Milei y su gobierno pretenden ocultar, bajo la alfombra del escándalo de Alberto Fernández, la crisis de la educación, los índices de pobreza, el veto presidencial a los aumentos jubilatorios y las internas dentro de la coalición de gobierno que mantiene preocupada a la Casa Rosada. En esta nota queremos debatir, en el marco del ajuste y la situación crítica en la Universidad, las tareas para defender la educación pública. ¿Con qué perspectiva refundamos el movimiento estudiantil? Ante la debacle de los partidos del régimen, contra el proyecto libertario y el fracaso de la estrategia del mal menor peronista, queremos plantear la necesidad de construir otra alternativa que sea anticapitalista y ligada a los trabajadores.
Un nuevo ataque a la educación pública: por otra gran marcha educativa
En las últimas semanas el debate en torno a la educación pública volvió al centro de la escena debido a la media sanción que declara a la educación como servicio esencial (con votos de distintos bloques), y por el continuo vaciamiento de las universidades mediante la precarización docente. El segundo cuatrimestre en las facultades del país comenzó con medidas de visibilización de esta situación y paros.
Se evidenció lo que decíamos en abril: el triunfo que presentaban los rectores y el radicalismo era parcial. El presupuesto fue sólo para financiamiento y por ende era a costa de los docentes, que ya perdieron el 50% de sus ingresos. Para dimensionar, el 60% de los docentes universitarios van a quedar bajo la línea de la pobreza con el aumento de septiembre. Miles de docentes ad honorem (se calcula 20 mil en todo el país) trabajan sin cobrar un peso, mientras que otros miles de docentes con dedicación simple cobran apenas 140 mil pesos ¿Quién puede vivir hoy con esa plata?
El gobierno habla de “casta universitaria” mientras intentó asignar un presupuesto de 100 mil millones de pesos por DNU a la SIDE, lo que equivale al presupuesto anual de una universidad como Córdoba o La Plata. Esto demuestra que es falso que “no hay plata”: el punto es a dónde se destina. Desde nuestras agrupaciones de docentes universitarios, no docentes e investigadores de izquierda venimos denunciando esta situación, y la insuficiente respuesta de los sindicatos docentes peronistas, exigiendo asambleas y la preparación de una gran movilización.
En la segunda semana de agosto se logró la media sanción en Diputados de la Ley de Financiamiento Universitario, lo cual es una importante victoria. Como planteó Christian Castillo en el Congreso: “Proponemos que la actualización de los salarios no puede ser inferior a la diferencia entre el aumento del IPC y los aumentos salariales entre diciembre y agosto. Y deberá contemplar que no quede por debajo de la inflación.” La fórmula que salió votada fue propuesta por el docente universitario y actualmente diputado del Frente de Izquierda Unidad, que incluye estos aspectos, y además una cláusula gatillo de actualización hasta fin de año para los sueldos de los docentes y no docentes. Sin embargo, falta que se vote aún en el Senado y va a ser necesaria una gran movilización en las calles para imponer esta ley. Milei viene de vetar el aumento de las jubilaciones, que están por el piso, y puede intentar vetar esto también.
Sin embargo, el mismo día Diputados también votó un ataque a la educación inicial, primaria y secundaria, declarándola “servicio esencial”. Detrás de ese término, popularizado durante la pandemia, se oculta el verdadero objetivo: buscan prohibir el derecho a huelga de los trabajadores de la educación. Este es un ataque a quienes defienden la educación pública día a día, ya que el derecho a huelga permite a los docentes exigir mejoras salariales y defender las condiciones de estudio. Son ellos quienes abordan la crítica situación de miles de pibes que se encuentran bajo la línea de pobreza e indigencia, muchas veces haciéndose cargo de problemas que debería resolver el Estado, o poniendo plata de sus propios bolsillos. Atacando a los docentes buscan demoler la educación pública. La respuesta ya empezó, como muestra el importante ejemplo de la docencia de Neuquén que está enfrentando este ataque, así como en otros puntos del país.
