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Red Internacional
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TURQUIA. La victoria de Erdogan y la lucha de clases en Turquía

Después de las elecciones reina un ambiente de derrota. El AKP logró ganar las elecciones tras una campaña intensa de represión. Se adivina una nueva oleada de ofensivas neoliberales. Pero a fin de cuentas, la lucha de clases decidirá sobre el futuro.

Miércoles 11 de noviembre de 2015

Foto: Movilización antigubernamental en Estambul. EFE/ Sedat Suna

Los últimos cinco meses se vivió un estado de excepción en todo el país. El AKP llevó adelante una campaña electoral sangrienta. Bajo el lema de “operaciones antiterroristas”, el presidente Erdogan desplegó un terrorismo de Estado contra el movimiento kurdo y la izquierda. Cientos de personas fueron asesinadas y miles detenidas. Así, el AKP logró los votos para gobernar con mayoría absoluta.

¿Tras el éxito electoral del AKP acabarán los atentados y volverá la calma? ¿Llegará la estabilidad política y económica que espera el capital?

Las condiciones políticas en la región lo desmienten. El belicismo de Erdogan y las relaciones internacionales hostiles llevaron al Estado turco a una crisis geopolítica. Ahora Erdogan pretende hacer concesiones a los poderes imperialistas para volver a ser un “agente de estabilidad” clave en la región. Así lo demuestra el encuentro con Merkel por la crisis migratoria y la reunión con EEUU sobre la situación en Siria.
Pero tampoco en el terreno interno pareciera que vaya a cesar la inestabilidad del gobierno. Posiblemente los sectores de la burguesía turca críticos del AKP abogarán por la “paz” para que el gobierno se pueda concentrar en “reformas” económicas. Es que la economía turca está en caída, y Erdogan pretenderá superar la inestabilidad con ataques sociales fuertes. Ya se ven venir los primeros despidos.

El rol del HDP

El partido prokurdo HDP se vio afectado especialmente por los atentados organizados por el Estado en los últimos meses. Se atacaron cientos de locales del HDP, hubo decenas de activistas del HDP asesinados en las masacres de Diyarbkir, Suruç y Ankara, y se detuvo a cientos de políticos kurdos. Varias ciudades kurdas fueron asediadas por el ejército turco y hubo permanentes enfrentamientos militares. Bajo la amenaza de más atentados, el HDP finalmente desistió de una campaña electoral pública y por ende no pudo actuar bajo las mismas condiciones que los otros partidos. Aun en estas condiciones el pueblo kurdo logró una representación parlamentaria, lo que lo vuelve algo muy notable.

Al mismo tiempo es importante destacar que el HDP se limita a un rol contemplativo frente al rumbo bonapartista fortalecido de Erdogan. El HDP pretende presentarse como un partido “fiable” para terminar con la “crisis del régimen”. Sin embargo, esa actitud conciliadora no hará más que profundizar los ataques por parte del gobierno y los capitalistas a la clase trabajadora. El HDP desistió de llamar a movilizaciones de masas contra la violencia del Estado y se limitó a pronunciar palabras enfurecidas. Esta falta de resistencia fue una de las condiciones que facilitó que Erdogan pudiera seguir con su política asesina. Tras la masacre de Ankara hubo una huelga general de dos días, pero en realidad no fue más que un “luto” masivo, sin un plan para la lucha.

En este periodo de ofensiva del Estado turco, el HDP giró a la derecha. El copresidente del HDP, Selahattin Demirtaş, afirmó que un gobierno de coalición sería la solución democrática frente a un gobierno autoritario solo del AKP. Ya antes de las elecciones adelantadas, Demirtaş se mostró dispuesto a hablar con el AKP o el CHP sobre opciones de coalición. Ahora, los sectores burgueses del HDP declaran su voluntad de discutir sobre el nuevo modelo presidencial.

Sin embargo, no hay resistencia dentro del HDP contra ese rumbo conciliador ya que la representación de sectores conservadores y burgueses sería una expresión de la “pluralidad democrática del partido”. Ignorando que seguir los intereses de los sectores burgueses significa renunciar a los intereses de los trabajadores. Pero tan solo la disposición de discutir sobre el sistema presidencial sirve como legitimación de la política de Erdogan.

El nuevo período que se abre

Terminaron las elecciones. En los hechos, Erdogan seguirá controlando el gobierno. Es ilusorio esperar una práctica combativa de parte de partidos conciliadores como el HDP. Acabarán decepcionando, por no estar dispuestos a levantar reivindicaciones para la lucha de clases. Y una desmoralización de las masas solo servirá a los planes antiobreros y chauvinistas de Erdogan.

Por el contrario, la experiencia de las protestas de Gezi y de las luchas obreras de los últimos años, muestran el temor que generan en el gobierno las movilizaciones de masas y la lucha de clases organizada. Es necesario lanzar una campaña amplia por la dimisión de Erdogan y el nuevo gobierno, por la condena judicial a los políticos corruptos y por la investigación independiente de las masacres.

La respuesta al gobierno autoritario del AKP no puede ser un “gobierno de coalición” sino solamente la lucha por una asamblea constituyente libre y soberana, basada en la movilización de las masas.