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Red Internacional
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Testimonio. La precarización laboral es la esclavitud del siglo XXI

El día de hoy somos miles de trabajadores que estamos bajo condiciones laborales precarizadas que se han intensificado por la pandemia.

Lunes 27 de julio de 2020

Mi caso es uno más de lxs miles de trabajadores jóvenes precarizados. Desde que comencé a trabajar no he tenido el “privilegio” de contar con condiciones laborales dignas. Desde muy joven comencé a trabajar resultado de las necesidades económicas en casa y las condiciones no siempre fueron las mejores, ya fuera porque no contaba con prestaciones laborales o, si accedía a ellas, la explotación laboral se evidenciaba en jornadas de trabajo extenuantes.

Durante los últimos años, he vivido en carne propia las condiciones precarias favorecidas por la presencia de los outsourcing, este sistema creado para beneficiar a las grandes empresas y dejar en completo abandono a lxs trabajadores. Para mí, esto ha significado no contar con ningún tipo de prestación laboral, no tener un salario digno, aceptar contratos simulados y convenios que se renuevan cada seis meses con la finalidad de no generar ninguna obligación de las empresas hacia lxs trabajadores.

En los últimos dos años, comencé a trabajar en una empresa subcontratada por uno de los bancos más grandes de México para impartir cursos de educación financiera en diversos estados del país. Nunca recibí ninguna prestación laboral, tampoco se garantizaba el pago de un salario mínimo argumentando que como no éramos trabajadores sino prestadores de servicios, el “salario” dependía de las horas laboradas.

Lo peor del caso es que si rebasábamos las horas laboradas no teníamos derecho a que se pagaran por arriba del esquema de porcentaje de pago que se establecía mes con mes, sino que, por el contrario, éstas se distribuían en otros rubros del esquema para que la empresa no tuviera que pagarnos más, como si nuestro trabajo fuera regalado.

Además, fui parte de la inseguridad que persiste en este país ya que mi trabajo requería de la realización de viajes a lo largo del país sin algún respaldo o protección ante cualquier incidente. Afortunadamente, nunca sufrí ningún percance, pero el temor de viajar sola ante la inseguridad del país siempre estuvo latente.

Sin embargo, no todas corrimos con la misma suerte; una de mis compañeras de trabajo sufrió un intento de secuestro en el norte del país y ante esto, solicitamos una protección que nos respaldara ante este tipo de incidentes que nos pudiera ocurrir al viajar siendo mujeres y la respuesta fue evadir esta demanda y hacer comentarios de burla sobre la violencia de género que persiste en México.

Finalmente, durante las últimas semanas, sufrí de hostigamiento laboral, a través de comentarios indirectos que buscaban dividir a mis compañeros para que generaran críticas negativas hacia mí para opacar mi trabajo, así como también desvalorizar mi esfuerzo profesional y amplificar errores pequeños e intrascendentes con la finalidad última de excluirme de la empresa.

Lamentablemente, al ser parte de una empresa “fantasma” no hay maneras efectivas de iniciar un proceso legal. Por esto, recurro a otros medios de exigencia y reconocimiento de las injusticias que hemos vivido quienes trabajamos en este tipo de condiciones.

Por mucho tiempo normalicé estas condiciones, pero ahora alzo mi voz contra este sistema que no sólo me afecta a mi sino a miles de jóvenes en México. Porque, la precarización ya no sólo es laboral, la precarización es de la VIDA MISMA y hoy, debemos luchar para no normalizar esta realidad.

La “nueva normalidad” no tiene que ser como ellxs dicen sino como lxs trabajadores exigimos.

Te invito a sumarte a un comité de trabajadores y participar en el Encuentro Nacional de Trabajadores y Organizaciones contra la precarización y los despidos que se llevará a cabo el 1 y 2 de agosto.