La editorial Debate publica Escritor en guerra, una selección en castellano de algunas de las cartas y entradas del diario de George Orwell que entre 2009 y 2010 fueran publicadas en inglés. Se suma esta edición a la publicación en 2013 de una antología de los ensayos del autor.
Ariane Díaz @arianediaztwt
Miércoles 17 de diciembre de 2014
A través de ambas ediciones pueden recorrerse sus opiniones sobre problemas literarios y autores como Dickens, Tolstoi, Eliot o Kipling, pero también las reflexiones sobre los eventos políticos en los que el escritor participó, y que fueran luego material destacado de sus obras ficcionales.
A fines de la década de 1920, después de haber sido parte del ejército inglés en Birmania, Orwell renuncia asqueado de la política imperialista que Inglaterra mostraba en sus colonias, lo que reflejó en diversos ensayos de la década de 1930 que la compilación recoge, a los que combinó con análisis sobre las condiciones de explotación y pobreza a la que dentro de la propia Inglaterra era sometida la clase obrera.
Eran años cruzados por el ascenso del fascismo en Europa y por el último intento revolucionario del proletariado europeo en España, a donde Orwell se dirigió a alistarse en las milicias. Dado que algunos de sus ensayos previos criticaban al PC, Orwell no consiguió de éste las credenciales para entrar en las Brigadas Internacionales, y llega allí entonces a través del Partido Laborista Independiente, en contacto con las milicias del POUM. Algunas de las cartas relatan los eventos de la revolución española durante 1937 en los que participó, y que después reflejara en su libro Homenaje a Cataluña.
Pero haber participado en los combates con el POUM dio a Orwell una perspectiva distintas sobre la revolución española, también reflejada en su libro: el POUM, que combatió heroicamente contra el franquismo, fue perseguido y reprimido no por los fascistas sino por el stalinismo bajo la acusación que para esos años se presentaba como la suma de todos los males: ser “trotskista”–la película de Ken Loach, Tierra y libertad, está inspirada en este libro–. Aunque estrictamente el POUM no fue nunca parte de la Oposición trotskista y de hecho su política fue criticada por Trotsky –las que puede verse en la nueva edición de los escritos sobre España para las Obras Escogidas de León Trotsky del IPS-CEIP–, Orwell desde entonces será un ferviente crítico del stalinismo, como quedará retratado en ficciones como Rebelión en la granja o 1984 además de en sus ensayos o cartas.
Estas últimas dan cuenta de esta política criminal del PC que llevó a la derrota de la revolución. Escribe en 1937: “Empezamos siendo heroicos defensores de la democracia y acabamos cruzando la frontera a hurtadillas con la policía pisándonos los talones (…) casi todos nuestros amigos y conocidos están en la cárcel y es posible que sigan allí indefinidamente, sin que se les haya acusado de nada, solo por ser sospechosos de ‘troskismo’”. A su vez, se queja en ellas de que la prensa y los intelectuales ingleses de izquierda se hayan hecho eco de las mentiras difundidas sobre el troskismo y el POUM –las que lo dejaron aislado a su vuelta al país–.A modo de conclusión, escribe a poco de esa “huida” de suelo español: “Lo que viví España no me ha convertido en un cínico, pero sí me ha convencido de que nos espera un futuro bastante sombrío”.
En ello no estaba equivocado: poco después estalló la Segunda Guerra Mundial. Será durante esa década que algunas de las posiciones políticas traídas de la experiencia española se van a modificar, a veces abruptamente. En un ensayo de 1942 señala que la tesis de Trotsky de que la guerra civil española podría haber triunfado de no haber sido saboteada la revolución por el stalinismo era equivocada: la derrota la atribuiría ahora a la superioridad militar del franquismo. Por otro lado, si hacia junio de 1940 y como lección de la revolución española proponía enfrentar tanto el avance del fascismo como al “democrático” imperialismo inglés armando al pueblo, apenas después se define en uno de sus ensayos como un “patriota revolucionario” que apoya a su país en la guerra. Durante los años siguientes fue parte de la Guardias Nacionales inglesas, a las que creía poder influenciar con ideas radicales, y trabajó también haciendo propaganda en la BBC para ganar apoyos para los Aliados en algunos países asiáticos.En su ensayo de 1941 “El león y el unicornio”, trataba de delinear las características de un posible socialismo a la inglesa basado en la situación excepcional que traía la guerra y las características de un posible “patriotismo” basado en una cultura de la clase obrera inglesa que podía funcionar como fuente de independencia política del imperialismo inglés.
En una carta de 1944 que quedó fuera de esta compilación, Orwell trata de explicar algunos de estos posicionamientos mientras da las pinceladas centrales de lo que después marcaría su distopía más famosa, 1984. Después de avizorar que la deseada derrota de Hitler sin embargo llevará a un aumento de sistemas totalitarios en manos de Stalin, De Gaulle y “los millonarios anglo-americanos” que ya reescriben la historia acomodándola a sus intereses, dice allí: “… me pregunta que si yo creo que hay una tendencia mundial hacia el fascismo por qué apoyo la guerra. Se trata de una elección de males, me imagino que casi todas las guerras son eso. Sé lo suficiente del imperialismo británico como para que no me guste, pero lo apoyaría contra el nacismo o el imperialismo japonés, como mal menor. Igualmente apoyaría a la URSS contra Alemania porque creo que la URSS no puede escapar totalmente de su pasado y retener lo suficiente de las ideas originales de la Revolución para convertirla en un fenómeno más esperanzador que la Alemania nazi”.
Se ha discutido largamente en la izquierda sus contradictorias posturas políticas. Si en sus escritos sigue defendiendo la necesidad del socialismo en Europa, lo ve cada vez como algo menos probable. Su hostilidad al marxismo oficial stalinizado fue también refractario de pilares –como el internacionalismo– del marxismo revolucionario con el que supo tener relación. Sus críticas al totalitarismo muchas veces se confunden con la defensa de un “socialismo democrático” enfrentando a un avance del fascismo que se adaptaba bastante bien a la defensa de los intereses de la “democracia” inglesa. Sus distintos posicionamientos críticos e independientes lo llevaron a ser atacado tanto por la derecha como por la izquierda, algo que muchos comentadores de su obra –como el mismo prologuista de los Ensayos– han señalado como una valentía y honestidad intelectual que destaca en la época, si bien la desclasificación hace más de una década de documentos oficiales revelaron tanto que fue vigilado por los servicios secretos ingleses por sus posiciones, como que habría entregado una lista de intelectuales y artistas que simpatizaban con el comunismo a una funcionaria –y vieja conocida suya– del departamento de propaganda anticomunista inglés, generando un debate que aún continua sobre su actuación.
Italo Calvino supo resumir un rasgo que caracteriza sus obsesiones politicas así como su producción literaria: “Hay un mundo de valores positivos que Orwell afirma, pero en su topología, dado que el polo del futuro está ocupado por las tinieblas, la luz no puede situarse más que en el pasado (…) No es extraño que de entre los grandes monstruosos inventos de 1984, el más genial y espantoso sea la destrucción sistemática del pasado”. Estos ensayos y cartas sirven para echar luz sobre el propio pasado del autor así como de procesos políticos y sociales que entramaron la historia del siglo XX.
Ariane Díaz
Nació en Pcia. de Buenos Aires en 1977. Es licenciada y profesora en Letras y militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Compiló y prologó los libros Escritos filosóficos, de León Trotsky (2004) y El encuentro de Breton y Trotsky en México (2016). Es autora, con José Montes y Matías Maiello de ¿De qué hablamos cuando decimos socialismo? (2024) y escribe sobre teoría marxista y cultura.