Te puede interesar: Neuquén: la lucha docente y sus cuestiones estratégicas
Te puede interesar: Neuquén: la lucha docente y sus cuestiones estratégicas
Tomemos esta pelea en nuestras manos
Las primeras medidas de lucha de los trabajadores docentes y no docentes de la universidad lograron mucha visibilización, pero ¿Cómo logramos construir una respuesta a la altura de los ataques en curso para defender la educación pública?
Las autoridades radicales de la UBA respondieron con videos de docentes universitarios manejando taxis o siendo mozos de bares. Estas mismas autoridades hace años han votado los bajos presupuestos universitarios, precarizando a los docentes y las universidades, incluso son las mismas autoridades que avalan que haya miles de docentes que trabajan durante años de forma gratuita, teniendo que buscar otros trabajos para poder subsistir. Estos videos dividen a los trabajadores entre quienes tienen trabajos más o menos “dignos” y los que no. Queremos que los docentes estén en las aulas, pero la magnitud de los ataques del gobierno implica que los trabajadores y los estudiantes unamos nuestra fuerza, no dividirnos entre nosotros. En la marcha educativa del 23A se escuchaba a cada rato: “Universidad de los trabajadores y al que no le gusta, se jode”. La pelea debería ser que los trabajadores accedan a la universidad.
Por su parte el peronismo, fiel a su política de dejar correr los ataques, sigue convocando a medidas insuficientes para definir un plan de lucha desde abajo. La CONADU llama a realizar paros sin que sean los estudiantes, docentes y no docentes quienes decidan en asambleas los pasos a seguir. Esta política debilita la lucha. Peor aún es el caso de CTERA, que no convocó a paro mientras se votaba en el Congreso quitarles el derecho a huelga. En Buenos Aires y en CABA, tanto Kicillof como el macrismo están impulsando reformas educativas inconsultas, que no contemplan un aumento del presupuesto y generan una sobrecarga laboral.
Para que el segundo cuatrimestre no transcurra con “normalidad”, apostamos a desarrollar asambleas de toda la comunidad en cada lugar de estudio, para construir una gran movilización conjunta con el objetivo de que se apruebe el financiamiento en el Senado, y luego, garantizar que se ejecute, derrotando a Milei y sus vetos. Queremos recorrer cada aula para que se conozca la situación, y el ataque en curso a la educación pública. Por eso, apoyamos e impulsamos conjuntamente los paros y las medidas tomadas, al mismo tiempo que convocamos en cada facultad a espacios de debate resolutivos entre estudiantes, docentes y no docentes. Es necesario pelear por medidas contundentes que puedan lograr el triunfo de este conflicto.
La marcha del 23A mostró la fuerza que tenemos cuando nos organizamos, pero esta vez no podemos confiar en peronistas y radicales, que negociaron levantando la lucha. Particularmente, el radicalismo a través de Emiliano Yacobitti negoció el presupuesto para funcionamiento, a costa de dar un apoyo a la Ley Bases. Nosotros, en cambio, apostamos a que la lucha educativa puede ser el puntapié para unirnos con el resto de los sectores y enfrentar el conjunto del ataque de Milei. Sabemos que la Universidad no se salva sola; debemos buscar apoyo en los miles de trabajadores que también están siendo atacados con los aumentos en las tarifas, el transporte y los alquileres. No queremos presupuesto a costa de recortes a los jubilados.
El ataque a la educación se da en todos los niveles. Por eso, es necesario unir a estudiantes secundarios, terciarios y universitarios, docentes de ambos niveles, no docentes y trabajadores para confluir en una gran marcha hacia el Senado, donde se votará el salario docente y la esencialidad de la educación, recordándole a este gobierno que la educación no es un servicio, sino un derecho. Solo así podremos enfrentar las políticas de ajuste de este gobierno y frenar el vaciamiento y la precarización de las universidades y las escuelas.
“Si un sector de lla juventud lo puso a Milei, va a ser otro de la juventud la que puede ser punta para echarlo y hacer emerger una izquierda revolucionaria"
Sobre cómo enfrentar a la derecha, y qué alternativa construir, hay distintas estrategias en pugna. Mientras que el peronismo profundiza su crisis yendo de fracaso en fracaso, proponiendo que sigamos repitiendo las mismas fórmulas que defraudaron a amplios sectores con la estrategia del mal menor, desde la izquierda queremos proponerle a esa juventud otra alternativa.
