La negativa del gobierno central y los autonómicos a reforzar estructuralmente la sanidad pública en estos 20 meses de pandemia lleva a las UCIs a otro posible colapso por la sexta ola.
Jueves 13 de enero de 2022
En plena sexta ola de coronavirus con niveles récord de contagios, la situación hospitalaria sigue todavía por debajo del umbral de máxima alerta. Con la incidencia acumulada disparada en todo el Estado a más de 3.000 positivos por cada 100 mil habitantes, seis veces por encima de lo establecido como riesgo muy alto, el foco está puesto ahora en la repercusión en la asistencia hospitalaria.
La ocupación de camas de hospital está en riesgo alto, todavía por debajo del 15% de camas con enfermos de covid. Tan solo dos provincias, Vizcaya y Álava, superan ese umbral y se sitúan en nivel muy alto. Sin embargo, el problema puede surgir en las unidades de cuidados intensivos, donde la presión es mayor que en planta.
La presión en las UCI empuja a una veintena de provincias al riesgo muy alto, lo que las lleva al borde del colapso. Son 26 provincias con más del 25% de las camas de UCI ocupadas por un paciente covid, el umbral que marca el riesgo muy alto, según el último protocolo del Ministerio de Sanidad.
La situación es especialmente grave en el norte y el este de la Península. En riesgo extremo están todas las provincias de Catalunya y País Vasco, Cantabria, Navarra, toda Castilla y León excepto Ávila y Salamanca, y toda la Comunidad Valenciana excepto Valencia. En Huesca y Gerona, la ocupación con pacientes con coronavirus está por encima del 50%.
Esto supone que en algunas regiones hay más pacientes ingresados con covid estos días que en los peores momentos del invierno pasado. Es el caso de Huesca, donde hay un 18% más de pacientes con covid que en el peor momento de 2021, o Álava, Bizkaia o Girona donde tienen casi tantas camas UCI ocupadas como entonces (casi un 80%).
¿Cómo se puede evitar este colapso sanitario?
Todas las medidas de carácter restrictivo son justificadas desde el gobierno y los medios de comunicación con esta situación crítica. Se busca, otra vez, que aceptemos con resignación y no se ponga en duda ninguna de las medidas excepcionales que se vienen tomando y que, ola tras ola, se muestran impotentes para evitar el colapso sanitario.
Siguen ausentes del plan otras muchas medidas que este gobierno “progresista” de PSOE-UP se niega a tomar. Empezando por atender las reivindicaciones de las y los trabajadores sanitarios, que llevan 20 meses con una sobrecarga y extenuación insostenibles. El gobierno central y los autonómicos en todo este tiempo no han reforzado estructuralmente la sanidad pública. Es más, en otoño mismo se dejó en la calle a 60 mil sanitarios en el conjunto del Estado.
Tampoco se ha querido intervenir la sanidad privada para poner las clínicas y laboratorios al servicio de una red pública que no da abasto. Si sus miles de camas de UCI se utilizasen no se tendría porque llegar a una situación de colapso, como en los meses más duros del confinamiento, es que se tuvieron que realizar triajes de pacientes en función de quien tenía más posibilidades de sobrevivir.
Lo mismo sucede con los laboratorios. Mientras la sanidad pública no puede garantizar test PCR a todos los sintomáticos y menos aún sus contactos, numerosas empresas privadas están haciendo su “agosto” con estas pruebas a precios cada vez más altos. De esta forma podrían hacerse pruebas diagnósticas gratis a toda la población que lo necesite y no limitarse a bajar un poco el precio de los test de antígenos de farmacia, como acaba de anunciar el gobierno.
Necesitamos un plan de emergencia para rescatar a la sanidad pública y sus trabajadores y trabajadoras, nos va la vida en ello. Los sindicatos, junto a los movimientos sociales y la izquierda anticapitalista, deben pelear por la aplicación inmediata de medidas como las que mencionábamos arriba. Oponer un plan racional y al servicio de las mayorías sociales, que toque los beneficios de las grandes empresas empezando por las sanitarias, y que ponga por delante de sus beneficios nuestras vidas.