El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha provocado un cimbronazo entre sus los socios comerciales de Norteamérica, al buscar reconfigurar las relaciones comerciales entre los tres países firmantes del TEMEC bajo la idea de “Hagamos a Estados Unidos grande de nuevo”. Lo característico de esta ofensiva comercial es que se dirige tanto a un país imperialista como Canadá, como a un país dependiente con rasgos semicoloniales como México.
Jueves 28 de noviembre de 2024
Lejos de abrírsele una crisis al gobierno de Claudia Sheinbaum en el plano interno por los infructuosos embates de la oposición que busca -desde su debilitada posición- enrarecer el escenario político nacional, es la política ofensiva del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, la que lo pone ante la disyuntiva de aceptar sus exigencias políticas para contener de forma aún más significativa del flujo migratorio hacia aquel país, y también acabar con el tráfico de drogas a suelo estadounidense, o de lo contrario impondría aranceles del 25 % a las exportaciones mexicanas; es decir, pegaría en la línea de flotación de la economía nacional.
Aunque es una exigencia que Trump hace también al gobierno de Canadá, la política del magnate yanqui pone en un predicamento al gobierno mexicano dada la enorme dependencia de la economía nacional respecto de la del país imperialista (en 2024, Estados Unidos participará en un 83.1% de las exportaciones de México). No por nada, importantes sectores industriales del país (y la Cámara Americana del Comercio de México), han mostrado gran preocupación ante la amenaza del magnate yanqui.
Si bien estas han sido exigencias de Estados Unidos a México que el gobierno viene cumpliendo en cierta medida (por ejemplo, aceptó militarizar la frontera sur del país para contener la emigración centroamericana que busca llegar a territorio estadounidense en busca de trabajo), son parte de una política para subordinar más a México a los planes económicos y políticos de la nueva presidencia de Estados Unidos. Una política que busca reconfigurar el marco de las relaciones México-Estados Unidos, donde el crecimiento económico de la industria nacional, quede más subordinado a país imperialista.
El otro socio imperialista, Canadá, está buscando un convenenciero acuerdo con Estados Unidos para que sea el país más débil al que asuma la peor parte de esta política, incluso proponiendo la exclusión de México del T-MEC. Busca así evitar la caída de sus exportaciones a Estados Unidos, que podrían dañar su economía.
La presidenta Sheinbaum ¿“cara a cara” con Trump?
La presidenta Claudia Sheinbaum, ante las amenazas del magnate yanqui, le envió una carta afirmando que México no puede ser tratado como un país subordinado, y que es independiente, exigiendo al que será el presidente de la principal potencia imperialista del mundo, un trato respetuoso. Incluso, la presidenta morenista amenazó con imponer aranceles también a las importaciones estadounidenses, afirmando que eso no convenía a los intereses comerciales de los países. Esta es una posición que ningún socio comercial de Estados Unidos le había hecho a esta potencia. Hasta ahí, es una declaración de la presidenta de un país que se reclama independiente, que exige trato de iguales.
Sin embargo, como muestra de “buena voluntad” -y previamente a la conversación sostenida este miércoles 27 con el presidente de Estados Unidos-, ya México había impuesto aranceles a importantes mercancías de China (el principal enemigo comercial de Estados Unidos, que tiene importantes inversiones, no sólo en México sino en Latinoamérica), y buscando sustituir los principales productos chinos que México importa de aquel país.
Y también como gesto de “buena voluntad”, se había profundizado la contención del flujo migratorio hacia Estados Unidos -algo que el anterior presidente morenista, Andrés Manuel López Obrador, había iniciado ante el presidente Biden-, cosas que la presidenta mexicana resalta en su carta a Donald Trump.
Sin embargo, en la conversación telefónica con Trump -además de desmentir algunas afirmaciones falsas del ultraderechista presidente electo-, la presidenta mexicana hizo, en los hechos, un informe de cómo ha cumplido las exigencias del país del norte, y que no tiene por qué preocuparse por la emigración hacia aquel país, pues antes que lleguen a la frontera sur de Estados Unidos, las caravanas de migrantes “son atendidas en México” -esto, cuando hace una semana miles de migrantes salieron en caravana desde Chiapas para cruzar el territorio mexicano.
También se comprometió a impedir que llegue a Estados Unidos el fentanilo que los cárteles de la droga envían a aquel país. Esto implica incrementar la militarización del país (el papel de los militares en asuntos políticos), que como se ha visto, otorga más impunidad a las fuerzas armadas que siguen cometiendo crímenes en contra la población. En este marco, la anunciada reunión de la presidenta con las madres y padres de los normalistas de Ayotzinapa es una medida propagandista que además, no investiga a los altos mandos militares cómplices de las atrocidades contra los estudiantes asesinados y desaparecidos.
Parte de esta política para no afectar las exportaciones mexicanas es el “Operativo “Enjambre, donde militares y policías detuvieron a funcionarios y autoridades municipales cómplices de cárteles de la droga, así como la detenciones de algunos capos menores, y donde están anunciadas posibles detenciones de funcionarios y policías municipales.
“Una excelente conversación con el presidente Trump”
Después de responderle públicamente al magnate antimexicano Trump que nuestro país (y el gobierno) no se subordinan a ninguna potencia extranjera -y los cabildeos que hacían el secretario de la Secretaría de Economía y el de Relaciones Exteriores mexicanos-, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció que había tenido una “excelente conversación con el presidente Trump”.
La conversación de la presidenta mexicana con el presidente electo de Estados Unidos (al que ya llama presidente), fue en los hechos un informe de actividades del país más débil que integra el TMEC, al socio comercial imperialista; un informe que complació por el momento a Trump.
Éste aceptó la “estrategia integral” de Sheinbaum para atender el problema migratorio en México, es decir, evitar que ningún migrante llegue a los Estados Unidos -aunque aclaró después que México no está por “cerrar fronteras”-. Y también se contentó Trump con la promesa de que México evitaría la llegada de drogas a su país, es decir, más militarización del territorio nacional. A esto, el presidente electo de Estados Unidos le llamó “una maravillosa conversación con la nueva presidenta de México”, una “conversación productiva”.
Pero para las y los miles de migrantes que huyen de la miseria y la delincuencia en sus países, el acuerdo entre la Claudia Sheinbaum y Trump -donde ellxs son moneda de cambio- no fue “una excelente conversación”. Tampoco para quienes, a lo largo y ancho del país (entre ellxs las “madres buscadoras”), han sufrido los estragos de la militarización.
Por ello, no se puede decir que la conversación entre la presidenta mexicana y el imperialista Trump (próximo presidente del principal país integrante del TMEC), que impuso sus condiciones en esa conversación, haya sido entre iguales; ni tampoco expresa la defensa de la soberanía y la independencia nacional que proclama Claudia Sheinbaum.
Mario Caballero
Nació en Veracruz, en 1949. Es fundador del Movimiento de Trabajadores Socialistas de México.