Te puede interesar: Una oportunidad para construir una corriente revolucionaria y socialista en la Juventud
Te puede interesar: Una oportunidad para construir una corriente revolucionaria y socialista en la Juventud
El peronismo se encuentra en su mayor crisis de las últimas décadas, no sólo por los escándalos y las denuncias por violencia de género y corrupción de Alberto Fernandez, sino también por la interna a cielo abierto que vienen teniendo, y por el rol que están jugando frente al gobierno de Milei, dejando pasar ataques, aportando votos y garantizando la gobernabilidad. El efecto que generó es que haya muchos jóvenes que empiezan a buscar respuestas en otros espacios políticos para no seguir el círculo de la decepción que viene proponiendo el peronismo hace años. Perón en 1972 planteó que las nuevas generaciones son las responsables de "ir haciendo el trasvasamiento generacional", porque las viejas, nacidas y desarrolladas al influjo de un sistema anticuado u obsoleto, tenían que dar paso al futuro. Hoy el peronismo quiere reeditar esta frase, para paliar la crisis apuntando a una renovación con Ofelia Fernandez, Grabois y Kicillof. Pero no es un problema de personalidades. La discusión es que no podemos apuntar a una "nueva generación" para la "vieja política" fracasada del mal menor. El tuit de Grabois muestra claramente esto. Dice que lo de Fernández fue la gota que colmó el vaso pero recomienda que sigamos por el mismo camino de siempre: “Al señor Fernández lo voté sabiendo que no era digno de la investidura presidencial Argentina. Lo volvería a votar porque en ese momento era la mejor alternativa posible”. ¿Entonces?
Lo que fracasó, como planteó Fernando Rosso, es la estrategia del mal menor. Esto no es novedoso. Es parte de la política que el peronismo viene teniendo hace décadas: Scioli para enfrentar a Macri, que su consigna actual es “con Fe y Esperanza, la Libertad Avanza”. Después Alberto Fernandez para sacar a Macri, y la última fue Massa para enfrentar a la derecha. No se puede enfrentar a la derecha con la estrategia de irse cada vez más a la derecha. Berni y Moreno ahora dicen que quieren a Villarruel en su equipo, Mayans le dice en el Senado “tenemos que profundizar la amistad presidenta”. No es un problema de que se eligen mal a los líderes, es un problema de programa y política. El problema es que nos quieren hacer creer que no hay alternativa posible, nos ofrecen una lógica “realista” de tragarse sapos porque es lo mejor que podemos conseguir. Esa estrategia es la que nos trajo hasta acá, le abre paso a la derecha y la sostiene en el poder. Grabois y Ofelia terminan actuando como escudo de “contención” por izquierda al peronismo, apoyan sus candidaturas, pero no levantaron ni el dedo ni la voz para enfrentarse a los planes que tienen el empresariado y el FMI en nuestro país. De hecho, Grabois hace grandes denuncias contra Galperin pero sus diputados le votaron las exenciones impositivas al dueño de Mercado Libre.
Por esto, hay un debate en la juventud. La estrategia del peronismo desde Perón hasta acá, termina siempre en la misma lógica de conciliación de las clases. Como plantea Andrea Robles: “Dada las características particulares de nuestro país, la tradición combativa de lucha de la clase trabajadora, la del movimiento estudiantil y frente al surgimiento de movimientos democráticos, el rol por excelencia del peronismo es impedir que surja esa alianza. Precisamente por eso es necesaria una perspectiva que pelee por unir a esos sectores en función de los intereses de la clase mayoritaria del país”.
