El hecho mayor de la semana es sin duda la “aprobación” de la “ley Macron”, una reforma laboral y económica que implica numerosas “pequeñas” contra-reformas (la ley consta de unos 300 artículos). Las principales son una ampliación de la autorizaciones para el trabajo los domingos, mayores facilidades para presentar planes preventivos de crisis, una reforma de los tribunales laborales y la liberalización del transporte de la larga distancia y de ciertas actividades muy reglamentadas como las escribanías.
Domingo 22 de febrero de 2015 10:10
El debate en el congreso fue largo, el juego de alianzas tortuosa y finalmente la ley fue “aprobada”... por el equivalente del decreto de necesidad y urgencia, el articulo 49 inciso 3 de la constitución. Se trata de un mecanismo que puede usarse una vez por año, que permite aprobar una ley sin voto, salvo que haya un voto se censura al gobierno. Hollande lo utilizó debido a que no tenía garantías de obtener una mayoría favorable al proyecto de ley, aunque se había pronunciado anteriormente contra este mecanismo denunciándolo de antidemocrático,
Todos los diarios constatan que el gobierno de Manuel Valls no cuenta más con una mayoría parlamentaria. Esto se debe principalmente que el ala izquierda del PS, los “revoltosos”, no iban a votar la ley. Le Figaro, en su editorial del miércoles “señal de debilidad” plantea que “para ’destrabar’ la economía francesa, Manuel Valls se vio obligado a olvidar su mayoría”. Este diario es el más crítico al proyecto de ley. “La ley Macron era presentada por el PS como el Himalaya de la reforma, pero se trata nada más que la cumbre pequeña de une montaña mediana […] Es poco, pero para los revoltosos del Partido Socialista, ya era demasiado”. ¿Pero por qué no alegrarse un poco de que la reforma haya pasado? Porque “es poco” pero al menos “es algo”. ¿Por qué la derecha se opone tanto a una ley que, aunque a medias tintas, va en el buen sentido para ellos? Es que la pérdida de la mayoría parlamentaria implica que el gobierno va a “pensar dos veces antes de presentar una ley aunque sea un poco ’reformadora’” Entonces “Adiós a las verdaderas reformas de envergadura, al código de trabajo, a las 35 horas, a la jubilación”. Le Figaro quiere un gobierno fuerte que imponga todas las contrarreformas necesarias, que ataque fuertemente a los trabajadores. ¿Añoranzas de Thatcher y Reagan? Desde luego.
El diario económico Les echos es mucho menos crítico. Tal vez porque al ser el órgano de la patronal más concentrada, la aprobación de la “Ley Macron” es al menos un paso adelante. En “La tormenta del 17 de febrero” plantea que “El ejecutivo vive una crisis abierta con su mayoría parlamentaria en el momento que menos se lo esperaba”. Para este diario el problema central es que el gobierno no ha logrado capitalizar los avances logrados luego de los ataques a Charlie Hebdo y al supermercado judío.
En el mismo sentido se pronuncia Le Monde en “Frente a las reformas, el bloqueo francés”. Plantea que “El gran impulso nacional que unió al país luego de los atentados terroristas se hundió, el martes 17 de febrero, en el Congreso”. Lo peor es que es la demostración de que “es imposible reunir en Francia una mayoría de ideas […] para hacer avanzar las reformas”. Si no es de extrañar que Les echos apoye esta ley, lo es un poco más que este diario opine que es una ley “más bien positiva”. Algunos reproches sobre la forma en que el gobierno avanzó sin contemplar el “diálogo social”, algunos puntos que hay que mejorar, pero consideran que es una ley progresiva, aunque los sindicatos y los partidos de izquierda se opongan. Y además aprobada democráticamente, porque a pesar de la utilización del artículo 49-3, hubo mucho debate en el congreso y se adoptaron muchas enmiendas. Para este diario la culpa la tiene “el conservadurismo de derecha y de izquierda”. Y, para peor, “M Valls no cuenta más con una mayoría para impulsar otras reformas”.
¿Añoranzas de la Unión sagrada? Es lo que parece
La centro-izquierda de Libération sigue defendiendo lo indefendible. Aunque el titular principal sea “Manu militari”, en su editorial “muletas” se muestra mucho más compasiva con el presidente y su primer ministro. El fondo de la cuestión es que con la excusa de que la “opinión pública” es más bien favorable a esta la reforma, el gobierno tiene en realidad razón de aprobarla por la fuerza. Se pregunta igualmente si la utilización del artículo 49-3, “las muletas de los gobiernos minoritarios”, implica un ataque al espíritu democrático. “Sí, si consideramos que la V república le da demasiado peso al ejecutivo […] No si nos atenemos a la Constitución”. Y como “no es seguro que el gobierno de Valls vaya contra la voluntad del pueble”, todo está perdonado. ¿Qué añora entonces este diario? Un presidente de centro-izquierda al que puedan defender sin tapujos, que sea apoyado por la población más allá de que imponga ataques a los trabajadores, un presidente como François Mitterrand.