Miércoles 24 de septiembre de 2014
El pasado 15 de septiembre, Alieto Guadagni, miembro de la Academia Nacional De Educación publicó en Clarín una nota titulada “Una escuela para la igualdad de oportunidades”. La misma se inicia con una declaración de guerra contra la escuela pública, ya que dice “La escuela pública actual, por su baja calidad y por contar con uno de los calendarios escolares más reducidos del mundo, castiga a los chicos provenientes de las familias con más carencias económicas y sociales.”
Para fundamentar su ataque a la escuela pública y elogiar a la privada, mayoritariamente financiada por el Estado, dice: “Debemos reconocer nuestra gran desigualdad educativa, ya que según el Ministerio de Educación, menos del doce por ciento de los niños de sexto grado de las escuelas privadas de Santa Fe, Córdoba y la Ciudad de Buenos Aires tienen conocimientos “bajos” en Matemática. Pero este indicador negativo trepa, por ejemplo, al 51 por ciento en las escuelas estatales del Conurbano y Formosa. La deserción de la escuela secundaria también está vinculada al nivel socioeconómico de las familias, basta tomar nota que de cada 100 alumnos que ingresaron en el año 2001 a primer grado en escuelas privadas, 64 concluyeron la secundaria en el 2012, mientras en las escuelas estatales apenas se graduaron 25. Esta gran desigualdad es aún mayor en provincias como Santiago del Estero donde apenas se graduaron 17 cada 100 ingresantes a primer grado estatal, mientras en las secundarias privadas se graduaban 94 cada 100 ingresantes en primer grado”.
Este economista expresa el ataque a la escuela pública que impulsa el gobierno nacional, los gobiernos provinciales y toda la oposición política patronal, que estuvieron presentes en el ciclo organizado por el grupo Clarín, en julio pasado “Los desafíos de la Argentina, Democracia y Desarrollo” donde se desarrolló una jornada de debate sobre el futuro de la educación donde las principales conclusiones se reducen a “en priorizar el nivel inicial, reforzar el financiamiento, impulsar la evaluación y capacitar al docente”.
Los datos que enuncia Guadagni son elocuentes para en primer lugar constatar que en educación, la “década ganada” y su Ley de Educación Nacional no ha modificado en nada la estructura de la educación pública heredada del menemismo y su Ley Federal de Educación, donde la escuela pública es vaciada de recursos, hasta el ex ministro de educación de De la Rúa, Juan José Llach, señala que la inversión educativa después de una década no llega al 6% prometido y no supera en realidad al 5,3%, en beneficio de un subsidio millonario a la educación privada que no cesa de crecer. Esto en los hechos ha instalado una educación pública “para pobres” y una educación privada “para sectores medios y ricos”.
A su vez, esto conlleva a que como señalan los datos, sea la población de la escuela pública donde se concentra la mayor deserción escolar y que son el grueso de los que conforman los “ni-ni”, los cerca de 1.500.000 jóvenes que ni trabajan ni estudian en la Argentina.
Por esto, estos datos en boca de estos analistas, políticos y sectores patronales solo pueden ser señales de un nuevo ataque contra la educación pública, sus trabajadoras y trabajadores, contra los estudiantes y el pueblo trabajador, que como sucede en otras áreas, termina haciendo suya el gobierno nacional y provincial, más allá de los fuegos de artificio que lanza el ministro de educación, sin escuelas, Alberto Sileoni de construir salas de jardín para niños y niñas de 4 años, cuando no hay luego de 8 años de ser sancionada la LEN, salas de 5 (que son obligatorias) y donde por ejemplo en La Matanza la cantidad de jardines públicos tienen la capacidad de recibir a un 20 o 25% de los alumnos que luego cursan en la escuela primaria, con lo cual por un lado hubo una explosión de jardines privados y por otro amplias franjas que inician la escuela primaria sin haber pasado un día por un jardín.
Ante el creciente ataque a las condiciones de vida de millones de trabajadores vía la inflación y la devaluación y los bajos salarios, (encuestas publicadas el 22/9 señalan que el 50% de los trabajadores gana menos de $5000, ampliándose cada vez más la brecha que separa el salario obrero del salario que pauta la canasta familiar), donde la pobreza afecta al 42% de la población trabajadora, la pelea por la calidad de la escuela pública queda en manos de las trabajadoras y trabajadores de la educación, los estudiantes y el pueblo trabajador.
Es necesario un aumento inmediato del presupuesto educativo. Esta medida elemental permitiría una primera mejora sustancial a la situación de la escuela pública.
Las trabajadoras y los trabajadores de la educación junto los estudiantes y los padres tienen en sus manos la posibilidad de desarrollar un gran movimiento en defensa de la escuela pública, de calidad, que liquide en este fin de ciclo kirchnerista la inequidad de décadas que sufre y padece la escuela pública.