A nivel nacional se vive una rebelión de la cultura. ¿Es la punta de un iceberg social? ¿Caja de resonancia de un ruido silencioso, que crece bajo las narices del nuevo gobierno conservador liberal de Javier Milei y sus pretensiones de dictador? ¿Cómo ganar una pelea planteada a vida o muerte para la cultura y cómo renovar al mismo tiempo las formas de organización y lucha del espacio?
Resonando desde abajo
Verano. “¿Es 10 de enero?” dice en chiste una amiga nueva, actriz, mientras sonríe dándole a la lata frente al Congreso nacional junto a miles de personas a las que no les importó la lluvia para concentrarse. Al lado un grupo de artistas realizan una performance con el lema “Encendamos la lucha para que no apaguen la cultura”, otras pegatinan esa frase o la pintan en la calle, más allá un señor de gesto austero levanta firme una pancarta: “No a la junta Mileitar”. Los escritores hacen punta para cortar. Los centros de estudiantes de cine y artes se mueven juntos. Se canta “paro, paro, paro, paro general”. Mi nueva amiga dice que no se fue de vacaciones “por la lucha”, porque “no daba”. La escena es una más de las que se ofrecen en simultáneo bajo la mirada policial, durante el Cacerolazo cultural nacional convocado desde Unidxs por la cultura.
La acción en Caba reúne a centenares de artistas y comunicadores que trabajaron durante 10 días para desembarcar el 10. Números redondos, como el formato de las reuniones en las comisiones de movilización y comunicación que agitaron una campaña por redes que llegó a todo el país. Se suman asambleas de vecinos. A tal punto fue convocante el llamado que hasta llegaron sindicatos, como la Asociación Argentina de Actores y Sadem, siempre renuentes a movilizarse. Habrá que ver qué pensaban sus dirigentes al escuchar a la locutora, leyendo a viva voz que entre las resoluciones de los convocantes está el reclamo a esas conducciones para garantizar el paro total de la actividad el 24.
La extensión entusiasma. En al menos 80 ciudades contabilizadas suceden secuencias parecidas, donde previamente se contagiaron las asambleas y se tomaron las propuestas. Literalmente de Ushuaia a la Quiaca, y de la cordillera al mar. “Casta el que lee” dice una pancarta en Córdoba, donde replica en varias localidades. Ahí las acciones también están coordinadas por la asamblea “Cordobazo cultural” que pone en el imaginario la gesta obrera y estudiantil del 69. Ideas para el futuro. Pero así es en todas las ciudades: ”La cultura no se vende”, “Salariazo por necesidad y urgencia”, “El arte sana, el DNU mata”, “Pan y libros”, “Yo sí creo que el arte puede cambiar el mundo”, “Somos las fuerzas del suelo”, “La verdadera democracia está en las calles”, “Unidad y plan de lucha”. En Rosario la marcha cultural es muy grande, en Mendoza es el primer cacerolazo masivo excediendo el reclamo sectorial, en Jujuy se destaca la participación de artistas de pueblos originarios y el punto de partida fue el penal de Gorriti donde les artistas exigieron la libertad de Nahuel y Roque, literalmente #PresosPorTuitear. Hablo con otra amiga por la noche, me dice que “es emocionante ver las imágenes que llegaban de todos lados, da mucha fuerza.”
Para comprender una acción de la cultura así, de la cual no se tiene otra referencia en décadas, hace falta un flashback. El comienzo del estado de asamblea y rebeldía cultural se puede rastrear en la era Milei hasta el 13 de diciembre. A solo 3 días de la asunción presidencial, Unidxs por la cultura realizó una asamblea con más de 200 participantes y votó marchar el 20 de diciembre en homenaje a la rebelión popular del 2001 y contra el protocolo represivo. No fue la única asamblea en esos días, pero la orientación contrastó con la de otros espacios culturales que tenían dudas o se sentían desmoralizados por el triunfo de la derecha. En esa asamblea eso se habló, pero aunque Bullrich prometía sangre en la calle se marchó igual. De esta manera, un buen número de artistas y comunicadores fueron parte de los miles que ayudaron, junto a la izquierda y movimientos sociales, a “romper el miedo”. Y participaron esa misma noche cuando sonaron los cacerolazos masivos y espontáneos contra el DNU. Porque “La cultura es el verdadero espacio de libertad” y “La protesta no es delito” se leerá desde ese momento hasta el día de hoy.
