Las expectativas del cese a la violencia a las mujeres se ven mermadas ante uno de los años más violentos y el aumento del feminicidio. El hartazgo de las mujeres sigue expresándose en las calles.
Joss Espinosa @Joss_font
Domingo 1ro de diciembre de 2019 14:49
Ha pasado un año desde que el gobierno de AMLO inició. La votación, que dejo en crisis al viejo sistema de partidos (PIR-PAN-PRD), expresaba el hartazgo ante años de precarización, violencia y ataques a los derechos de los trabajadores. El nuevo gobierno logró empalmar con las expectativas de cambio de millones de mujeres, jóvenes y trabajadores, entre esas expectativas se encontraban la exigencia de justicia de los familiares de víctimas de feminicidio y redes de trata, y la lucha de las mujeres contra la precarización laboral y por el derecho al aborto.
Estas expectativas se asentaron en la retórica del nuevo gobierno, de apertura para los familiares de víctimas, la promesa de despenalización del aborto por parte de Olga Sánchez Cordero, Secretaria de Gobierno, y las promesas de mejoría para la vida de las mujeres. Esto sumado a que anunciaron con bombo y platillo la paridad en el congreso, y destacando figuras femeninas como protagonistas de la 4T.
Sin embargo, pese a la retórica y las promesas de cambio, la realidad que vivimos las mujeres, es un aumento a la violencia, la continuidad en la precarización y un futuro incierto en el tema del aborto. Esta contradicción entre las expectativas de cambio y los pocos avances para las mujeres, han tenido como consecuencia grandes movilizaciones en distintos momentos, dejando en claro que las mujeres no estamos dispuestas a esperar por nuestros derechos, y que vamos a arrancarlos en las calles.
Estas movilizaciones se dan también, en un contexto de un resurgir del movimiento de mujeres y el feminismo a nivel internacional, con expresiones como el #NiUnaMenos, la marea verde y por mejores condiciones laborales, que ponen sobre la mesa que las mujeres trabajadoras y precarizadas hemos sido las principales afectadas de la crisis.
La Guardia Nacional y la continuidad del feminicidio
Doce años de supuesta guerra contra el narcotráfico, dejaron un país hecho fosa clandestina. El feminicidio se extendió como cáncer desde Ciudad Juárez; lugar en el que el entronque entre precarización y militarización fueron la fórmula perfecta para aleccionar a las mujeres. Durante años, fue revelándose la complicidad entre el Estado, las fuerzas armadas y las bandas delincuenciales que sostienen las redes de trata. Esto, de la mano de casos como Ayotzinapa, Tlatlaya y Palmaritos, generó que la demanda de desmilitarización fuera extendiéndose.
Esta exigencia de cese a la guerra fue uno de los ejes de campaña de AMLO, la promesa de sacar a los militares de las calles, se desvaneció cuando anunció la implementación de un nuevo cuerpo de seguridad. Con una retórica de humanización afirmando que los militares eran “pueblo armado” y este nunca sería utilizado contra el pueblo, se aprobó la Guardia Nacional, con el consenso de los partidos en el congreso, como una de las políticas primordiales de la 4T.
Con las últimas declaraciones de Trump, queda también claro, que la militarización es parte de la agenda política del imperialismo, para mantener tranquilo a su patio trasero. Y mientras AMLO afirma que resguardará la soberanía Nacional, Trump presiona para que se endurezca la mano militar en México.
La aprobación de la Guardia Nacional, no solo implica la continuidad en la militarización, sino la adscripción de todos los cuerpos de seguridad a la misma, afirmando desde la constitución que los militares están capacitados para tareas de seguridad. Esto sin contar que se hizo una inversión escandalosa para su implementación.
A meses de implementarse esta política de seguridad, lo que vemos es que las cifras de feminicidio y desapariciones, no solo no cesan sino que han aumentado, dejando a este año como el más violento en la historia moderna del país. Es claro que mientras la militarización no se detenga, estamos lejos de detener la violencia.
Este intento de humanización de las fuerzas de seguridad, fue duramente cuestionado en las movilizaciones de la diamantina el 16 de Agosto, denunciando que la policía no nos cuida, nos viola. Al grito de ¡Policía Violador!, miles de mujeres salimos a las calles en la CDMX y otras ciudades. Este enorme repudio fue criminalizado por la Jefa de Gobierno. A los discursos contra las movilizaciones de mujeres, les siguió una política de “inclusión” de las feministas al gobierno de la ciudad de México, llamándolas a darles cursos de perspectiva de género a policías y militares, y a mesas de diálogo a puerta cerrada.
Todo esto en función de salvaguardar el prestigio de las fuerzas armadas, para asentar el terreno y aprobar la AVG, que implica un mayor despliegue de policías y militares en las calles con bases de operaciones mixtas, y aumentando la capacidad coercitiva del Estado.
Luchar por el aborto o esperar al congreso
Pasaron más de 10 años para que, después de la despenalización del aborto en la CDMX, se despenalizara el aborto en un segundo Estado. La noticia de que Oaxaca aprobaba la despenalización del aborto, se anunció días previos a la movilización del 28 de Septiembre, sumado a la promesa, nuevamente, de Olga Sánchez, de avanzar en el resto del país.