La crisis de los partidos tradicionales, y en particular del peronismo, es una oportunidad para abrir un debate sobre qué alternativa política necesitamos hoy. La única salida posible no es la derecha. No queremos administrar la miseria, ni que se lleven todo de nuestro país para pagarle al FMI. Empieza a haber expresiones, aún incipientes, de una juventud que cree que otra salida es necesaria y posible. Así lo expresa la investigación del libro de Javier Balsa que recientemente hemos reseñado en esta revista: Un 13% opina que es momento de probar con algún tipo de socialismo; el rechazo a la precarización es enormemente mayoritario entre los jóvenes; también crece en un sector el repudio a los millonarios y empresarios: alrededor de un 25% opinan que está mal que se enriquezcan porque la riqueza la generan los trabajadores. Además, banderas como el feminismo o la defensa de los derechos humanos conforman un importante polo anti Milei.
La frase del título la dijo una compañera secundaria en un plenario de la Zona Norte de Gran Buenos Aires. En la juventud puede estar la llama que encienda la reacción al gobierno actual. ¿Qué tareas tenemos entonces para construir esta alternativa?
Refundar el movimiento estudiantil
Durante el primer cuatrimestre surgieron en distintas facultades asambleas y sectores autoconvocados que se organizaron para defender la educación pública. Nuestra apuesta, como desarrollamos arriba, es que frente a los ataques del gobierno a la educación y al deterioro de nuestras condiciones de vida, se multipliquen estos espacios y madure un nuevo movimiento estudiantil. Ahora bien, existen disputas en torno a qué rol debe jugar este, y qué perspectiva política debe tener.
En los últimos años desde las autoridades y centros se fue construyendo la idea de que ante la crisis económica y social, quienes accedemos a la universidad tenemos que recibirnos lo más rápido posible, sin involucrarnos en la política ni buscar salidas o respuestas colectivas, como si las facultades fuesen una burbuja. Una construcción meritocrática que pone el foco en la "salida individual", como si el contexto y la crisis no golpeara en los niveles de deserción, cada vez más altos. Es sabido que aún obteniendo un título, los trabajos a los que accedemos son cada vez más precarios.
En los últimos años en las Universidades, y en particular en la Universidad de Buenos Aires, vimos un avance del proceso de institucionalización y “normalización” de la Universidad donde rige un conocimiento más mercantilizado. Los centros de estudiantes (en su mayoría conducidos por la Franja Morada) además de ser garantes de servicios, se convirtieron directamente en reemplazo del departamento de alumnos, entonces cualquier trámite de inscripción, asistencia o reclamos, en vez de ser gestionado por trabajadores de la facultad, te lo realiza un militante del centro de estudiantes. Por lo cual, todo pasa por ellos, y por lo tanto, es imposible desligar el rol del centro cómo garante de servicios, sea bares, fotocopiadoras o gestión administrativa, de una práctica que genera relaciones clientelares entre la conducción y les estudiantes.
Las corrientes que se reconocían de “izquierda popular” o kirchneristas abandonaron todo espíritu crítico, y se dedicaron a parecerse cada vez más a la Franja Morada, convirtiendo los centros de estudiantes en meras herramientas de gestión y servicios para los estudiantes que ya acceden, dejando correr el ajuste en la Universidad como si no existiera la posibilidad de enfrentar esos ataques. Esta lógica refuerza una salida individual, ya que se basa en ayudar a quienes con mucho esfuerzo sostienen sus cursadas, sin proponer una perspectiva para terminar con la deserción y que realmente todes puedan acceder a este derecho, que solo puede venir de la mano de dar una pelea organizando al estudiantado junto con los docentes, no docentes y todos los sectores. Sin embargo, comienzan a aparecer síntomas del país de Milei en la Universidad: las condiciones de los hospitales universitarios, el cierre de centros de prácticas, recorte de los horarios de cursadas, entre muchos otros. Empiezan a mostrar una incomodidad nueva en los estudiantes, dónde surge un sector que está más dispuesto a buscar que la historia no sea siempre la misma.
En este sentido, se hace urgente la necesidad de refundar un movimiento estudiantil que enfrente las políticas del actual gobierno, no sólo en la educación, sino también en la cultura, en nuestras condiciones de vida y de trabajo. Como dijimos, no nos vamos a salvar solos, la unidad entre trabajadores y estudiantes es central para sacar a la Universidad de la burbuja a la que la condenaron las conducciones actuales. Apuntamos a construir un movimiento estudiantil solidario y que se una a los trabajadores. Por esto apoyamos cada lucha en curso como la de los trabajadores del Neumático, del Hospital Posadas, de GPS, la tercerizada de Aerolíneas Argentinas y de los miles de trabajadores estatales que perdieron sus puestos de trabajo.