El momento bisagra fue el 28 de diciembre: el gobierno de Milei publicó la Ley Ómnibus con un ataque frontal a la cultura. El cierre del Fondo Nacional de las Artes (FNA) y el Instituto Nacional del Teatro (INT), el desfinanciamiento del INAMU (música), la CONABIP (bibliotecas populares), el INCAA (cine) y el Fomeca. Además del despido de miles de trabajadores de las distintas dependencias del Estado. Todas las listas del sector explotaron de debate en un pensamiento colectivo. En dos días, miles de artistas de todo el país se sumaron a las listas de Unidxs que sin perder tiempo llamó a una nueva asamblea. Y el sábado 30 de diciembre fue multitudinaria, la participación ascendió a más de 1000 personas de manera presencial y virtual en el Auditorio de ATE Nacional: se votó impulsar un plan de lucha hacia el paro nacional del 24 y el objetivo de impulsar la coordinación del sector frente al ataque. La voluntad de dar pelea preparó al espacio para generar un canal por donde se expresara el profundo malestar que se está acumulando. Como un nuevo síntoma, al finalizar se marchó desde el FNA al INT, en una movilización muy amplia y autoconvocada. La reconocida artista Marta Minujín se convirtió en tendencia al decir en un video “Es tremendo que cierren el FNA, es serruchar la cultura”.
Para quien no está interiorizado en las resoluciones, el plan de lucha de la cultura consiste en tres medidas con la consigna de tirar abajo el DNU, la Ley ómnibus y el protocolo represivo. Un cacerolazo nacional el 10 de enero, cumplido con creces. Una gran asamblea federal de la cultura el 20. Y la movilización en el Paro general convocado por la CGT y las CTA el 24. Las novedades son que: el Paro general despierta un imaginario de fuerza del que no se tenía memoria; y que por el nivel del ataque general se abren debates nuevos superando el corporativismo ¿qué relación hay entre las demandas sectoriales y las generales? El ataque es de conjunto. Hay carteles que simplemente dicen: “frenemos la motosierra contra el pueblo”.
El 12 de enero hubo varios hechos seguidos. Por un lado Peteco Carabajal en Jesús María dice desde el escenario, dos o tres veces, "no se paren que no llegó nadie", justo cuando entraba Villaruel al sector de plateas. Por el otro, La Renga fue trend topic porque le dieron un mensaje al presidente: “atención, Javier el león se quiere comer a la casta y resulta que están todos al lado tuyo”
Como si esto fuera poco, para acentuar el estado de rebeldía, el cineasta Adolfo Aristarain publicó ese día una columna de opinión en Página 12 donde plantea que la administración del país fue copada por una banda organizada que no tiene ideología y que busca sólo sacar provecho y rematar las industrias, los minerales, todo lo que puedan, sin límite. Opinando que no hay que darles tiempo, que hay que ganar la calle y que el paro de la CGT tiene que ser por tiempo indeterminado: hasta que caiga el gobierno. De inmediato el fiscal Stornelli lo denunció penalmente y gran parte de la cultura lo defendió, mientras algunos comunicadores lo critican. En una nueva columna del sábado 13, Aristarain ratificó sus dichos y se pregunta: “¿por qué no sale Alberto a apoyar el paro ahora de fin de mes? ¿Por qué no sale Cristina? ¿La Cámpora? ¿Por qué los radicales no hacen más que protestar y no hacen absolutamente nada…? Eso es lo que me vuelve loco". Como en una de sus grandes películas, Tiempo de revancha (1981), filmada en plena dictadura, el personaje decide llevar el conflicto hasta sus últimas consecuencias.
El fin de lo mismo
En el cuento de Marcelo Cohen que lleva el sugerente título “El fin de lo mismo” (1992), se cuenta una historia de amor entre Gumpes y Olga Palapot, una mujer de tres brazos. La historia transcurre en una ciudad fascinada por el ascenso de “el Hijo de la Ira”, una especie de pastor mediático que aparece todas las noches por TV para agitar la necesidad del orden y el control, ante una sociedad que está desquiciada por “el mundo inflacionario”. Resulta sorprendente el paralelismo metafórico de ese cuento publicado durante el asentamiento del menemismo, con el personaje ridículo de Milei ahora en el poder.
Cohen escribe que en ese mundo, El hijo de la Ira había logrado inflamar la ciudad de un fervoroso rencor. En el cuento, a medida que pasa el tiempo y se desarrolla la historia íntima de Olga y Gumpes, comienza a vivirse un “clima bélico” con el surgimiento por un lado de “cazadores indignados”, “individuos que se resarcían de la frustración atacando los aspectos más banales del desorden”. Mientras del otro lado aparecerán “los clandestinos” que se enfrentan al nuevo orden.
En todo ese embrollo social e individual, hay una parte magistral del pensamiento de Gumpes, se plantea en crisis que “hacemos tanto lo mismo, nos demos cuenta o no, que Lo Mismo termina pensando por nosotros.”
Pensando en el malestar en la cultura que se describe más arriba, el estado de efervescencia, tiene también otras maneras de interpretarse o buscar encauzarlo. Es el caso de muchos ex funcionarios de la administración de Alberto Fernandez o el antiguo kirchnerismo, que de alguna manera “vuelven a hacer lo mismo” de siempre. Como si se pudiera combatir a El hijo de la ira con ceremonias.
