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EL CÍRCULO ROJO. La violencia machista banalizada

La violencia machista en las pantallas. Banalización, duda y silenciamiento en los medios de comunicación naturalizan la violencia machista. ¿Hay víctimas “buenas” y “malas”? Columna de Géneros y Sexualidades de “El Círculo Rojo”, el programa de La Izquierda Diario en Radio Con Vos.

Celeste Murillo

Celeste Murillo @rompe_teclas

Martes 3 de septiembre de 2019 14:27

El relato de Mariana Nannis de una situación de violencia de género confirmó algo que sabemos y está en discusión constante desde 2015 en Argentina: la violencia machista es un problema social y no individual.

También confirmó una doble operación que suelen hacer los grandes medios de comunicación.

Por un lado, la banalización de todo lo que pasa por la pantalla, y en esto no se salva nada ni nadie, ni siquiera la violencia machista, que en su forma más extrema se cobra la vida de una mujer cada 28 horas.

Por otro, algo imperceptible pero igual de peligroso: la construcción de víctimas que no merecen apoyo ni empatía, que funciona como un gran naturalizador de la violencia porque parece que no importa tanto si a algunas mujeres les pasa. ¿Cómo? Usando prejuicios, estereotipos y muchas veces, usando características de la persona que denuncia para deslegitimar su palabra o relativizar lo que le pasa.

En la construcción de esa “mala víctima” o víctima “no adecuada” la propia Nannis actúa y todo lo que representa: es una millonaria a la que le importa poco y nada lo que le pasa a la mayoría de las personas, ella misma es prejuiciosa. Es muy probable que no tenga ninguna empatía con una mujer que atraviese una situación similar. No es una persona querida y eso juega a favor de que no sea una víctima “buena” y, por lo tanto, la violencia que sufre o sufrió puede ser soslayada.

Sobre estos temas reflexiona, un artículo interesante de Marina Mariasch en el portal feminista Latfem, “Feminismo rudimentario”, donde apunta, “El escándalo es mediático pero no parece recibir el abrazo feminista. Esta vez, de nuevo, la denunciante se sale de la retórica de la denuncia correcta”.

La figura de Nannis y las discusiones que se desprenden (sus intereses comerciales en la entrevista, la valoración que tienen de ella personas del ambiente deportivo, la opinión de sus hijos celebrities), alimentaron horas de pantalla.

Sin embargo, esta no es la única forma de hablar sobre la violencia patriarcal. La semana pasada, Lucrecia Martel decidió no participar del homenaje a Roman Polanski (denunciado por un caso de violación) en el festival de cine de Venecia, pero al mismo tiempo se negó a escrachar o censurar sus películas. Este es un debate que toca puntos más cercanos, pero es menos atractivo, no vende, no escandaliza, y tuvo mucha menos repercusión.

Mariana Nannis no necesita defensa, pero banalizar su denuncia o inhabilitar su palabra porque se “lo bancó por la plata”, hoy “denuncia porque le conviene comercialmente” o aceptar la construcción de víctimas merecedoras de empatía y de otras que no, saca el foco del verdadero problema.

Algo parecido pasó con Natacha Jaitt a principios de 2019, cuando denunció que la habían violado (antes de declarar apareció muerta en un salón de fiestas y su muerte nunca se esclareció). Por ser mediática, por mezclarse con gente poderosa, por ejercer la prostitución se pusieron en duda sus denuncias.

En este caso, lo único excepcional es Natacha Jaitt, porque la duda es la sombra que sigue a todas las mujeres que cuestionan de otra forma la violencia machista: sea denunciándola o enfrentándola.

Y cuando se naturaliza la duda, las mujeres que hablan en la televisión son las menos afectadas. Porque la mayoría de las mujeres no tiene a su disposición los medios de comunicación, no tiene tiempo, plata ni abogados para hacer denuncias que, además, la mayoría de las veces son desoídas.

Según el Observatorio de Femicidios de la Defensoría del Pueblo de la Nación, hasta el 31 de julio, se registraron 155 femicidios, el 22% de los casos tenía una denuncia en la Justicia.

Por eso cada vez que se soslaya la violencia machista se alimenta su naturalización. El caso de Nannis suena menos chocante, pero los mismos medios que amplifican “se quedó por la plata”, son los mismos que titularon “fanática de los boliches” (a propósito del femidicio de Melina Romero) o “viajaban solas” (a propósito de la violación y asesinato de las turistas francesas en Salta). Cada graph es un atenuante de la violencia.

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Una violencia que se reproduce en una sociedad en la que la opresión de las mujeres es sistémica, ¿qué quiere decir esto? Que la discriminación, la negativa de derechos elementales, es parte del funcionamiento de un sociedad que tiene desigualdades de origen y aprovecha prejuicios patriarcales para ocultarlas: las mujeres realizan los trabajos de cuidado de forma gratuita porque son tareas femeninas o cobran menos porque se dedican a la casa y los hijos.

Por cada Mariana Nannis hay un montón de mujeres, la mayoría trabajadoras y pibas jóvenes, que tienen que enfrentarse a la violencia machista en casa o en el trabajo, en diferentes grados y de diferentes formas.

Los medios de comunicación no son neutrales, mucho menos inocentes, y cada vez que banalizan, justifican o silencian la violencia machista ayudan a naturalizarla. Los cambios llegan pero suelen ser demasiado poco, demasiado tarde. Las preguntas y las respuestas más interesantes están de este lado de la pantalla.


Celeste Murillo

Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.

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