Según el reporte de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) del 2016 al 2020 ha sido el quinquenio más cálido jamás registrado. Así vemos como el cambio climático avanza de manera implacable.
Jueves 10 de septiembre de 2020
La acumulación de gases de efecto invernadero alcanzó un nuevo récord a pesar de las cuarentenas y la consiguiente paralización en la actividad por la pandemia del coronavirus a nivel mundial, según un nuevo informe publicado este miércoles por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), una agencia de Naciones Unidas con sede en Ginebra.
"Las concentraciones de gases invernadero -que ya están en sus mayores niveles en 3 millones de años- han seguido aumentando", dijo Petteri Taalas, jefe de la OMM, una agencia de la ONU con sede en Ginebra.
Para comienzos del mes de junio, a medida que fábricas y oficinas abrían a nivel internacional, por la baja de las restricciones que a principio de año habría provocado la pandemia del coronavirus, las emisiones volvieron a subir hasta cerca de un 5% en comparación con los niveles del año 2019.
Incluso si las emisiones de 2020 son menores que las del año pasado en hasta un 7%, como se espera, lo que se libere igual contribuirá al incremento de la concentración de largo plazo desde comienzos de la era industrial. Mostrando así el avance implacable del calentamiento global y el cambio climático.
Según el informe, se espera que la temperatura media mundial del período 2016-2020 sea la más cálida de la que se tiene constancia, aproximadamente 1,1 grados centígrados por encima de la media de 1850-1900, el período que se toma como referencia para evaluar el cambio que la temperatura ha experimentado desde la era preindustrial a la fecha y 0,24 grados más cálida que la temperatura media mundial del período 2011-2015, la cual fue el alza anteriormente registrada.
Entre 2020 y 2024 hay fuertes posibilidades de que por lo menos en un año se superen en 1,5 grados los niveles preindustriales, algo que se busca impedir con el Acuerdo de París, adoptado por los países europeos al igual que Estados Unidos.
También sigue perdiéndose masa de hielo en los glaciares y la subida del nivel del mar se ha acelerado en el último decenio, al tiempo que los océanos han visto cómo su temperatura sube de forma continuada, lo que está teniendo consecuencias meteorológicas y en la biodiversidad.
La biodiversidad es la base que sustenta toda la vida en la tierra y debajo del agua. Tiene relación con todos los aspectos de la salud humana. Proporciona agua y aire limpio, alimentos nutritivos, y fuentes de medicamentos, resistencia a enfermedades naturales y mitigación del cambio climático. Cambiar o eliminar un elemento en esta intrincada red afecta todo el sistema de vida y puede producir consecuencias negativas.
La aparición de la COVID-19 ha puesto en evidencia que cuando se destruye la biodiversidad se destruye también el sistema que sustenta la vida humana. Alrededor de un 75% de todas las enfermedades infecciosas emergentes en humanos son zoonóticas, lo que significa que se transmiten de animales a personas.
El modelo de producción capitalista se necesitaría los recursos de 1,6 planetas Tierra para satisfacer la demanda de los humanos cada año. Si continuamos en este camino, la pérdida de biodiversidad tendrá graves consecuencias para la humanidad, incluido el colapso de los sistemas alimentarios y de salud.
La deforestación, la invasión de hábitats de vida silvestre, la agricultura intensiva y la aceleración del cambio climático han alterado el equilibrio de los ecosistemas, lo que ha llevado a cada vez más población vulnerable a exponerse a las enfermedades emergentes.
Proteger el medio ambiente también implica proteger nuestra propia salud, otros modos de relacionarnos con la naturaleza son posibles, pero la salida a la crisis es necesariamente anticapitalista. Luchemos y organicémonos por una forma de vida en la que los humanos podamos trabajar en armonía con la naturaleza y como parte de ella.
Elizabeth Fernández
Profesora