El mismo día 28 de diciembre que se dio a conocer el proyecto de ley ómnibus del gobierno de Milei, comenzó a circular fuertemente la convocatoria a una asamblea en defensa del arte y la cultura en el Teatro Argentino de La Plata. Y la misma fue multitudinaria, sin embargo, en vez de convertirse en un debate democrático, se convirtió en una especie de Acto, moderado por distintos funcionarios del Instituto Cultural de la provincia de Buenos Aires. Incluyendo principalmente a funcionarios del gobierno bonaerense, platense y diputados de Unión x la Patria. Elogiando las virtudes de Axel Kicillof y "el mejor gobierno" que comanda, se repite la misma cantinela de no ver lo que ve la mayoría: la realidad de crisis y desigualdad a la que se contribuye. Ese método (y esa política) no permitieron que esa Asamblea se convirtiera en canal de expresión de la bronca, por lo cual sus acciones planteadas no tuvieron continuidad.
El día 11 de enero, se dio otro hecho sintomático, al otro día del cacerolazo masivo impulsado desde Unidxs, se realizó en el Congreso nacional una reunión del bloque de UxP con “la cultura”. A la misma, la delegación de este colectivo tuvo que entrar última y nuevamente la lista de oradores ya estaba digitada. Hablaron solo los propios, como Pablo Echarri y otros. Pero sorprendentemente no dieron lugar a Unidxs y hablaron los diputados. Acto seguido el Diputado Carro dijo que “la cultura es el sector más dinámico de nuestro frente político, y que logró un nivel de unidad de la cultura jamás visto”, desdeñando el trabajo de centenares y miles de artistas autoorganizados que llevaron adelante la acción del 10.
Es el mismo camino de la creación de multisectoriales institucionalizadas, que buscan digitar desde arriba los tiempos, las acciones, y que se están lanzando en distintas ciudades. Una amiga me dice en una asamblea: “no se dan cuenta que son parte del problema. Que esos métodos son los que también construyeron el descreimiento de la política que hoy tenemos”.
Esos métodos, son el correlato de una política que tiene larga data. Durante la pelea contra la caducidad de los fondos de fomento en 2022, la política del entonces Frente de Todos consistió en dilatar hasta último minuto la resolución de la cuestión en el Congreso, lo cual nos obligó a mantener la lucha activa durante más de un año para así lograr que se prorrogara el financiamiento a la cultura por 50 años (lo que ahora se borra de un plumazo por Milei). Todo eso, que hoy parece un pasado lejano, sigue siendo una lógica que puede volver en negociaciones parlamentarias actuales. El malestar en la cultura se remonta incluso a esas épocas: al desfinanciamiento que colmó el vaso y el ajuste continuado desde el macrismo por el que tuvo que irse Luis Puenzo de la dirección del INCAA con la movilización.
Volviendo a “El fin de lo mismo” de Marcelo Cohen, Gumpes concluye entonces que él no puede permitirse la fatalidad de seguir haciendo lo mismo si quiere sobrevivir, sino que debe sostener “el vicio de inventar.” En el cuento nunca se nos dice cómo termina ese clima social bélico en el que están metidos, porque la historia no trata de eso, sino de Gumpes, que en ese caos busca el amor y la tranquilidad que le es imposible encontrar. Pero nos deja una clave, algo que El Hijo de la Ira no había previsto: que “al calor de los escombros del progreso, la ciudad ya incubaba nuevas alteraciones, anomalías brutales y asombrosas; que en la roca del vecindario satisfecho se abriría el géiser de los clandestinos.”
Hacia el paro del 24
En apenas diez días de enero, salimos a las plazas y las calles de todo el país mostrando una fuerza colectiva enorme, coordinando con asambleas barriales y en unidad con algunos sectores sindicales. Con el cacerolazo cultural nacional nos propusimos encender la lucha para que no apaguen la cultura y lo hicimos. Nos manifestamos contra el DNU y la Ley ómnibus, contra cada punto antipopular y antidemocrático que nos ataca. Fue nuestra primera acción de un plan de lucha que recién comienza. El sentimiento colectivo que nos mueve es que no tenemos tiempo que perder. La vigencia del DNU es un desastre social, territorial, político y cultural.
Es el momento de hacer masiva la gran Asamblea Federal de la Cultura el 20 de Enero, para organizar a toda la cultura ante el Paro. Para frenar el cierre del FNA y el INT, y el desfinanciamiento del INAMU, la CONABIP, el INCAA y el FOMECA. Promoviendo que en todos los sindicatos del sector (Actores, TV, Técnicos de cine) el paro sea activo y con movilización. Lograr una acción de fuerza contundente, desde abajo. Golpear juntos todos los sectores afectados, trabajadores estatales y privados, movimientos sociales, pueblos originarios, estudiantes, el movimiento de mujeres, ambientalistas, artistas y comunicadores. El 24 de enero, esto recién empieza.
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