Reflexiones, ideas y debates en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires sobre la victoria de Donald Trump en Estados Unidos.
Martes 22 de noviembre de 2016 17:21
Foto: Darío de Benedetti
El lunes 21 se realizó en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires la mesa-debate “La victoria de Donald Trump y la política norteamericana”, organizada por las revistas Cuadernos de Marte e Ideas de Izquierda, junto con las cátedras de Teorías del Conflicto Social y Sociología de la Guerra de esa casa de estudios.
El debate se abrió con las intervenciones de Mariano Millán (investigador de Conicet y docente de Sociología de la Guerra-UBA), Rodolfo Elbert (investigador de Conicet en el Instituto Gino Germani de la UBA y docente de la carrera de Sociología-UBA) y Celeste Murillo (de Ideas de Izquierda y La Izquierda Diario).
La intervención de Mariano Millán presentó algunas hipótesis de carácter geopolítico sobre la victoria de Donald Trump. El punto de partida conceptual fue la identificación de dos lógicas espaciales diferentes entre capital y Estado-nación, las cuales tienden a complementarse y reforzarse mutuamente a nivel orgánico, pero que en determinados momentos, como las crisis capitalistas, pueden reconocer tensiones y por ello las distintas fracciones burguesas debaten y disputan por distintas modalidades para readecuar la relación entre Estado-nación y capital. A partir de allí Millán repasó brevemente los fundamentos de la hegemonía norteamericana sobre el sistema mundial capitalista, sus transformaciones desde 1945, sus contradicciones y sus posibles rivales, para luego reflexionar en torno a las dificultades de la arquitectura institucional y de alianzas internacionales ancladas en el mundo de posguerra y el llamado Complejo Militar Industrial de los EE.UU., en el contexto de las transformaciones de las prácticas bélicas durante las últimas décadas y los nuevos desafíos a la hegemonía norteamericana.
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Por su parte, Rodolfo Elbert analizó las tendencias del voto de la clase trabajadora en las últimas elecciones. Señaló en primer lugar el carácter desigual del sistema político-electoral norteamericano, donde la no obligatoriedad del voto genera mayor ausentismo entre la clase trabajadora y los sectores populares, además de la imposibilidad de hecho para el voto de millones de trabajadoras y trabajadores indocumentados. Señaló que el sistema del colegio electoral y el voto indirecto hace necesario un análisis del voto de clase según regiones para evitar generalizaciones sobre la supuesta base que la clase trabajadora blanca proveyó a Trump. Antes de evaluar esta proposición, señaló que era necesario considerar los cambios demográficos en la composición de la clase trabajadora norteamericana, que está cada vez más compuesta por minorías raciales, inmigrantes y jóvenes, que votaron masivamente en contra de Trump o no fueron a votar desencantados con los dos candidatos. Una vez hecha esta salvedad, es necesario indicar que si bien Trump obtuvo una mayor diferencia entre los blancos que no tienen título universitario, también ganó entre los blancos con título. Otro dato importante es que el voto a Trump fue mayoritario entre aquellos que ganan 50.000 dólares al año o más, y perdió entre los que ganan menos de esa suma. Una vez que se evitan las generalizaciones, se puede afirmar que probablemente existió cierta fuga del voto obrero blanco hacia el partido republicano en algunos estados del Rust Belt (cordón de estados industriales). Es plausible la hipótesis de que estos trabajadores, que habían votado a Obama en 2012, hayan permitido a Trump ganar en algunos estados como Wisconsin, Ohio y Michigan y se alzara con la elección a pesar de tener menos votos que Hillary Clinton.
Por último, Celeste Murillo recorrió brevemente los movimientos sociales más relevantes de los últimos años, especialmente aquellos que surgieron al calor de las consecuencias de la crisis económica de 2008. Movimientos como Occupy Wall Street, el movimiento por el salario mínimo o el movimiento contra el racismo Black Lives Matter (las vidas negras importan) establecen lazos de solidaridad y se retroalimentan guiados por la lucha contra la desigualdad, que se mantiene como una tendencia en constante crecimiento. Destacó cómo sus consignas y protestas dejan en evidencia tanto problemas estructurales, como el racismo y la xenofobia, como aspectos clave de la “recuperación” signada por el empleo precario y los bajos salarios. Destacó también el protagonismo de la generación millennial, que protagoniza las protestas callejeras pero también fenómenos políticos como el que motorizó la candidatura de Bernie Sanders en la interna demócrata. Asimismo abrió varios interrogantes sobre las perspectivas y los desafíos que se plantean para estos movimientos a la luz de la victoria de Donald Trump.
Entre el público asistente surgieron no solo preguntas, sino también un interesante intercambio acerca del significado del triunfo de Trump, dentro y fuera de Estados Unidos.
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