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Red Internacional
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Testimonio. “Las clases a distancia han triplicado nuestro trabajo”: madre y maestra

Seguramente nadie llegamos a imaginar la agobiante situación que hoy estamos viviendo. Enfrentarla no ha sido nada sencillo. Para los docentes, el reto de dar clases en línea y a distancia, ha sido mayúsculo y la cuestión se complica, si además la docente es mamá.

Lunes 11 de mayo de 2020

Para los maestros, las clases en línea y a distancia han duplicado y hasta triplicado nuestro trabajo. Antes, teníamos reunidos a los alumnos en un mismo espacio, la interacción era presencial, el alumno veía y escuchaba al docente mientras él/ella explicaba; a su vez, el docente veía y escuchaba a cada alumno; las dudas eran aclaradas en ese espacio-tiempo, y en muchas ocasiones, la aclaración funcionaba para casi todos. El trabajo entre pares también brindaba beneficios a los niños. El docente asignaba una actividad para sus alumnos, quienes la realizaban de manera simultánea; mientras podía revisar tareas y tal vez, hasta llenar el papeleo y avanzar con el abundante trabajo administrativo exigido por la SEP.

Pero las clases en línea nos han demostrado que las maravillas de la tecnología aun no son capaces de sustituir la beneficiosa interacción de las clases presenciales (no sabemos si un día lo serán, creo que no). El proceso de comunicación se hace más lento y distorsionado, los alumnos se distraen aún más fácilmente que en el aula y la explicación de la realización de una actividad se vuelve casi un ejercicio individualizado. Las 6 horas frente a la computadora durante las clases ni siquiera bastan para explicarles a todos los alumnos.

Todo el día y hasta altas horas de la noche están llegando mensajes al whatsapp de padres angustiados y/o molestos exigiendo menos actividades, porque se sienten agobiados, lidiando con las dificultades del niño para resolver las actividades y el tiempo que ellos deben invertir en apoyarlos; mensajes pidiendo aclarar dudas, solicitando prórrogas para entregar trabajos, cada uno aduciendo determinado problema como: no tener internet, no contar con datos en el celular, disponer de una sola computadora para 2 o 3 escolares, no hay un ciber cercano al cual acudir en busca de internet e impresiones, se fue la luz; además de exponer múltiples problemas de tipo familiar y una creciente carencia de recursos económicos.

Como docente, hay que invertir horas en responder a los mensajes, otras tantas descargando, revisando, registrando y retroalimentando los trabajos de los alumnos; además hay que planear clase y satisfacer el hambre de control de los directivos, que piden sustanciosas evidencias de que estamos planeando y trabajando. Con celular, internet y equipo de cómputo pagado del bolsillo del docente. Nuestras casas se han vuelto un aula virtual y agobiamos a nuestras familias al solicitarles total silencio. Algunos docentes también padecen el problema de disponer de un solo equipo de cómputo en casa, que deben compartir con sus hijos.

¿A qué hora, yo docente madre, puedo apoyar a mi hija con su tarea? Debo estar haciendo de manera simultánea varias actividades como cocinar, limpiar, responder mensajes, ayudar a mi hija, revisar trabajos, planear clase, enviar evidencias. Mis horas de sueño se han disminuido a 4 o 5. Al no poco estrés generado por el temor a un contagio y el encierro en un espacio reducido, se agrega el estrés generado por la andanada de trabajo.

Y estoy segura que muchos docentes, al igual que yo, se cuestionan a diario si es indispensable agregarle tanto estrés a los alumnos, a sus padres y a nosotros mismos. Nos preguntamos qué tan fructífero es todo este trabajo, porque veo el agotamiento en mis alumnos y sus padres, noto que los padres terminan resolviéndole las actividades al niño, en el mejor de los casos; agrediéndolo en su desesperación, en el peor.

Me parece que hay un alto grado de insensibilidad y carencia de empatía en las autoridades educativas, que están volcadas en que los docentes completemos el programa académico con los alumnos, sin importar realmente el logro de los aprendizajes esperados; parece que a la SEP lo que le ocupa y preocupa es tener evidencias, a través de un enorme control de los docentes, de que agotaron todos los contenidos, sin importar lo dejado en el camino; sin importar docentes, alumnos y padres.

Racionalidad, sensibilidad, apoyo, comprensión y el diseño de algunas actividades lúdicas de aprendizaje para realizar en casa, es lo que debería estar ocupando a las autoridades educativas, en estos momentos de gran estrés e incertidumbre para la gran mayoría.

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