En la Semana Mundial de la Lactancia Materna nos preguntamos si es un derecho ejercido por todas las mujeres. Si puede ser una elección libre o el resultado de una imposición basada en prejuicios sobre el rol de "buena madre".
Domingo 2 de agosto de 2020 20:38
En el año 1992 la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef firmaron un acuerdo por el cual entre el 1° y el 7 de Agosto de todos los años se instauró la Semana Mundial de Lactancia Materna. El objetivo era y es apoyar la lactancia materna y contribuir con la elaboración, por parte de los Estados, de políticas públicas y leyes que creen las condiciones necesarias para que la lactancia materna pueda prolongarse por lo menos durante los primeros 6 meses de vida, intentando que se prolongue hasta los dos años.
Existen diferentes posturas sobre la lactancia y diversos cuestionamientos desde el feminismo sobre los discursos que se construyen alrededor de ella en las sociedades capitalistas y patriarcales. La lactancia exclusiva se inscribe en los prejuicios y mandatos alrededor de la maternidad, la crianza de niños y niñas y el lugar de las mujeres. Más allá de las diferentes visiones, el elemento constante es que la decisión de la mayoría de las mujeres a amamantar o no está lejos de ser libre, las condiciones de vida, las licencias familiares, la precarización laboral o el poco tiempo libre, son solamente algunos de los límites de esa “libertad”.
En nuestro país la ley de Contrato de Trabajo (20.744), sancionada en el año 1974, establece en su Capítulo II Artículo 179° la protección a la mujer que amamanta estableciendo dos descansos de media hora, en el transcurso de la jornada de trabajo, hasta el primer año posterior a la fecha de nacimiento. Sí leyeron bien, una hora por día.
Discursos y realidades
Si bien existe la ley y numerosos estudios que sostienen que la leche materna está en condiciones de cubrir las necesidades básicas de un bebé en sus primeros seis meses de vida, la OMS afirma que la prevalencia de la misma, en nuestro país, está muy por debajo de lo que recomienda esta organización.
Para reforzar lo establecido por la ley de Contrato de Trabajo, en nuestro país además existe la Ley Nacional N° 26.873 sancionada en el año 2013, de Promoción y Concientización Pública sobre la Lactancia Materna, orientada a extender y ampliar la promoción y concientización sobre la importancia de la lactancia materna y de las prácticas óptimas de nutrición segura para lactantes y niños de hasta dos años de edad. La ley prevé igualmente la promoción y apoyo a la creación de Espacios Amigos de la Lactancia, más comúnmente conocidos como lactarios.
Así como la hora de lactancia, la ley prevé que la entidad, privada o pública, que esté integrada por 50 mujeres o más, deberá garantizar una guardería. En este punto son muy pocos los lugares que proveen de guardería en el mismo lugar de trabajo. La alternativa que encontraron es reconocer una cantidad de dinero extra del sueldo que cubra ese gasto. Y aquí hay que hacer una salvedad, ese dinero solo puede ser percibido por la mujer, reforzando el carácter patriarcal de las tareas de cuidado, que ni siquiera prevé que el varón tenga derecho a percibirlo.
La escritora feminista, de origen español, Beatriz Gimeno, en su libro “La lactancia materna. Política e identidad” invita a debatir la forma en que actualmente se vive la lactancia materna. Sostiene que la construcción de la lactancia prolongada como lo más natural y por tanto deseable es una construcción cultural reciente, que se aplica a espacios concretos y determinadas clases sociales. Afirma que el mandato de maternidad es una herramienta de control social sobre las mujeres. En este sentido ve una relación entre crisis de las relaciones de género patriarcales y discursos que identifican la buena maternidad con el amamantamiento. “La lactancia se está usando para reforzar significados muy antiguos y muy poco feministas. No se puede convertir la lactancia en una obligación de cuidado porque entonces se nos destina a todas las mujeres a ser cuidadoras, despojándonos de nuestra subjetividad: habrá mujeres que quieran y mujeres que no. Obligar a una madre a dar de mamar es convertir a esa madre en un instrumento al servicio de una causa como ya lo hemos sido, por ejemplo cuando se nos ponía a parir soldados al servicio y cuidado de la patria” afirma Gimeno.
Cada mujer podrá o no estar de acuerdo con las opiniones de Gimeno, pero los debates no deberían obturarse interponiendo una cultura que romantiza la lactancia materna y el apego. ¿Es posible asumir una lactancia a “libre demanda” cuando la mayoría de las mujeres deben trabajar 8 horas por día o más?
La vuelta al trabajo
Pero veamos qué sucede cuando las mujeres deben volver a sus trabajos. Una encuestarealizada para la Liga de La Leche durante el año 2018 sobre mujeres que trabajaban, exclusivamente de forma registrada, mostró datos interesantes sobre la realidad que viven al momento de compatibilizar la lactancia con su jornada laboral. Se encuestaron 1883 mujeres. Entre las principales conclusiones podemos mencionar que 6 de cada 10 mujeres opinan que sus empleadores apoyan poco o nada la lactancia. Asimismo 8 de cada 10 sostienen que conciliar la lactancia con el trabajo es difícil. En tanto 7 de cada 10 no se sintieron cómodas solicitando un lugar donde extraerse leche, 6 de cada 10 hablando con sus jefes y 4 de 10 con sus compañeros. Otras observaciones fueron la falta de lugares adecuados para la extracción de leche, como para su conservación (heladeras) o pausas insuficientes para la extracción en el trabajo.
