El establishment económico comenzó su juego hacia el balotaje. Subieron las acciones y se descomprimió la especulación con el dólar “blue”. Empresarios esperan una “normalización” económica. Para ellos significa atacar el bolsillo de los trabajadores ¿Cómo enfrentarlos?
Pablo Anino @PabloAnino
Miércoles 28 de octubre de 2015
Apenas terminada la jornada del domingo, cuando los analistas políticos todavía no terminaban de deglutir el significado de la votación, el establishment lanzó su apuesta por una “normalización” económica.
El lunes fue un día de euforia donde los “mercados” festejaron el balotaje. Los principales papeles subieron 4,40 por ciento en la Bolsa de Comercio porteña, con alzas que llegaron a superar el 17 por ciento y volúmenes negociados históricos. Además bajó la cotización del dólar paralelo.
El movimiento se revirtió moderadamente el martes por medidas restrictivas aplicadas por el Banco Central. No obstante no cambió el buen “clima de negocios”. Como dijo algún periodista económico: “el mercado votó”.
Los hombres de negocio se están cobrando por adelantado los beneficios del ajuste que prevén aplicar sobre el pueblo trabajador, ya sea de la mano de Macri o de Scioli.
La semana previa a las elecciones hubo un anticipo para condicionar a los candidatos: el “mercado” apostó a una suba del dólar paralelo para restar votos a Scioli deseando que hubiera balotaje.
El coloquio de Idea hace dos semanas también había manifestado, además de la necesidad de hacer reestructuraciones con despidos aplicando nueva tecnología (es decir, reemplazar trabajo vivo por trabajo muerto), su visión favorable al balotaje.
Pero con el resultado puesto emergió un apoyo algo más explícito a Mauricio Macri. Hay “entusiasmo del empresariado ante el balotaje”, reflejó el diario Clarín refiriéndose a declaraciones realizadas desde la Asociación Empresaria Argentina (AEA).
Incluso el cambio más notorio lo realizó el propio Clarín que pasó de no ver tan mal la posibilidad de Scioli presidente (recordemos que cerró su campaña en lo de Marcelo Tinelli) a ponerlo entre los perdedores del domingo (como no obstante, no podía ser de otra forma). La “corpo” es miembro notable de AEA.
El apoyo recibido por el macrismo en las elecciones es interpretado por el establishment como un aval para sus planes. Exageran. No porque Macri no esté dispuesto a realizar el trabajo sucio de levantar el “cepo”, unificar el tipo de cambio (es decir, terminar con el dólar ahorro, el turista, el “contado con liqui”, el “blue”, etc.), arreglar con los buitres, quitar subsidios subiendo tarifas y devaluar la moneda (y principalmente el salario). No los va a defraudar.
Exageran porque la “normalidad” económica que aspiran podría transformarse en su contrario. Deberían poner en la “cuenta” la resistencia que la clase obrera va a contraponer a los ataques. Otro detalle no menor es que con el peronismo en la oposición no está garantizada la gobernabilidad. Mucho menos con la crisis que supone el resultado bonaerense (y jujeño) para “el” partido del poder. El final del juego es abierto.
Este panorama no debería llevar necesariamente a la conclusión que quiere presentar Scioli sobre que Macri es representante de los “mercados”. Mario Blejer, el asesor de Daniel en temas financieros, que tiene la tarea de entablar negociaciones con los buitres y los organismos internacionales, lo es tanto como Macri. El establishment solo apuesta a conseguir el mejor “gerente” para sus negocios.
¿Planes económicos burgueses alternativos?
En este contexto no es de descartar que hacia el balotaje empiecen a delinearse planes económicos alternativos que expresen distintas vías para procesar la crisis del fin de ciclo económico del kirchnerismo.
Provisoriamente, porque aún es apresurado todo análisis, podrían verse apoyando a Macri a los sectores exportadores, la burguesía agraria, los bancos, el capital financiero internacional y el alto empresariado agrupado en AEA (Arcor que pertenece a AEA tomó hace poco el comando de la UIA).
El programa de este sector buscaría terminar con el juego de la “puja distributiva” desatada por la inflación y la tensión cambiaria. Algo así como una “nueva convertibilidad” que respete (a la vez que genere las condiciones para cambiarla) la relación de fuerzas surgida del 2001. Se trata de un programa que Macri puede expresar muy bien, pero no es tan seguro que pueda llevarlo adelante (por eso de la gobernabilidad…).
Por el otro lado, puede ocurrir que sectores pymes, industriales bonaerenses, empresarios mercado internistas en general y la burguesía que lucra con los negocios de la obra pública, se vean tentados por aplicar la ya probada receta de Duhalde en 2002 para tratar de relanzar el mercado interno, lo cual incluye también acuerdo con los buitres, reconfigurar el sistema de subsidios y, claramente, contener la “puja distributiva” mediante el “ancla salarial” con pacto social. Es decir, ajustar el bolsillo obrero. La misma receta en condiciones distintas no necesariamente va a funcionar.
Lo cierto es que todavía no hay bandos definidos en la burguesía. Los límites son difusos. Los hombres de negocio van tanteando cómo se desenvuelve la situación. Quizás la UIA expresa más nítidamente esa tensión. Allí conviven empresarios que coquetean con Scioli con opositores declarados.
No es en vano hacer notar que cualquier salida deberá sortear la aguda situación económica internacional. La tarea es titánica.
¿Cómo enfrentarlos?
Mientras los “mercados” empiezan a observar a Macri como un representante más genuino de sus aspiraciones de “normalización”, Scioli propone gradualismo en el ajuste contando a su favor con el apoyo del Partido Justicialista (a excepción de la fracción massista que se inclinaría hacia Macri).
Pero gradualismo no significa poco ajuste. En todo caso Scioli y Macri no representan uno más ajuste que el otro, sino que podrían delinear distintas estrategias de ataque a los trabajadores orientadas a privilegiar los beneficios de distintos sectores empresariales (tratando de que todos ganen lo más posible). Aun así el escenario de balotaje implica una debilidad de origen para cualquiera de los dos que surja como presidente para suceder a Cristina Fernández de Kirchner.
El sentido del voto en blanco al que llama el Frente de Izquierda tiene como fin dar un mensaje contra las políticas de ajuste que preparan. No será votando al mal menor como se evitará el ataque, sino planteando un programa obrero que defienda el salario, el 82 por ciento móvil para los jubilados, los puestos de trabajo y todos los reclamos del pueblo trabajador. Hay que preparar la lucha para que la crisis la paguen los que la generaron.
Pablo Anino
Nació en la provincia de Buenos Aires en 1974. Es Licenciado en Economía con Maestría en Historia Económica. Es docente en la UBA. Milita en el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Es columnista de economía en el programa de radio El Círculo Rojo y en La Izquierda Diario.