia Fernández Barrios, la conductora del noticiero, engrandecía al motonauta comparándolo con Juan Manuel Fangio.
A Scioli lo acompañaba Leandro Larrosa, un chico de 16 años, hijo de Horacio Larrosa, productor de Nuevediario. Alejandro Romay, dueño del canal, era socio del padre de Scioli. Y una estructura de prensa, que repartía buenos presentes, permitía que el offshore y, en especial, su categoría, en la que Scioli llegó a competir sin oponentes, tuviera lugar en los diarios de mayor tirada. Era diciembre de 1988. Faltaba un año para el accidente en el que perdería su brazo derecho. Y aún faltaban casi diez años para comenzar una carrera política en la que el deporte tendría una centralidad discursiva, casi una monotonía.
Apenas asumió su banca de diputado en 1997, después de una campaña cuyo eje fue defender las políticas privatizadoras del menemismo, Scioli se hizo cargo de la Comisión de Deportes. Desde ahí hizo carrera. Es lo que más o menos se sabe, la parte más pública de la biografía del candidato a presidente del Frente para la Victoria, derrotado por Mauricio Macri en el balotage de 2015.
Más de veinte años después, esa comisión es otra vez el lugar que acaba de elegir para refugiarse en la nueva etapa política. Por eso cuando se aseguró la banca de diputado por la lista de Unidad Ciudadana, le dijo a su gente que trabajara para conseguir la presidencia de la Comisión de Deportes que asumió la última semana. Sería el lugar para atravesar los años del macrismo. Llevar adelante la línea Aire y Sol, como solía llamarla Jorge Asís. Deporte y turismo. Con fuerza, con optimismo, con fe.
Scioli mantuvo diálogos previos con funcionarios del macrismo para allanar el camino hacia esa posición. Tal como se contó en el portal Letra P, con fuentes de ambos sectores, la negociación se centró en que el diputado del Frente para la Victoria apoye el proyecto de sociedades anónimas deportivas en el fútbol. Si bien fue su propio bloque el que lo propuso para el cargo –lo hizo Fernanda Raverta-, tuvo aceptación del resto.
A pesar de los intentos, no hubo respuesta oficial de los asesores de Scioli sobre si hubo acuerdo para avanzar con un proyecto de sociedades anónimas. El periodista Marcos Giorgetti contó en Twitter que le preguntó al propio diputado: “Nunca se habló del tema, son todas especulaciones”. Pero tampoco, según el mismo periodista, dio su opinión sobre el tema. Lo mismo dijo en una entrevista con el sitio Infobae: “No es un tema que esté en agenda”. Y en su primera intervención como presidente de la Comisión de Deportes, Scioli habló del rol social y cultural de los clubes de barrio, de asegurarles una tarifa social, de que haya más educación física en las escuelas y de que al deporte hay que “modernizarlo para acompañar a los deportistas”.
Antes y después de asumir en la comisión, Scioli mantuvo diferentes reuniones con Carlos Mac Allister, secretario de Deportes de la Nación. Algunas no se hicieron públicas. Ambos tienen una buena relación, aunque Scioli tiene otros vasos conductores con el mundo deportivo.
Es amigo de Gerardo Werthein, presidente del Comité Olímpico Argentino, a quien esa cercanía le valió durante estos años la frialdad presidencial. Y en esa órbita vuelve a aparecer un nombre de los inicios: Leandro Larrosa, el joven que lo acompañó en el catamarán durante 1988, es el CEO del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018.
Si Scioli apoyara finalmente el desembarco de las sociedades anónimas en el fútbol sería un acto de coherencia. En su primera etapa como diputado, fue quien presentó una propuesta similar que finalmente no prosperó en el Congreso y, sobre todo, no prosperó en la AFA. También en ese tiempo su alianza era con Mauricio Macri, que por entonces era presidente de Boca y quería llevar el modelo privado al fútbol. Ahora el Gobierno intenta ir por ambos lados.
El deporte le permite –y le permitió- a Scioli mantener un discurso esquivo y ambiguo. Llano. Se lo permite ahora que más que un opositor al gobierno responde como observador. “Veo avances y veo problemas que inquietan y preocupan hasta al propio gobierno”, le dijo a Luis Novaresio en Infobae. Pero toma envión cuando habla del deporte, el hábitat donde se maneja con más comodidad y el que no le requiere detalles. Le permite esgrimir consensos, brindarse como ejemplo de resiliencias y, mucho más importante, saltear asuntos ideológicos. “Mire lo que acaba de pasar en los Juegos Olímpicos, Luis –le comentó a Novaresio-. Lo que no pudo la política, las dos Coreas desfilando bajo la misma bandera. Mire lo que hizo Mandela en su momento con el deporte. El espíritu fundacional de los Juegos Olímpicos: los cinco aros, los cinco continentes que se unen”.
El deporte del que habla Scioli es un deporte sin conflictos, un mundo de rosas, sin ideologías, sin tensiones. El mundo Scioli, la línea aire y sol. Pero el debate sobre el ingreso de las sociedades anónimas es otra cosa, es la discusión sobre dos modelos de clubes, el actual de asociaciones civiles o el de las empresas, la opción que desde el macrismo muestran como salvadora para las instituciones en crisis económica. Ahí hay una idea del deporte, no sólo del fútbol. Compañeros de bloque de Scioli sostienen que no apoyarán un proyecto de ese tipo. “Desde @DiputadosFPV_pj vamos a seguir defendiendo el Deporte y el rol social de los clubes”, escribió Mayra Mendoza en su cuenta de Instagram, bajo una foto junto a Scioli en la comisión. Scioli ya hizo una pirueta en sus primeros días como diputado, cuando se ausentó de la votación por el recorte a las jubilaciones.
El ex motonauta no se expresó públicamente, pero en algún viejo cajón está su proyecto. ¿Lo contradecirá? Es cierto que ante la discusión sobre las diferencias entre Macri y Scioli –la crítica/chicana a la izquierda por el voto en blanco- hay que poner en contexto: el proyecto colectivo y la base social que rodea a un candidato, y que también lo limita. Más allá de los vaivenes, de los matices, de las idas y vueltas, lo que parece es que Scioli vuelve a su naturaleza.