Actualmente cientos de mujeres siguen presas por abortar, —y ni siquiera pueden acceder a la amnistía al estar encarceladas por homicidio agravado en relación de parentesco— los congresos locales cierran filas para aprobar leyes anti aborto, como lo fue el caso de Nuevo León. A la par, la iglesia católica y evangélica difunde un discurso de odio contra las mujeres por exigir poder decidir sobre nuestros cuerpos.
Mientras nos piden que esperemos al congreso, AMLO se ha negado a sentar postura sobre el aborto, y se remitió solo a hablar de la amnistía para presas por abortar. Esto no es casual, es un movimiento completamente calculado por parte del Gobierno Federal, para no espantar a sus aliados en la iglesia y en partidos conservadores como el PES. Esta alianza ha sido evidenciada al ofrecer el Gobierno Federal tiempo en radio y televisión a la iglesia evangélica, y permitiendo que sean ellos los que difundan la cartilla moral, como plan ideológico de la 4T.
El Morena ha dejado “claro” que tienen voluntad de avanzar en el congreso con este derecho, incluso se especulaba que en un congreso paritario se pudiera avanzar con el aborto a nivel nacional, sin embargo a un año se sigue pateando la discusión. Resaltan figuras del Morena como Lili Téllez que señala a las mujeres como asesinas y pide seguir el ejemplo de Nuevo León. La pregunta es ¿Qué tanta voluntad puede tener un partido que tiene la mayoría en ambas cámaras y aun ni siquiera agenda la discusión?
Pese a los intentos de contener y la petición de AMLO a las mujeres a esperar a atender asuntos más importantes antes de aprobar el aborto, en México existe el eco de la Marea Verde iniciada en Argentina, miles hemos tomado las calles por el aborto legal, seguro, libre y gratuito, por educación sexual y contra la injerencia de la iglesia y el Estado en nuestros cuerpos.
Austeridad y precarización para las mujeres trabajadoras
Sumado a lo anterior, en el Gobierno de la 4T, los derechos laborales de las mujeres han sido altamente vulnerados. La brecha salarial permanece y los trabajos más precarios siguen siendo encarnados mayoritariamente por mujeres, sumado a las dobles o triples jornadas laborales impuestas a las mujeres relacionadas con tareas domésticas.
El discurso de la austeridad republicana, que en un inicio apuntaba a atacar los privilegios de los altos funcionarios, hoy vemos que se implementan a los sectores precarios de trabajadores del Estado. Dejando como resultado miles de despidos, de los cuales el 60 % son aplicados a mujeres. Muchas de ellas son madres solteras o sostén de familia.
Por otro lado, en la reforma laboral, si bien se reconoce a las trabajadoras domésticas, no se dice nada contra las largas jornadas laborales que mantienen, ni se da ninguna certeza para sus derechos. Las trabajadoras domésticas han denunciado durante años que están atadas a dejar su vida para quedarse de planta, además de no tener ningún tipo de prestación ni seguridad social.
Las condiciones para las trabajadoras de la frontera se mantienen, siendo las mujeres el blanco predilecto de la industria maquiladora, principalmente financiada por EEUU. El hartazgo a estas condiciones, fue lo que detono en Matamoros el movimiento 20/32, en el que destacó la participación femenina en las marchas y las guardias.
Retórica y realidad
Vemos pues, una contradicción entre la retórica de AMLO, en el que afirma que en su gobierno no va a haber machismo, y la realidad que vivimos día a día las mujeres.
Los intentos de cooptación y contención por parte de la 4T, dejan claro que las mujeres somos un sector incómodo. Pequeñas concesiones como la aprobación de la AVG en la CDMX, y la despenalización del aborto en Oaxaca, son por un lado, producto de la movilización de las mujeres, pero también un intento de contener las mismas.
Esto mientras, por otro lado criminalizan la protesta como lo muestran las declaraciones de la directora de la CNDH que equipara las pintas a la violencia patriarcal, o de Marcelo Ebrad que afirma que las movilizaciones y pintan le hacen “lo que el viento a Juárez”.
Se ha mostrado que las mujeres no somos la prioridad en la 4T, pues para ellos esta primero la Guardia Nacional, los pactos con la iglesia y los empresarios.
El movimiento de mujeres en México tiene mucho potencial y retos por delante. Tan es así, que el gobierno de la 4T tuvo que implementar distintas operaciones políticas en su primer año para tergiversarlo, contenerlo y/o desactivarlo, pues se trata de un movimiento legítimo a nivel internacional, que puede cuestionarlo por izquierda y alentar la entrada en escena de otros sectores, como el del movimiento obrero.
Este primer año de experiencias políticas entre las mujeres y el gobierno de la 4T, ha dejado diferentes lecciones que es necesario debatir y discutir en el movimiento, pues el hartazgo profundo contra la violencia continúa, a pesar de las medidas cosméticas, discursos y simulaciones del gobierno. Por ello se hace necesario, en primer lugar impulsar espacios de autoorganización, para desarrollar un potente movimiento de mujeres, que de manera independiente al Gobierno y sus instituciones luche por nuestros derechos. Es necesario visibilizar que contamos con potentes aliados, entre aquellos sectores que han salido a luchar en este primer año de gobierno.