Al mismo tiempo, apostamos a que en la Universidad se conozcan las experiencias más avanzadas de la clase trabajadora de nuestro país, como es el caso de la fábrica bajo gestión obrera Madygraf. Con el objetivo de fundar lazos entre trabajadores y estudiantes, mostrar otro imaginario de lo posible, y la potencialidad que tiene la clase trabajadora. Así lo hicimos desde la Juventud de La Plata impulsando que cientos de estudiantes viajaran hasta Zona Norte para conocer a los trabajadores, que con la organización demostraron que no necesitan un patrón para producir.
En este sentido también nos proponemos a retomar el espíritu crítico desde el punto de vista de la clase trabajadora y anticapitalista, para lo cual promovemos las herramientas del marxismo en la Universidad. El gobierno de Milei quiere una educación mercantilizada, por eso habla de la educación como un servicio, y que nuestros conocimientos estén en función de las necesidades del mercado. Esto explica por qué para ellos cualquier mínimo espíritu crítico es adoctrinamiento. Tenemos una batalla ideológica con los liberales que buscan implantar ideas meritocráticas, ligadas al esfuerzo y desarrollo individual. Pero también contra las ideas que nos proponen las variantes “nacional- populares”, que vienen de fracasar estruendosamente con su intento de que el Estado regule la voracidad del capital financiero y los grandes empresarios, un pensamiento que entrega los bienes comunes naturales (estando algunos de ellos a favor del RIGI) con tal de huir del desafío de romper con el poder económico. Nuestras universidades han estado al servicio, en muchos casos, de empresas multinacionales que expolian a la población trabajadora, como los estudiantes de Geología, que en muchos casos deben trabajar para mineras o petroleras. O los de Medicina, que ya tienen auspicio en las aulas de las grandes farmacéuticas que lucran con nuestra salud, y con las que las Facultades de la UBA tienen importantes convenios. Contra estas ideas, desde nuestra Juventud, impulsamos Armas de la Crítica, que con este número cumple 60 ediciones, así como la Editorial IPS CEIP e Ideas de Izquierda. También somos parte de la organización de las Jornadas Octubre Comunista organizada por la Asamblea de Intelectuales de Izquierda. Queremos debatir sobre los límites del capitalismo, los problemas de la sociedad y sobre el socialismo en la actualidad desde el punto de vista del marxismo.
En las próximas semanas tenemos la tarea en distintas facultades del país, de pelear en unidad con los estudiantes autoconvocados y activistas que quieran construir una alternativa a las direcciones radicales y peronistas en los centros de estudiantes, consejos directivos y juntas de carrera. Necesitamos centros de estudiantes que estén a la altura de enfrentar a Milei, para sacarlos del inmovilismo y ponerlos al servicio de la lucha en defensa de la educación pública, los docentes y no docentes. Peleamos para que estos sean una herramienta para potenciar la organización con asambleas y comisiones de base, para abonar a la autoorganización del movimiento estudiantil. Centros que se unan con los trabajadores y trabajadoras, solidarios con el resto de las luchas. Por todo esto es necesario retomar las mejores tradiciones del movimiento estudiantil. Nos presentaremos a dar estas peleas en las distintas universidades cómo la UNSAM, UNQ y la UBA. En todos lados queremos fortalecer la voz de quienes peleamos por alternativas independientes de las autoridades y de los gobiernos. En la facultad de Filosofía y Letras de la UBA apostamos a recuperar el centro de estudiantes, que está en manos del Colectivo y son quienes llevan adelante y justifican el ajuste de las autoridades en medidas que afectan a la comunidad educativa, cómo el recorte de horarios de cursada, la quita de obra sociales a les no docentes jubilados, entre otros. De conquistarlo, será un punto de apoyo fundamental en la lucha contra los avances del gobierno de Milei en todos los terrenos para coordinar con los distintos sectores que nos proponemos enfrentarlo.
