Esta semana se reunieron los ministros del interior y los jefes de estado de la Unión Europea para encontrar supuestas soluciones a la crisis migratoria. Libération y Le Monde se colaron en el debate, buscando las formas de defender a los gobiernos francés y alemán que quieren lavarse la cara mientras refuerzan las fronteras europeas.
Domingo 27 de septiembre de 2015
Para el editorialista del viernes de Libération, Orban, el primer ministro húngaro, sería la oveja negra de Europa. En “Cierre” critica su política migratoria y la contrapone a la apertura del resto de los países, quienes, siguiendo los valores “humanitarios”, estarían recibiendo con los brazos abiertos a los inmigrantes y refugiados políticos. Acostumbrados como estamos a la defensa casi incondicional del gobierno de Hollande de la parte de Laurent Joffrin, este editorial no deja de sorprendernos. Porque este gobierno ha expulsado más inmigrantes que Sarkozy, porque los desalojos de los campamentos de inmigrantes son moneda corriente en Francia. Porque las fronteras de Francia están lejos de estar abiertas.
Por un lado Joffrin juega con el sentido común del progresismo: Orban es de derecha, bien reaccionario, con una ideología fascista. Orban es malo. El resto de los gobernantes europeos son entonces buenos. Y el ultraderechista Front National con su discurso nacionalista también sería de los malos. Hay entonces dos campos y hay que elegir el suyo. O estás con Hollande o estás con Orban. De la misma forma que antes nos podían decir o estás con Churchill o estás con Hitler. ¿Y si no estamos con ninguno? La solución para este panfletistas es simple: Habría que “reaccionar poniendo en juego los mecanismo de salvaguarda democrática previstos por los tratados [europeos]”. Joffrin nos dice ¡Viva Europa y abajo Hungría! ¿Abajo Le Pen y viva Hollande? Y esto en el marco de juegos institucionales de una Unión Europea que está lejos de acercarse al progresismo.
Ciertamente la política de Orban es ultrarreaccionaria y criminal. Pero utilizar su denuncia para embellecer las políticas de Hollande y Merkel es una maniobra ideológica de poca monta. Sobre todo cuando plantea que es necesaria una política migratoria “humanista y realista”. Por humanismo tal vez entiende reprimir a los inmigrantes solo cuando no hay cámaras de televisión, y bombardear Siria. Pero su realismo es simplemente la fachada para cubrir toda una serie de políticas reaccionarias. “Seamos realistas, no podemos recibir a todos los inmigrantes” quiere decirnos. ¿Y porqué no? Los inmigrantes no vienen de paseo, ni dejan sus casas, sus pueblos, sus familias y amigos para ver que pasa. Emigrar es una decisión difícil y en muchos casos dolorosa. Los inmigrantes están lejos de ser el oportunista que viene por la seguridad social, como quieren decirnos. Escapan de la miseria y la guerra, que el imperialismo crea. Abrir las fronteras es ser realistas porque es más sencillo que aplicar toda la serie de leyes, “ayudas”, represiones, muros, aduanas, policías y demás ideas que los gobernantes tienen. Las fronteras no tienen nada de realismo. Vivienda hay, comida también. Alcanza con expropiar las viviendas en desuso y atacar las ganancias capitalistas. Pero eso implica elegir un campo : Con los patrones o con los trabajadores.
El mismo día Le monde aplaude la misma política: “Inmigrantes: Europa finalmente se mueve” es el título de la editorial. Tras la reunión de ministros y jefes de estado de la unión europea a principio de la semana pasada, una gran determinación habría sido adoptada: “El asilo es un derecho absoluto para cada individuo perseguido”. Esta frase merece dos reflexiones. La primera es que bajo el capitalismo el único derecho absoluto que realmente se hace respetar es el de la propiedad privada (de los capitalistas bien entendido). Cuantas veces hemos visto ser pisoteados los derechos absolutos al trabajo, a una vida digna, o tantos otros. Que Merkel y Hollande lo digan no significa nada. Porque dicen que es un derecho, pero cuando entra en contradicción con la “soberanía nacional”, la “seguridad”, o no importa que otra excusa, será dejado rápidamente de lado. La segunda reflexión es que es asilo es para los individuos “perseguidos”, es decir que el que pide asilo debe demostrar que lo es. Y aquí todos los días hay trabas burocráticas para acordar ese asilo. Es decir que Le Monde aplaude un discurso vacío. De acciones, poco y nada.
Pero esto no es lo único que reivindica este diario. El objetivo de la Unión Europea es “ayudar a los refugiados, a quedarse cerca de sus hogares. La clave está en una resolución lo más rápida posible del conflicto sirio, pero también en el plan de ayuda de mil millones de euros a los refugiado que se queden en los países vecinos de Siria”. La clave es entonces bombardear Siria, como ya empezó a hacer el gobierno de Hollande. ¡Viva el imperialismo francés! Después ayudemos a que se queden lo más cerca posible de sus casa, porque esto implica que se queden lo más lejos posible de Europa. ¡Qué gran cambio en la política migratoria de la Unión Europea! Con amigos así, quién necesita enemigos.