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Red Internacional
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IMPERIALISMO. La política de Biden para Latinoamérica

Joe Biden, durante el mandato de Barack Obama, fue el encargado de establecer las relaciones con Latinoamérica. Ahora que asume el cargo de presidente, ¿cuál será su política para la región?

Miércoles 20 de enero de 2021 20:39

Después de unas polémicas elecciones, marcadas por las declaraciones de “fraude electoral” por parte de Donald Trump, Joe Biden llega al poder en medio de una compleja situación en el mundo entero. La crisis del COVID-19, que ya ha cobrado más de 2 millones de muertes a nivel mundial, sumada a la delicada situación en la que se encuentra EE. UU. con el envalentamiento de los sectores más conservadores y de derecha expresado en el asalto al Capitolio, hacen que este cambio de administración política se encuentre bajo los ojos de todo el mundo.

En Latinoamérica no es la excepción. Uno de los ejes principales que le valió muchos seguidores a Trump fueron sus fuertes declaraciones sobre los migrantes, aseverando que México mandaba “asesinos y violadores” a su país y el plan de construir un muro que impidiese el paso de los migrantes que cruzaban por el lado sur. El muro quedó inconcluso, pero el sentimiento racista prevaleció en los seguidores republicanos.

Familiarizado con Latinoamérica

Durante su periodo como vicepresidente de Barack Obama (2009-2017), Joe Biden fue el encargado de llevar las relaciones con los países latinoamericanos. Realizó más de 15 viajes a la región, por lo que algunos analistas tienen la esperanza de que tomen otras formas las relaciones, endurecidas durante el mandato del magnate neoyorkino. Sin embargo, es importante recordar que, durante el mandato de Obama y detrás de sus amables discursos, comenzaron a implementarse las duras medidas de persecución y deportación de migrantes. Durante los primeros años de su mandato hubo un mayor número de deportaciones que con Trump, en tanto que el republicano profundizó la xenofobia y el racismo. Esta política de Obama fue ampliamente respaldada por Biden.

En vísperas de su asunción, el nuevo presidente anunció una reforma migratoria que presume una nueva “amnistía” para cerca de 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos, anunció que suspenderá la construcción del muro fronterizo. Esta amnistía, de hacerse realidad, es el producto de décadas de lucha de los trabajadores sin papeles y la izquierda en Estados Unidos. Sin embargo, hay que decir que la propuesta de Biden mantiene todas las medidas contra las nuevas olas migratorias de centroamericanos, africanos, cubanos y haitianos, que son el resultado de la injerencia y los planes imperialistas, así como para los miles de migrantes hondureños que están sufriendo la represión y la persecución en Guatemala, siguiendo los dictados de EE. UU. Además, los asesores políticos del nuevo presidente han dejado en claro que, si bien se abrirá el espacio para la solicitud de asilo, no se debe pensar en ningún momento que “se abrirán las fronteras”.

Otra de las propuestas que prometen tener impacto, por lo menos en México, es la reforma al sistema penal, con la que el presidente demócrata pretende hacerle frente a la constate guerra contra las drogas. Dicha modificación viene acompañada de una fuerte inyección de capital (4 mil millones de dólares) a países de Centro y Sudamérica para “combatir la pobreza, violencia y así detener el flujo constante de migrantes”.

La situación en la que se encuentra, actualmente, Latinoamérica es bastante más compleja que durante los primeros viajes de Biden. La precarización ha ido en aumento y la pandemia ha impactado de manera muy trágica a la economía de las familias.

Las relaciones políticas de Latinoamérica también se han diversificado a otras potencias como China, país con el que se han hecho importantes acuerdos; si bien para México el vecino del norte continúa siendo el principal socio económico.

Venezuela es uno de los países que ocupará parte central de la agenda de Biden. El candidato a secretario de Estado, Anthony Blinken, ha declarado públicamente que se continuará reconociendo a Juan Guaidó como presidente de Venezuela. También continuará con las políticas de “búsqueda de democracia para el pueblo venezolano”, implementando las mismas sanciones económicas.

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Todos estos elementos adelantan que, más allá de los cambios que pueda haber en la retórica y de algunas medidas puntuales, la llegada del presidente demócrata no debe verse como un cambio de fondo en las políticas de EE. UU. hacia América Latina. El avance de las políticas imperialistas que implementó de manera tan efectiva Trump, difícilmente retrocederá con la administración de Biden.