Esta precarización extrema, recae mayormente sobre las mujeres. Hablaron docentes de las Escuelas de Verano y realizaron denuncias anónimas a través del diario, debido a la persecución que sufren por el Gobierno de Larreta.
Lunes 1ro de febrero de 2021 21:29
Una docente se nos acercó y denunció: “Accedí a inscribirme y trabajar en las Escuelas de Verano para pagar el alquiler porque estoy desempleada”. Esta es la realidad que nos cuentan y viven trabajadoras docentes de las Escuelas de Verano. Muchas de ellas son las que no lograron conseguir un cargo durante todo el año 2020 y solo algunas pocas lograron acceder al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), que el Gobierno Nacional decidió sacar del presupuesto a partir de 2021.
En la Ciudad de Buenos Aires, la ciudad más rica de Argentina, gobernada por Rodríguez Larreta y Soledad Acuña como ministra de educación, la pobreza alcanza al 30,1% de la población. La crisis económica y sanitaria por la covid-19, golpea las condiciones de vida de las mayorías e impacta con más violencia en las mujeres, quienes son sostenes de hogar y deben aceptar trabajos precarios con protocolos sanitarios que no se cumplen.
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Charlamos con varias docentes que nos contaron sus malas condiciones laborales diarias en las Escuelas de Verano, una realidad que oculta Soledad Acuña con la complicidad de los medios masivos. Una de ellas denunció: “Trabajar aquí es insalubre y más en esta situación de pandemia. La alimentación de los chicos es escasa, los docentes no recibimos almuerzo y tenemos poco tiempo para comer algo”.
Continúa diciendo: “Si faltan docentes en otras escuelas, nos mandan a nosotras sin tomar suplentes, habiendo quedado muchas compañeras sin cargo” y agrega: “Nos hicieron un testeo al inicio solamente. Y ante la aparición de casos positivos no realizaron los aislamientos correspondientes, ni testeos para saber si había más casos de covid-19”.
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Esta situación de precarización extrema solo viene a profundizar una realidad que se vivió durante todo el año pasado. Otra docente dijo: “Estuve desempleada durante todo el 2020, con dos hijos. Uno mayor y otro en edad escolar, en una vivienda prestada con expensas de $ 4.000. Cuando se está sin trabajo, es imposible hasta pagar la luz, entre otras cosas”.
Otra docente nos cuenta: “Actualmente me encuentro trabajando en la Escuela de Verano, y tengo un cargo suplente de jornada completa. Y sí, es verdad que es muy duro cuando una tiene chicos: en mi caso sostengo a mi familia, somos mi hijo y yo, se me hace muy difícil porque además tengo que pagar un alquiler”.
Otra denunció: “Mi situación laboral desde que comenzó la pandemia es nefasta. Quedé desempleada en febrero de 2020, a principios de la pandemia. Enseguida se profundizaron los casos de despidos, no pude tomar ningún cargo, continué desempleada. Nunca trabajé en las Escuelas de Verano porque me parece un trabajo insalubre, pero este año, lo tuve que hacer para pagar la renovación del alquiler, que es muchísimo dinero”.
El trabajo de las y los docentes en las Escuelas de Verano de la Ciudad de Buenos Aires desnuda una situación que se replica hace tiempo, pero con la pandemia se profundizaron las condiciones de precariedad de la propia educación porteña.
A la flexibilización laboral, la falta de obra social y jornadas extenuantes de trabajo, se le suma la persecución ante cualquier denuncia por la falta de aplicación de protocolos por el avance de los contagios de covid-19 en las llamadas “burbujas”.
Las y los docentes se encuentran en alerta ante la insistencia de parte de Larreta sobre la vuelta a clases presenciales el próximo 17 de febrero.
Las condiciones necesarias para una vuelta segura a clases
En medio del debate por la vuelta a las clases presenciales, tanto en la CABA como en provincia de Buenos Aires y otros distritos del país, Manuel Vidal, subsecretario de carrera docente del GCABA salió a decir en TN: “Los chicos tienen los barbijos y mantienen las distancias en las Escuelas de Verano, estas son un ejemplo, los chicos cumplen las pautas”. ¡Como si con esto alcanzara!
Las trabajadoras, que vienen haciendo una experiencia en las Escuelas de Verano, desmienten que no haya contagios por covid-19, pero ellas no pueden salir en las cámaras de televisión, pueden perder el trabajo. Denuncian que el protocolo planteado no se cumple, las condiciones de trabajo, de traslado y alimentación de las y los niños es de mucha precariedad.
Contaron a La Izquierda Diario: “Si los contagios continúan, no se deben comenzar las clases presenciales, el riesgo es muy grande. No solo para los docentes, sino también para los niños, para los padres que viajan a las escuelas, para el personal de limpieza, porteros, etc. Hay escuelas de Capital que tienen seis primeros grados y es imposible formar burbujas sanitarias. Soy docente desocupada con muchas ganas de volver al aula, pero no deseo que se contagien”.
“Es necesario el regreso a la presencialidad de alguna manera que no sea solamente un cartelito de marketing: “Volvemos el 17 de febrero a toda costa y no nos importa nada más que volver”. Se podría volver, pero de manera organizada, con protocolos serios y con los recursos necesarios, ya que se pone en juego la salud de los docentes, los niños y sus familias. Esto no está siendo analizado”.
“Con respecto a las clases presenciales y viendo como se está dando el contexto, conociendo las instalaciones de las escuelas, considero que no todas están preparadas para afrontar los protocolos de higiene. Hay hacinamiento en las aulas, son hiper chiquitas en muchas escuelas. Son muchos estudiantes en toda la Capital y las escuelas no están, en su totalidad, en condiciones para cumplir el protocolo. Muchos de los docentes tenemos familiares de riesgo, en mi caso, mi hijo es asmático, él, por ejemplo, no va asistir a la escuela porque no está en condiciones de hacerlo, hasta que se den las condiciones para afrontar este virus.”
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El Gobierno de la Ciudad presentó una propuesta de protocolo que está lejos de asegurar un retorno seguro a las escuelas, donde no se respetan las burbujas aconsejadas por los especialistas, a esto se suma la falta de inversión en infraestructura, personal y transporte.
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En este marco, la vuelta a las aulas no debe ser a costa de las malas condiciones de trabajo y salud de docentes, estudiantes y sus familias.
Es necesaria la organización desde abajo entre docentes, familias, estudiantes y de la comunidad educativa en general, junto a especialistas y profesionales para que la situación compleja que se vive en las Escuelas de Verano no se repita en la vuelta a la presencialidad.