Un dato muy importante para señalar es que dentro del total de las mujeres encuestadas, las que señalaron sentirse más perjudicadas fueron las que trabajan en las fábricas. Algunos de los motivos que indicaron fueron el tener que regresar a su puesto cuando sus hijos o hijas eran aún muy pequeños, poco apoyo de la empresa o del jefe directo. También señalaron inconvenientes a la hora de flexibilizar su jornada, algo que por lo general deriva en directamente aceptar trabajos a tiempo parcial directamente, con la correspondiente disminución en su salario mensual.
Sin embargo en fábricas donde las trabajadoras están organizadas esto cambia de manera contundente. Por ejemplo, hablamos con una trabajadora de la multinacional Kraft, industria alimenticia de la zona norte del gran Buenos Aires, que nos contó sobre la guardería que funciona en ese lugar. Fue una conquista lograda, como decíamos, por la organización. Que funcione dentro de la fábrica les permite que tanto las trabajadoras del turno mañana como las del turno tarde puedan concurrir con sus hijas e hijos de hasta un año de edad, y no interrumpir la lactancia ya que pueden ir a alimentarlos hasta tres veces durante su turno.
Pero aquí debemos marcar una gran diferencia. Por ser una fábrica muy grande, conviven trabajadoras de varios sindicatos, esto significa que por ejemplo aquellas que cumplen tareas de maestranza no pueden utilizar la guardería. Algo que es ilógico siendo todas trabajadoras que comparten el mismo espacio físico.
En organismos del Estado se cumple con la hora para la lactancia que establece la ley, sin embargo no en todas las reparticiones existen lactarios y mucho menos guarderías. La organización vuelve a ser el factor clave a la hora de exigir y lograr los objetivos. Lorena Itabel, Delegada gremial de ATE-Mecon, del Ministerio de Economía, habló con La Izquierda diario y nos contó que en el año 2015 y luego de algunas presentaciones a través de la Comisión de Géneros que funciona en el Ministerio de Economía, lograron que se habilitaran lactarios en diferentes espacios de ese organismo.
En el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) tienen un lactario en el edificio, como nos contó una trabajadora de ese organismo. Señalando además la diferencia que hay entre las trabajadoras de la planta y las de maestranza o las que están tercerizadas, ya que por no ser alcanzadas por el convenio de trabajadoras del Estado no tienen derecho ni a la hora establecida por ley ni acceso a los lactarios.
La reticencia por habilitar guarderías y lactarios no es solo del sector privado. Recordemos que el año pasado el gobierno de la Ciudad, a cargo de Rodríguez Larreta,intentó trasladar el jardín maternal que funcionaba en el Hospital Ramos Mejía pero sin la inclusión de las salas de lactario, en donde concurrían bebés desde los 45 días hasta el año de edad. La organización de los padres y la comunidad educativa se transformó en un triunfo cuando la justicia impidió el cierre.
A todas vistas lo que marca la ley es absolutamente insuficiente y se contrapone con la “intención” de alentar la lactancia materna. En principio porque nuestro país cuenta con la menor licencia por maternidad de la región (90 días). La lista la encabeza Chile con 210 días y le sigue Brasil con 120 días. Luego no todas las empresas cumplen con la obligación de tener guarderías y lactarios. Pero lo más preocupante es la situación de ciento de miles de mujeres que trabajan en la informalidad, en los call center, en aplicaciones como Rappi o Glovo, o aquellas que son trabajadoras domésticas, una actividad que por desarrollarse puertas adentro de las casas es casi imposible lograr que estén registradas.
En el marco de la pandemia la situación de precarización laboral de miles de mujeres se agudiza por la imposibilidad de acceder a las licencias que habilita la ley.
La incorporación de la lactancia materna a la legislación nacional sin dudas hizo que este derecho logre contundencia a la hora de ejercerlo. Pero la realidad es que, en principio solo abarca a un sector de trabajadoras con condiciones laborales que permiten acceder a él. La mayoría de las mujeres quedan en medio del fuego cruzado de discursos sobre la maternidad y la realidad de condiciones de trabajo que hacen imposible decidir si quieren amamantar o no.
La exigencia sobre las tareas de cuidados recaen sobre las mujeres dentro de una cultura que intenta naturalizar ese rol. Es por esto que la creación de jardines parentales, escuelas de jornadas completas con las vacantes suficientes, es decir la socialización del cuidado, son demandas largamente exigidas de formas diferentes por el movimiento de mujeres. Hasta tanto esto no suceda la igualdad ante la ley no seguirá siendo lo misma que la igualdad en la vida.