La lucha educativa no está separada de la lucha feminista. La amplia mayoría de la docencia son mujeres y son vanguardia en todo el país en la pelea por la defensa de la educación pública. Este año habrá un nuevo encuentro plurinacional de mujeres y diversidad en Jujuy dónde queremos que se exprese la voz de quienes peleamos contra la ultraderecha pero también de quienes nos hemos mantenido independientes ante los distintos gobiernos, que uno tras otro no paran de defraudar. Desde Pan y Rosas, estamos exigiendo que las autoridades de las universidades pongan micros para que todes podamos viajar y construir un gran encuentro para debatir cómo volver a poner a la ofensiva el movimiento de mujeres.
Luchar en el presente para aportar un futuro
Si ante el fracaso de la estrategia del mal menor a esa juventud se le dice: “No queda otra que seguir probando con lo mismo”, es lógico que se instale la desmoralización y la resignación de un lado, y que crezca la extrema derecha por otro. Después escuchamos a dirigentes sindicales o estudiantiles que responden al peronismo quejándose de que los trabajadores no luchan, o que los estudiantes no quieren involucrarse, cuando no han hecho nada para poner al sector que efectivamente quiere enfrentar a Milei a la ofensiva. Jóvenes que empiezan a ver que seguir haciendo lo mismo llevará a nuevas derrotas, y que cuando se organizan, es a pesar de esas direcciones.
Recordando una cita de Leon Trotsky, en un nuevo aniversario a 84 años de su asesinato, podemos decir que: “La juventud se alineará bajo la bandera de los que le aporten un futuro” (Programa de Transición). Cada día queda más claro que ese no será Milei. Cada nueva encuesta muestra la pérdida de apoyo del libertario entre los jóvenes. Pero tampoco el peronismo, que invita en el presente a agachar la cabeza. Para aportar a un futuro diferente hay que dar una lucha en el presente, y para esto no podemos estar atados a estrategias que solo llevan a catástrofes cada vez mayores. Como también decía el revolucionario ruso: “El capitalismo en crisis se demuestra incapaz de aportar la menor solución a la miseria y angustia de la juventud trabajadora. (...) Los jóvenes quieren crear un nuevo mundo y sólo se les permite mantener o consolidar un mundo descompuesto que se derrumba. Los jóvenes quieren saber cómo será el mañana y la única respuesta que les da el capitalismo es esta: ‘Hoy hay que apretarse más el cinturón, mañana se verá… Por otro lado, quizás para ustedes, no haya mañana”.
Este potencial de la juventud comenzó a mostrarse a lo largo del mundo. Fue la juventud la que derrotó los planes de ataque de los gobiernos y el FMI en Kenia y Bangladesh. La que se levantó contra el genocidio en Palestina en Estados Unidos y Europa. La que en Latinoamérica inició enormes revueltas como en Chile, y podemos seguir dando ejemplos. Nuevos estudios muestran que las ideas de la izquierda avanzan incluso en USA: el capitalismo es cada vez más odiado y la palabra socialismo empieza a sonar mejor. Los defensores de la resignación, del culto de que “la relación de fuerzas no da”, ¿Qué les dirían a esos jóvenes? ¿Que vuelvan a sus casas, a seguir estudiando y que confíen en que desde arriba van a resolver sus problemas? ¿Que el capitalismo es malo pero es lo que hay? Ellos están a contramano de la historia, atados a viejas ideas que no llevan a ninguna parte.
Nosotros queremos pararnos sobre este potencial revolucionario de la juventud, que puede ser el puntapié para cuestionarlo todo. Así fue con la marea verde, miles de pibas, pibes y pibxs se pusieron los pañuelos verdes en sus mochilas y llenamos las calles. Hoy la juventud también puede ser la que no dé respiro a este gobierno, y la que se proponga que estas ideas se vuelvan mayoritarias. Algunos dirán que esto es imposible, que hay caminos más fáciles, que hay que ser realistas. Esos no pueden aportar un futuro, quieren encerrarnos en este presente. Nosotros queremos dar una pelea en el presente para pelear por otro imaginario, por otro futuro, por uno socialista.
COMENTARIOS